Los días pasaban y mientras más le insistía a Santiago con la idea de mudarnos a vivir juntos más nuestra relación se enfriaba, nuestros encuentros se hicieron esporádicos y ya no tan eróticos, dejo de utilizar la dominación y aunque al principio me afecto no tener ese aspecto que se había vuelto tan importante para mí en la intimidad encontré en Gabriel la respuesta, guiándolo a lo que me satisfacía y mientras mi amante se volvía indispensable en mi vida mi novio se mostraba distante y frio, casi no nos veíamos y la comunicación se deterioró. Cada vez que le pedía verlo para hablar se mostraba a la defensiva y solamente accedía con la promesa de que no discutiríamos, sin embargo, al estar cerca el solo buscaba la manera de tener sexo convencional y de una manera tan rápida que apenas si