Con dieciocho años recién cumplidos decido iniciar una relación con un hombre mayor que yo, casado y con hijos, algo que ignoraba totalmente en un principio, pero que descubrí de la peor forma. Me convenzo a mí misma de que estoy consciente de que nunca tendremos nada más allá de las salidas furtivas, pero sé que es una gran mentira lo que me digo porque internamente deseo más y con el pasar de los días al conocerlo mejor o creer que conozco a la persona que realmente es, me enamoro tanto de él que llego al punto de alejarme aún más de los pocos amigos que había hecho desde que empecé la universidad. Dos meses habían pasado desde mi cumpleaños, dos meses en los que me habían pasado tantas cosas y entre esas cosas conocer al que creía el amor de mi vida, el hombre más maravilloso de todo e