Christian Alma, sin piedad alguna, dejó entrar a la pareja enseñándoles lo que hicieron sus hijas en todo el lugar, Raúl estaba en silencio temeroso de cada acción de su hermana mientras Mariana estaba sorprendida y muy avergonzada, lo peor fue que Alma volvió a cerrar la puerta asegurándose de que ninguno pudiese salir hasta que terminamos de alistarnos junto a las niñas. Al final la pareja dijo enviar a alguien en el transcurso del día para que limpiaran todo y repondrían por los daños ocasionados, pero ni eso los salvó del sermón que les dio mi chica por los dos, pues no estaba dispuesto a contradecirla en nada esta vez. —En verdad lamento todo lo ocurrido, no creí que nos accidentaríamos ni mucho menos que nuestras hijas ocasionarían todo ese desastre. —Señora Montenegro, creo que y