Capítulo 12

2102 Words
Había amanecido desnuda enredada en mis sábanas mientras la claridad se colaba en por el ventanal frente a la cama. Observo a un costado y me encuentro completamente sola, no era la primera vez que sucedía y es que llevaba semanas amaneciendo con Damian a mi lado. Se había vuelto una costumbre que se colara en las noches a mi habitación y se marchara en la madrugada antes que todos despertarán. Me voy al cuarto de baño tomando una ducha, me visto y arreglo un poco. Hoy es mi día libre así que decido revolotear por toda la hacienda hoy o quizás ir a las cascadas. Al bajar las escaleras me encuentro a José quien está acompañado de Fara. —Pensé dormirías hasta tarde hoy —Musita José —. Es tu día libre, deberías descansar para retomar fuerzas. —Ya me he acostumbrado a levantarme temprano —Le sonrió —. ¿Van alguna parte? —Iremos a dar un paseo por los alrededores y ver las demás extensiones de la hacienda , ¿Quieres venir? Pregunta Fara y rápidamente niego con un poco de pena. —Aún no he desayunado y quiero llamar a mis padres y mi mejor amiga; hace días no hablo con ellos. —Bueno, que disfrutes tu día —Responde José —. Nos vemos por la tarde. Ambos se despiden con un movimiento de mano y salen dejándome a solas; observo a una esquina hacia donde esta el despacho de Damian y sonrió caminando hacía el. No me tomo el tiempo de tocar y al abrir lo veo sentado detrás de su escritorio leyendo unos documentos mientas teclea en su computador. Al cerrar la puerta levanta la mirada, me observa y sus ojos se posan en mi diminuta falda de Jeans. —Buenos días —Musitó suavemente con una sonrisa —. ¿Cómo va tu mañana? —Ahora que veo unas hermosas piernas muy bien —Me sonríe ampliamente —. ¿Y tú? —¿Porque no hay un día que puedas amanecer conmigo? —Preguntó caminando hacía su escritorio. —El deber me llama deste temprano nena —Me toma de la mano colocándome frente a él —. Es mucho los pendientes que debo atender de la hacienda y las demás empresas. —¿Y porque no me enseñas para así ayudarte? —Me siento sobre su escritorio —. Quizás así no tengas muchos pendientes. —No sería buena idea —Coloca sus manos sobre mis piernas subiéndolas lentamente —. Sería demasiada distracción y haríamos de todo menos trabajar. Sonrió al entender de lo que me habla, sus manos llegan a mis bragas y mi cuerpo se estremece ante su tacto. —¿Por qué será que me vuelves loco? —Porque era virgen cuando me acosté contigo y eso te gusto —Sonrió —. ¿O me equivocó? —En mi defensa, no sabía que eras virgen, pero debo aceptar que me encanta saber que he sido el único hombre que te ha poseído —Se acerca besando mis labios lentamente —. Y que te seguirá poseyendo cada vez que pueda. Sujeta con una mano mi cabello mientras con su boca devora por completo la mía; la otra se cuela debajo de mi falda haciendo un lado mis bragas. Solo escucho como baja el zíper de su pantalón y entra en mi de manera profunda haciendo que suelte un gemido a la vez que arqueo mi cuerpo por la sensación. Sus embestidas son profundas y nuestros gemidos se cuelan mientras nuestros labios danzan al compás del otro. *** Luego de una sesión rápida de sexo y arreglar nuestro reguero tomó asiento frente a él tratando de retomar un poco de fuerzas. —Tengo que hacer un viaje de vuelta a México atender unos asuntos en una de mis empresas. —¿Cuantos días te irás? —Nos iremos tres días por lo mucho. —¿Nos? —Asiente —. Entonces se irán tú y Fara y yo quedaré sola aquí. —De hecho tú vendrás con nosotros —Me sonríe —. No soportaría estar tres días lejos de ti nena; además me imagino quieres ver a tus padres y hermanita. En eso tenía razón, me hace mucha falta ver a mis padres y sobre todo a mi pequeña Brianna. —¡Dios, te adoro! —Me levantó tirándome sobre el besando sus labios. —Ve a empacar, salimos esta noche. Dejo un beso en sus labios, me levanto saliendo de su despacho y antes de llegar a las escaleras me encuentro con Sandra junto a Rosario. —Rosario, ¿Me puedes ayudar a empacar mi maleta? —¿Ya se va joven? —Pregunta asustada. —No, aún no. Acompañaré a Damian y Fara a México y aprovecharé para visitar a mis padres. —Enseguida le ayudó mi niña. Se va a la cocina rápidamente, observo la mirada de Sandra sobre mi y una vez Rosario desaparece empieza a soltar su veneno como de costumbre. —Deberías aprovechar y quedarte en tu casa donde es que perteneces, ya ha sido mucho tiempo estando en un lugar al que no perteneces. —¿Quien dice que no pertenezco aquí?, ¿Tú? —Sonrió —. No me hagas reír Sandra y procura ocupar tu lugar. —Aquí estamos al mismo nivel, porque ambas trabajamos en esta hacienda. —No, te equivocas querida porque Tú... —La señaló con insuficiencia —. Jamás podrás estar a mi nivel, ni seremos iguales. Levanta su mano tratando de golpearme, pero soy más rápida y la detengo sosteniendo su brazo fuertemente y haciéndola caer de rodillas al suelo de dolor. —¡Suéltame! —Otra falta de respeto hacia mi persona y no respondo querida, si no te he acusado con Damian para que te corra es porque no quiero ponerlo en un dilema, pero no me provoques o lo haré. Suelto su brazo dejándola allí y me giro subiendo las escaleras con rumbo a mi habitación. Al entrar busco rápidamente mi móvil. Me debato entre avisarle a Paula o darle la respuesta y termino decidiéndome por lo segundo. Al llegar Sandra preparó una maleta pequeña, al bajar me encuentro con Fara la cual ya ha regresado y se encuentra cambiada. Cenamos entre risas, nos despedimos de Rosario y José y salimos con rumbo al aeropuerto a mi querido país. *** Despertar en mi querido Mexico se sentía de maravillas. Habíamos llegamos la noche anterior pasada la media noche y nos venimos rumbo al apartamento donde estaríamos alojados estos días. Vamos rumbo a casa de mis padres, al llegar y bajar de la camioneta me encuentro con Nando quien me abrazo al verlo. —¡Me alegra tanto verte Nandito! —Hacía mucha falta por estos lares señorita Lulú —Me sonríe —. ¿Ya esta de vuelta a la casa? —Aún no Nando, solo vine de visitas. —A la señorita Brianna le gustará verla, la extraña demasiado. Me doy la vuelta entrando efusiva a la casa seguida de Damian y Fara. Veo a mamá en la sala sentada junto a mi pequeña en el piano y no dudo en llamar su atención. —¡Pequeño saltamontes! Se gira y al verme su pequeña carita se ilumina rápidamente con una radiante sonrisa. —¡Lulú! Se levanta rápidamente corriendo hacia mis brazos; la levantó dejando varios besos sobre su pequeña carita dejándole saber cuanto la extrañé. —¿Quiénes son ellos? —Los observa a mi lado. —Él es Damian amigo de papá —Este se acerca tomando su mano y dejando un beso en ella. —¡Qué guapo eres! —Comenta con dulzura. —Ella es Fara su hermana y mi amiga. Besa deja un beso en su mejilla y está le sonríe tocando su cabello. —¡Hija! —Mi madre se acerca abrazándome y besando mi cabeza —. Nos has hecho mucha falta. —Y ustedes a mi mami —Sonrió —. El el Damian amigo de papá y ella esFara su hermana. —Mucho gusto señora —Responde Fara tomando su mano. —Me acuerdo de ustedes perfectamente —Mi madre les sonríe —. Tú eras una niña encantadora cuando te conocí y tú un jovencito que sigue siendo bastante atractivo. —Lo mismo digo, sigue viéndose igual de Bella. —Cariño has visto... Mi padre queda en total silencio al vernos a mitad de su sala. Me sonríe ampliamente y sin dudarlo corro a sus brazos. —¡Papito lindo! —Gritó al llegar a sus brazos —. Me hacía tanta falta verte. —Y yo a ti hija mía —Musita con dulzura —. ¿Qué hacen aquí? Se separa mirando a Damian quien se acerca y se saludan con un estrechon de manos y abrazándose . —¿Te ha dado problemas mi hija? —Para nada, Lucrecia se ha portado muy bien en la hacienda y ha estado cumpliendo con sus obligaciones. —¿Hablas enserio? —Pregunta asombrado mirándome y Damian asiente. —Señor Oliveira —Musita Fara —. La última vez que lo vi yo era una niña. —Y que grande y hermosa estás Fara —Mi padre la abraza —. Bienvenida a mi casa. —Pasemos al comedor—Expresa mi madre —. El desayuno ya está listo. Seguimos el paso de ellos; papá toma la cabeza de la mesa a su lado se sienta mi madre y Brianna. Me siento Alado de mi Brianna, Damian frente a mi y Fara a su lado. Una de las empleadas trae a la mesa el desayuno sirviéndole a cada uno. Mi padre empieza hablar con Damian y este le cuenta el motivo de nuestro viaje. —Bueno, siento que ya mi hija aprendido la lección y lo que es trabajar arduamente. —Así es papá, el trabajo en el campo es difícil pero me ha encantado todo lo que he hecho este mes en la hacienda. —Entonces es tiempo de que regreses a casa —Musita mi madre y dejo caer el cubierto que sostenía llamando la atención de todos —. ¿Pasa algo hija? —No quiero regresar aún — Musitó y ambos me miran con asombro —. No puedo dejar mi trabajo en la hacienda tirado, eso no estaría bien. —"Vaya" mi hija se ha vuelto una mujer responsable —Musita mi padre con una sonrisa —. Me alegra tanto de ver lo mucho que has cambiado, pero Damian entenderá que ya debes regresar a casa , ¿O no es así? Mi padre lo mira, este me da una mirada y en sus ojos veo que él tampoco quiere que vuelva aún. —No creó que haya problemas en que se quede un poco más —Interviene Fara —. Lucrecia y yo nos hemos comprometido tanto con las cosechas de esta temporada y los sembríos que prometimos terminar todo juntas. —¿Y qué tiempo demoraría eso? —Pregunta mi madre. — Unos seáis meses —Responde ella —. Además a Lucrecia le ha gustado todo lo que tiene que ver con la vida de campo y quizás está descubriendo lo que realmente quisiera hacer. —¿La vida de campo? —Pregunta mi madre —. Se me hace difícil ver a Lulú en esa vida, cuando está acostumbrada a los lujos y la vida en la ciudad. —Bueno mamá me ha gustado mucho la vida de campo mamá y quizás decida quedarme en ella. —¿Hablas enserio hija? —Me cuestiona mi padre. —Si papá, retomaría la universidad pero no aquí, si no en Panamá para estudiar medicina veterinaria. —Pero hija, aquí tenemos buenas universidades donde podrías estudiar, además no molestarías a Damian ya lo hemos molestado suficiente. —Para mi no es una molestia Carlos —Expresa él —. Lucrecia ha hecho un buen trabajo en mi hacienda y es una compañía para mi hermana, primera vez en muchos años que dura bastante tiempo en la hacienda sin irse y eso es gracias a ella. —Bueno está bien —Suspira mi padre —. Ustedes ganan. —Señor, lamento interrumpir—El mayor domo aparece —. Pero afuera hay un joven que solicita ver a la señorita Lucrecia. —¿Quién? —Preguntó extrañada. —Soy yo Lucrecia, necesito hablar contigo. —¿Quien es él? —Musita Fara. —Anthony, el novio de mi hija...
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