Hay un silencio incomodo, pero es por culpa de ellas, a Samuel no le gusta compartir con otras personas y es algo que les he dicho muchas veces, por eso cuando voy a encontrarme con él ellas me dejan sola. No entiendo que está pasando ahora mismo por sus cabezas.
- Iré a la tienda después de dejarte en casa ¿necesitas hacer algo más antes de irnos? – como es costumbre hacer en mí desde hace muchísimos años, empiezo a jugar con mi cabello mientras pienso que podría ser eso.
Sé que hay algo que necesitaba, pero con tanto que he pensado toda la mañana lo he olvidado. Así de idiota soy.
- Ah, sé que hay algo, pero no recuerdo – alboroto mi cabello con frustración, pero me detengo cuando por el rabillo del ojo, noto una de sus preciosas sonrisas mientras me ve.
- ¿Será la medicina? Crystal dijo que ayer se acabaron las bandas – cierto, llegué toda herida y ella utilizó todos los algodones y bandas que quedaban, por eso esta mañana nos pidió el favor de rellenar el botiquín.
- Cierto, podemos pasar por la farmacia – sonrío junto con él, mientras levanta las manos y con una delicadeza impropia de alguien de su porte, peina mi cabello.
Un carraspeo me hace voltear, pero aun así Samuel lo ignora y sigue concentrado en arreglar el desastre que tengo por cabello. Es terrible, ni liso ni tampoco ondulado, peinarlo es una tortura, pero a él le encanta hacerlo.
- ¿Podemos acompañarlos? Quisiera cuidarte, estarás sola en casa ¿cierto? – frunzo el ceño a Angélica, extrañada por la actitud que está tomando hoy.
- Solo son unos pequeños golpes, no pasa nada porque esté sola – claro que nunca me han golpeado como ayer, pero siguen siendo eso, moretones que desaparecerán en nada.
- Creo que lo mejor es que estés siendo cuidada, te quiero Ariel, eres mi mejor amiga, deja que te cuide – Samuel voltea, pero no noto que mirada está dando porque toda mi concentración está puesta en a pelinegra y que pretende con esta nueva faceta.
Incluso Luna la ve con la cabeza inclinada llena de confusión.
- No hace falta…
- No puedes ser malagradecida Ariel, estoy sinceramente preocupada por ti, solo quiero…- me molesta que me interrumpan, mucho.
- Quiero estar sola – la corto, pero de inmediato me arrepiento, ella quiere ser una buena amiga y yo siendo una perra – Todavía tengo en la cabeza lo que pasó ayer y sinceramente quiero estar sola, puedes ir a casa otro día – volteo a otro lado y comienzo a comer con la vista perdida al otro lado del salón.
No se dice una palabra más, solo se escucha el chocar de los cubiertos y los murmullos de los otros estudiantes.
Hubiese sido mucho mejor si ellas nos dejaban comer solos como siempre.
****
- No volveremos tarde, cualquier cosa me llamas y estaré aquí en dos minutos y no le abras la puerta a nadie ¿entendido? – con lo consentida que soy, recibo con mucho gusto el beso que da en mi frente seguido de su caricia en mi mejilla.
- Si papá, tampoco debo hablarles a desconocidos – me burlo con una risita, causando que él también tenga una.
- Ya me voy, te amo – suspiro con cariño ante su abrazo.
- También te amo – me separo y le doy un pequeño empujón a la puerta – Ahora vete antes de que la abuela se moleste y nos despida – sonríe de medio lado, pero termina asintiendo aun cuando sabe que ella es incapaz de eso.
Desde hace muchos años, antes de que yo naciera y cuando mi mamá era solo una niña, mi abuela montó un pequeño carrito en la calle hasta que pudo abrir un muy buen local en el centro del pueblo, en donde vende todo tipo de cosas para el hogar, desde pinturas, diversas herramientas o cualquier otro adorno.
Ahí solo trabajaba ella y Doug, un buen amigo suyo de la infancia, pero seguía siendo mucho trabajado para ellos, por eso, cuando Sam y yo cumplimos doce empezamos a ayudarlos, al principio con cosas muy leves, que si buscar cosas, cobrar a los clientes o lo que sea y a la medida que fuimos tomando más responsabilidades, tanto que ahora ellos dos pueden tomárselo con mucha más calma.
Ya tienen más de sesenta, necesitan descansar.
Doy un pequeño brinco asustada cuando escucho como mi celular suena, cosa que me hace soltar una risita, estoy un poco tensa.
- Relájate, boba – me burlo de mí misma caminando a mi celular para leer la notificación que ha llegado, seguro es Samu diciéndome que ya llegó.
O no. Al ver el teléfono, me consigo con que tengo una solicitud de amistad de alguien que no había visto, ingreso en el perfil y noto que en realidad es muy guapo y parece vivir en este pueblo desde hace un par de años, lo que es extraño porque aquí es tan pequeño que es natural haber visto a todos los habitantes alguna vez, pero a este castaño nunca.
- Que raro – murmuro. Trabajando en la tienda de mi abuela he sido capaz de conocer a muchísimas personas, pero podría jurar que a él nunca.
Bueno, quizás si ha ido, pero mientras yo no estoy en mi turno, eso también puede pasar.
- Muy lindo – tiene una sonrisa preciosa, ojos verdes y facciones atractivas, incluso es un poco moreno, algo totalmente novedoso en este pueblo en donde siempre está nublado.
Sin pensarlo más, acepto la solicitud e inmediatamente me llega un amable hola acompañado de una carita feliz. Vaya, eso fue rápido.
Suelto una risita, sintiendo esa emoción al hablar con un hombre guapo y amable y le respondo. Parece un buen chico, pero tengo que tener cuidado, puede pasar cualquier cosa con alguien conocido de esta forma, por eso me niego cuando propone que nos veamos más tarde o mañana.
Primero necesito que hablemos por un poco más de tiempo, conocerlo y cuando me sienta segura lo haré. Además, que no es una buena idea ir a una cita con golpes en todos lados hechos por mi imbécil ex.
****
- Te he escuchado hablar muy tarde en la noche ¿todo bien? – claro, siempre es así, solo hay una pared que separa mi habitación de la de Samuel y es impresionantemente delgada, tanto así que fácilmente podemos conversar a través de ella levantando solo un poco la voz.
- Ayer cuando fuiste a trabajar me llegó la solicitud de una persona y hemos estado hablando, es simpático – sonrío con timidez cuando lo escucho suspirar con pesadez.
- Acabas de salir de una relación, no te apresures a otra sin conocerlo – asiento porque es algo que tenía planeado desde el principio – Y quiero que me digas lo que pase con él ¿sí? – toma mi mano y entrelaza nuestros dedos, sacándome una sonrisita.
- Sabes que siempre te digo todo, para mi es imposible mentirme – siento como aprieta mi mano una vez antes de soltarlo y pasar su brazo por mis hombros como habitualmente hace.
- Hablando de eso, ese animal no ha vuelto a joderte ¿cierto? – cuando lo menciona volteo y por el rabillo del ojo me consigo a Chris rodeado de sus amigos, todos con la mirada fija en nosotros y molestas sonrisas espeluznantes.
- No, pero no deja de verme así, me da escalofríos – me aprieto más a su costado intentando ignorarlo, pero es realmente difícil, puedo utilizar a la perfección esa metáfora de “taladraba mi nuca con su mirada”
Es atemorizante.
- No tienes que preocuparte, por nada, recuerdas lo que te dije ¿cierto? Que él pagará por lo que te hizo – asiento sintiéndome mucho más tranquila al recibir su beso en mi cabeza.
- También me prometiste que no te meterías en problemas – se queda callado un momento, lo que me hace levantar la vista y buscar sus ojos oscuros, esos que desde niños me ha visto con tanto amor y cariño.
- No lo haré, pequeño ángel – vuelve a besar mi frente y finalmente nos adentramos en el instituto, dejando atrás a esas molestas personas.
OMNISCIENTE
Como es habitual en el clima de un pequeño pueblo en Reino Unido como lo es Brundall, hacía mucho frio y el cielo estaba tan nublado que a duras penas se veía el brillo de la luna llena, el viento gélido podía traspasar hasta la chaqueta más gruesa, por lo que es bastante normal que a esas horas la calle se encontrara tan sola.
En conclusión, el panorama en general era digno de una película de terror, es normal que hasta el más valiente se encuentre algo acobardado por caminar en solitario en una calle como esa.
Claro, ese no es el caso del hombre que pasaba por ahí con las manos guardadas en sus bolsillos buscando calentarse un poco más, y también apretar con fuerza la navaja que lo acompaña fielmente desde hace días. Cuando empezó a sentirse perseguido.
Sus amigos le dicen que es un paranoico, se burlan y lo molestan, por eso decidió dejar de esperar algo de ellos y buscar algo que lo ayude a protegerse a sí mismo, por lo que termino robando la preciada navaja de su padre, el mayor solo lo utiliza de adorno, no lo necesita realmente.
- ¿Qui-quién anda ahí? – se aclara la garganta maldiciéndose así mismo cuando tartamudea y aún más cuando comienza a temblar – Sal ahora, estoy armado – da un paso atrás, pero se rehúsa a correr.
Esta la opción que sea solo alguno de sus amigos jodiéndolo, si corre será visto como una maldita mariposa y él no va a permitir que otro más se burle de él.
Menos alguno de ellos, que por su culpa ha perdido a la mujer de su vida, no debió hacerles caso; si no fuera por eso, ahora estuviera follando a su deliciosa rubia, pero sabe que la va a recuperar, ella se moría por sus huesos, seguro Ariel lo busca primero.
- No es gracioso, maldito loco – levanta la voz cuando vuelve a escuchar otro ruido, esta vez en el callejón a su lado y tal como las veces anteriores, no recibió respuesta, pero sabe que ahí hay alguien, puede sentir su mirada.
>> No estoy jugando, o sales tu o yo te buscaré y no te gustará – saca la navaja de su bolsillo, pero se aleja otro paso sin saber realmente por qué. Su cabeza lo obliga a quedarse ahí, enfrentar esto como un hombre, no le teme a nada.
Pero todo su cuerpo grita que deben huir, su instinto de supervivencia lanza alarmas a sus extremidades para huir a toda velocidad.
Quien pensaría que su orgullo lo mataría.
Traga con fuerza cuando un hombre enorme vestido totalmente de n***o y una máscara perfectamente blanca en su rostro sale del callejón. Desesperado y asustado, Chris lo observa de pies a cabeza, ese tipo es mucho más alto que él, obviamente en una pelea a mano limpia él saldría perdiendo, pero él tiene una navaja y el contrario tiene las manos vacías.
- Eres un maldito anormal ¿con quién crees que estas tratando? – le escupe insultos y palabras malsonantes, intentando general algo en el enmascarado, pero nada, solo la mirada de esos ojos oscuros y vacíos detrás de esa escalofriante mascara.
Es totalmente blanca con solo agujeros en los ojos y una ranura en la nariz, pero toda la situación le aumenta el terror al traje.
- Me estoy cansando de ti, mejor vete ya antes que te apuñale – finamente, la gran figura se mueve, inclina la cabeza levemente a un lado, como un niño confundido – Si, que te vayas ahora, subnormal – Chris levanta la navaja, preparado para lo que sea, pero no espero que sus reflejos fueran tan lentos.
O que esa figura tan enorme fuese tan rápida.
Un segundo después de volver a amenazarlo, tenía a ese hombre frente a él sosteniendo su muñeca con tanta fuerza que sintió un crujido, pero no pudo gritar porque lo siguiente que sintió fue un cuchillo atravesando su garganta.
Cayó al suelo, agonizante, sin embargo, el enmascarado no se quedó ahí, se sentó sobre él y enterró su arma una y otra vez hasta finalmente tomar su cabeza y doblarla hasta quebrar su cuello, finalmente acabando con su sufrimiento.
****
Chris Landon, diecisiete años, hijo de una familia de clase media alta de solo tres miembros fue hallado sin vida a las siete y quince de la mañana del día catorce de junio por una mujer que iba a su trabajo, su cuerpo estaba tirado en la entrada de un callejón, con los ojos abiertos, la cabeza en un Angulo anormal y múltiples heridas de un arma corto punzante.
Ese día, muchos se despertaron debido al escalofriante grito que emitió la dama al conseguir esa espeluznante escena.