CAPÍTULO 4

2043 Words
Me despierto agitada por una pesadilla horrible que ahora no soy capaz de recordar, pero juro que todavía soy capaz de sentir el terror, todavía siento que hay alguien observándome, preparándose para saltar sobre mí. - ¡Ángel! – salto en mi lugar cuando la puerta se abre de un portazo, pero me relajo cuando noto que es Samuel, y sin pensarlo dos veces me lanzo a sus brazos y comienzo a llorar ahí, en su pecho, sintiéndome finalmente segura. >> Estabas llorando y luego gritaste ¿qué paso mi amor? – me levanta como si no pesara nada, pero no me separa de su cuerpo, sino que, manteniéndonos así, se traslada a mi cama y se sienta ahí conmigo sobre él. - Tuve una pesadilla – limpio mi cara un poco avergonzada por hacer una escena como está a mi edad, ya no tengo cinco, soy patética – Disculpa por esto – desde pequeños siempre era él quien salía corriendo y venía a despertarme por las pesadillas que a diario me visitaban. Siempre era la misma, esos hombres sin cara disparándoles a mis padres y luego uno simplemente acaricio mi cara con delicadeza antes que otro llegara caminando rápido, lo empujara y luego me golpeara en la cabeza, pero yo no me desmayé ahí, sino que me quede en el piso, llorando, viendo como mis padres no se despertaban. Samu también había pasado algo muy feo meses antes, su mamá lo abandonó en la puerta, él era un niño, pero aun así él se preocupaba por mí, iba corriendo cada que me acordaba de lo que pasó, se quedaba a dormir conmigo después de mis pesadillas. Él es el verdadero ángel aquí, el que siempre me ha protegido de todo, hasta de mis demonios. - ¿La misma de siempre? – me quedo callada analizando su pregunta. Siempre recuerdo mis sueños, especialmente esa pesadilla, pero esta vez no sé qué ocurría, que pasaba, ni siquiera que fue lo que me hizo despertar. Solo recuerdo esa sensación de ser observada y perseguida. Todavía la tengo y todavía estoy estremeciéndome por esa desagradable sensación de ser tocada por miles de manos. - No sé – susurro casi sin voz, exhausta – Pero me seguían, me sentía observada y luego eran como mil manos y todas ellas estaban sobre mí – desesperadamente intento recordar más, pero eso solo hace que mi dolor de cabeza y mis ganas de llorar aumenten. - Shh, no pasa nada, fue un sueño – besa mi cabeza y vuelve a apretarme entre sus brazos. - Era diferente, no era la misma de siempre – estuve soñando durante tanto tiempo lo mismo que aprendí a controlarlo, podía cerrar los ojos y dejar de ver a mis padres, podía voltear la cara y no tener que ver sus cuerpos sin vidas, ya no me despertaba gritando y llorando. Pero esto era algo muy diferente. - Ya, ya todo pasó – murmura varias veces apretándome entre sus brazos y llenándome de toda la tranquilidad que necesitaba. Es como si siempre supiera lo que necesito y me lo diera a montones. No sé qué sería de mi vida si no lo tuviese a mi lado. - ¿Ariel? – mi abuela entra asustada y recuerdo cuando Samuel entró diciéndome que grite. Qué vergüenza tener que hacerlos pasar por esto cuando ya estoy grandecita como para seguir llorando por los terrores nocturnos que me siguen desde hace años. - Disculpa por despertarte abuela, fue una pesadilla – observo con ojos tristes como se ve tan cansada. Ella no debería estar pasando por esto, solo debería descansar y vivir el resto de su vida feliz. - No tienes que disculparte cariño, todo está bien – se acerca a nosotros y deja un beso en la frente de cada uno antes de caminar otra vez a la puerta – No se duerman muy tarde, mañana tienen escuela – es lo último que dice antes de cerrar la puerta y dejarnos solos. - ¿Te quedas conmigo? – por un momento, veo como Samu lo duda, algo que me confunde un poco porque nunca antes lo había hecho, pero termina asintiendo. - Iré a bañarme y volveré contigo – se pone de pie, pero tomo su mano deteniéndolo, con la duda pintada en mi cara, eso además que después de tanto tiempo juntos, podemos leernos a la perfección – También tuve una pesadilla y sigo muy sudado, desperté poco antes que tu – suspiro con tristeza, siempre soy yo, tan egoísta que no soy capaz de pensar que los demás también tienen problemas. - Disculpa, tú también tienes problemas y yo… – siento como se me vuelven a poner húmedos los ojos, pero entonces él se vuelve a acercar a mí y deja su frente sobre la mía. - Te amo, ángel, siempre que necesites algo yo estaré ahí, no importa nada más, solo tu – niego levemente con la cabeza, manteniendo los ojos cerrados, pero él detiene el movimiento con sus manos en mis mejillas – Solo déjame cuidarte, eso es todo lo que necesito para ser feliz ¿sí? – suspiro temblorosamente y asiento, sintiéndome incapaz de hablar sin romper a llorar. >> No tardaré – deja un beso en mi mejilla y sale de la habitación. Realmente no sé qué sería de mí sin Samuel, probablemente ya me hubiese rendido hace muchísimo tiempo. **** Cuando llegamos al instituto nos observan, pero mucho más de lo normal ¿qué demonios? Murmuran y se quitan de nuestro camino, sin embargo, me doy cuenta que no es a nosotros, sino a mí. Confundida, busco a las chicas, pero solo consigo a Nora y Angelica, que caminan a otro lado a toda velocidad apenas ven que me dirigía hacia ellas. Me freno de golpe, más confundida que nunca y volteo a Samuel que me sigue desde que llegamos. Algo está mal, muy mal. Abro la boca, queriendo preguntarle, pero es ilógico que Samuel sepa algo considerando que llegamos juntos. - Vamos al salón – por fortuna, hoy tengo la primera y última clase con Samu, algo poco común pero que aprecio infinitamente. El resto del día es igual, todos me ven sin disimulo y murmuran, pero cuando intento preguntarles que ocurre huyen como si yo tuviese una enfermedad altamente contagiosa y mortal. No voy a mentir, me siento un poco mal por eso. - Es que no entiendo – bajo la mirada una vez nos sentamos en la cafeteria, en donde todas las mesas a nuestro alrededor están vacías. Esto parece un chiste. - Son unos imbéciles, eso es todo ángel, no te dejes decaer por esto – exhalo con fuerza levantando la vista encontrándome con que él tiene los ojos fijos en mí. - Es tan raro ¿huelo mal? – inclino la cabeza confundida sin que se me ocurra que otra cosa puede estar pasando, porque es que no tiene nada de sentido, no he hecho nada para que me eviten de ese modo. El rumor de que soy una zorra es viejo, causa que muchas veces me vean y murmuren, pero jamás que huyan así de mí. Seguro Chris dijo que tengo alguna enfermedad, aunque ese no era su estilo. - Hueles a cielo, pequeño ángel – suelto una risita cuando pellizca mi nariz con dulzura, logrando distraerme que es lo que seguramente buscaba. - ¿Y si Chris dijo algo sobre que tengo alguna enfermedad de trasmisión s****l? – me acerco para hablar en susurros y que solo él sea capaz de escucharme, aunque es muy probable que no sea necesario porque igual tenemos un radio considerable solo para nosotros. - Si me entero que hizo eso tendré que golpearlo – niego rápidamente con la cabeza viendo como frunce su ceño con enojo. - No, él no sería capaz de eso – bueno, tampoco pensé que podría golpearme como lo hizo, pero lo mejor es que Sam no busque problemas. Ya fue una hazaña hacer que no fuese atrás de él después de verme llegar a casa de esa manera. - Oh, Ariel, aquí estas – abrazo con fuerza a Luna una vez llega y se sienta a mi lado con su habitual sonrisa ausente. Quizás debería dejar de abusar de los alucinógenos, pero soy incapaz de decirle que las deje cuando yo tambien me autodestruyo a mi manera. Ella utiliza estupefacientes, yo siempre termino con un mal hombre. - No te había visto – frunzo el ceño confundida. - Tu eres la que desapareció, no fuiste a clases – se queda un momento mirándome confundida hasta que suelta una suave risa y asiente. - Sabes, desde que Chris fue un asno y te alejó de nosotros, he pasado tiempo con Cesar y es buen chico – me inclina hacia atrás, chocando con el cuerpo de mi hermano que permanece callado, escuchándonos. - Cesar es igual que Chris – fue él quien le dio esa atroz idea de “hacerme obedecer” pero claro, eso es algo que mi amiga no sabe porque lo único que es de dominio público es el hecho que fui golpeada y aparentemente dejada, porque claro que él se adelantó a dar esa versión. No me molesta, me da igual si piensan que él me dejó, lo importante es que se sepa que ya no estamos juntos. - Si, tienes razón, pero lo hace muy bien – niego un par de veces con la cabeza sin querer indagar más a ese tema. - Como sea ¿sabes lo que están diciendo de mí ahora? Más temprano vi a Nora y a Angélica, pero salieron huyendo cuando me acerqué – Luna frunce el ceño y por primera vez desde que se sentó a mi lado me da una mirada lúcida. - Tiene que ver con Chris – lo sabía, él dijo algo – No vino hoy y está sonando cosas alarmantes, o eso creo porque todos empalidecen o chillan cada que lo mencionan, quería preguntarle a Cesar, pero me dijo que te preguntara a ti – todo no hace sino ponerse más engorroso. - No tengo idea – murmuro y justo cuando lo hago suena el timbre que indica el inicio de la última clase del día. - Intentaré saber que pasa y te lo diré en la salida – la detengo de la mano y niego. - Hoy tengo trabajo, mándame un mensaje o hablamos mañana ¿sí? No le des muchas vueltas – seguro es una estupidez, lo que sea prefiero no pensar más en Chris y mejor enfocarme en mi futuro. Prefiero pensar en Brian, el lindo ojiverde que me escribe todas las noches y en la mañana, quizás sea él el indicado. **** Sonrió divertida cuando una flor cae en mi cabeza. Samuel ha estado haciendo eso cada que me ve muy callada y es un gesto muy lindo porque me encantan las flores, pero si mi abuela se da cuenta nos va a regañar. - Ya basta – susurro con una sonrisa divertida en su dirección, pero él solo se encoje de hombros y me da otra sonrisa juguetona antes de quitar todo gesto de su cara de un segundo al otro, cosa que me alarma y hace que me voltee a ver qué le causó eso. En la entrada del local se encuentra un oficial de policía junto con mi abuela hablando seriamente y luego él la sigue hacia nosotros. Lo que me preocupa es la cara seria que tiene mi abuela. - La señorita Ariel Bennet – asiento confundida sobre que podría necesitar la policía de mí - ¿Conoce al señor Chris Landon? – vuelvo asentir un poco asustada de lo que podría haber pasado - ¿Puede indicarme qué relación mantenía con él? - Es mi ex novio ¿por qué necesita saberlo? – se quita la gorra que hace parte de su uniforme y suspira con cansancio antes de verme fijamente, como intentando leerme ¿Qué demonios? - El señor Landon fue hallado muerto esta mañana en un callejón - ¿qué está pasando? – Varios de sus compañeros insinúan que usted podría saber algo, entonces, me gustaría que me dijera qué estuvo haciendo durante la noche de ayer. Quiero gritar.
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