Pruebas contundentes

1121 Words
Gerson, viendo que Jennifer comenzaba a dudar de él, decidió tomar medidas drásticas para asegurarse de que no pudiera escapar ni comunicarse con el exterior. Esperó a que Jennifer estuviera desprevenida y, en un momento de descuido, la drogó con una sustancia sedante. Cuando Jennifer recuperó el conocimiento, se encontraba en un lugar desconocido, rodeada por el sonido de las olas rompiendo en la costa. Se dio cuenta de que estaba en una isla remota, sin posibilidad de escapar y sin comunicación con el exterior. —¿Dónde estoy? ¿Qué has hecho, Gerson? —preguntó Jennifer, sintiendo una mezcla de confusión y temor mientras miraba a su alrededor. Gerson se acercó a ella con una expresión sombría en el rostro. —Lo siento, Jennifer. No me dejaste otra opción. Necesitaba asegurarme de que no pudieras arruinar mis planes —dijo con frialdad. Jennifer se sintió impotente y furiosa ante la traición de Gerson. Había confiado en él y ahora se encontraba atrapada en una situación desesperada, sin saber si alguna vez podría encontrar una forma de escapar de esa isla solitaria. Mientras tanto, Gerson observaba a Jennifer con una sonrisa maliciosa en el rostro, sabiendo que ahora tenía el control total sobre ella y que podía manipularla a su antojo. Gerson se acercó a Jennifer con una mirada fría y calculadora, mientras ella lo observaba con mezcla de temor y resentimiento. —Jennifer, entiendo que estés molesta, pero necesito que comprendas la gravedad de la situación —dijo Gerson con voz serena, aunque cargada de determinación—. Si no apareces pronto, Ronald podría ser acusado de secuestro. Sería otra forma de arruinar a la familia Wilson y vengarnos por todo lo que nos han hecho pasar. Jennifer lo miró con incredulidad, sin poder creer la audacia de Gerson. —¡No puedes estar hablando en serio! ¡No puedes hacerme esto! —exclamó, sintiendo la rabia y el miedo apoderarse de ella. Gerson mantuvo su expresión impasible, sin mostrar señales de arrepentimiento. —Lamento que las cosas hayan llegado a este punto, Jennifer, pero tú misma elegiste este camino al involucrarte en nuestras maquinaciones. Ahora, debes enfrentar las consecuencias. Jennifer se sintió atrapada en un callejón sin salida, sin saber cómo escapar de la situación en la que se encontraba. Sabía que Gerson no vacilaría en usarla como ficha en su juego de venganza contra los Wilson, y eso la llenaba de temor y desesperación. En la estación de policía, Ronald se encontraba sentado frente al detective del caso, con su abogado presente para asesorarlo en el interrogatorio. Mantenía la compostura, aunque podía percibir la tensión palpable en el aire. —Señor Wilson, tenemos testimonios que indican que estuvo con Jennifer en el hotel esa noche —comenzó el detective, observando atentamente la reacción de Ronald. Ronald asintió, manteniendo la calma. —Es cierto. Nos encontramos en el hotel esa noche, pero yo me retiré solo. Jennifer se quedó un poco más, pero no sé qué sucedió después. El detective frunció el ceño, apretando los labios en una mueca de frustración. —Según nuestras cámaras de seguridad, Jennifer salió del hotel aproximadamente 10 minutos después de que usted lo hiciera. Pero después de eso, no hay registros de su paradero. ¿Qué puede decir al respecto? Ronald se mantuvo firme en su posición. —Lo lamento, detective, pero no tengo idea de lo que pudo haber pasado con Jennifer después de que nos separamos. No tengo motivos para hacerle daño. Solo quiero que ella aparezca sana y salva. El abogado de Ronald intervino. —Mi cliente está cooperando plenamente con la investigación, pero hasta que no haya pruebas concretas en su contra, cualquier acusación en su contra es infundada. El detective asintió con gesto serio. —Entiendo su posición, señor Wilson. Pero tenga en cuenta que este es un asunto grave y estamos tratando de encontrar a Jennifer lo antes posible. Ronald asintió en señal de entendimiento, aunque por dentro sentía la angustia y la incertidumbre creciendo con cada minuto que pasaba sin noticias de Jennifer. Sabía que debía mantener la calma y confiar en que la verdad saldría a la luz eventualmente. El alivio de Ronald al ser liberado se desvaneció rápidamente cuando fue detenido nuevamente por el detective antes de llegar a su auto. Una sensación de pánico lo invadió mientras el detective se acercaba a él con una expresión grave en el rostro. —Señor Wilson, lamento tener que hacer esto, pero hemos encontrado nueva evidencia que lo vincula directamente al caso de la desaparición de Jennifer —anunció el detective con voz firme, mientras lo escoltaba de regreso a la estación. Ronald sintió un nudo en el estómago mientras lo conducían de regreso al cuarto de interrogatorio. Las manos le temblaban ligeramente mientras esperaba nervioso a que comenzara la reproducción de la supuesta llamada incriminatoria. El sonido de su propia voz resonó en la habitación mientras escuchaba la grabación de la llamada en la que supuestamente ordenaba el secuestro de Jennifer. El corazón de Ronald latía con fuerza mientras intentaba comprender lo que estaba escuchando. —¡No puede ser! ¡Yo no dije eso! —exclamó Ronald, con voz temblorosa, negando con la cabeza mientras intentaba desesperadamente explicar lo que estaba escuchando. El detective lo miró con severidad. —Lo siento, señor Wilson, pero la evidencia en su contra es abrumadora. Ahora necesito que me explique qué es lo que realmente sucedió esa noche. Ronald se encontraba en un callejón sin salida, atrapado en una red de acusaciones y pruebas que lo señalaban como el responsable de la desaparición de Jennifer. Sabía que debía encontrar una forma de probar su inocencia antes de que fuera demasiado tarde. El abogado de Ronald rápidamente presentó los registros telefónicos que demostraban que la llamada en cuestión fue realizada casi una hora después de la desaparición de Jennifer. Sin embargo, el policía señaló un detalle crucial: la orden en la llamada era clara y precisa, indicando que llevaran a Jennifer al "lugar de siempre", lo que implicaba que Ronald conocía el paradero de Jennifer en ese momento. Ronald se sintió acorralado mientras escuchaba atentamente la conversación entre su abogado y el oficial. Sabía que debía encontrar una explicación plausible para desacreditar esa evidencia, pero la presión del momento lo abrumaba. —Lo siento, señor Wilson, pero esto no pinta bien para usted —dijo el oficial con tono serio, mientras el abogado continuaba argumentando su caso. Ronald se aferró a la esperanza de que su abogado pudiera encontrar una brecha en la evidencia en su contra. Sabía que su libertad y su reputación estaban en juego, y estaba dispuesto a luchar hasta el final para demostrar su inocencia.
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