Elena y Ronald se encontraban en su habitación, Elena le seguía dando vuelta al hecho de que ella era la hija perdida de Gabriel.
—¿Te harás la prueba?
—Aunque quisiera quedarme con la duda, desde siempre quise saber lo que había pasado con mi familia, ahora que puedo confirmar lo que sucedió no puedo dejar en duda eso, pero si lo hago es para saber si realmente es mi padre, no por esa estúpida herencia.
—¿Te vas a divorciar de mí? Firmaste un acuerdo conmigo.
—Se lo que firme, pero las circunstancias han cambiado, nunca esperé tener relaciones con mi sobrino.
—Yo no quiero hacerlo, en todo caso me costó encontrar alguien como tú, prefiero decir que no conocíamos la verdad a separarme de ti.
Elena no respondió a las insinuaciones de Ronald, ella veía toda la ropa en la cama.
—Dime, ¿crees que valdrá la pena hacer todo esto? Es decir, confirmar que soy una Wilson y ¿después que? Si te dije que no anunciará que soy tu esposa, ahora menos anunciar eso.
—Realmente no me importa lo que diga la prensa, pero si lo que tu pienses.
Al final acordaron que el médico personal llegaría a tomar las muestras de sangre, con el fin de evitar que la información se filtrara.
Gabriel intento en reiteradas ocasiones acercarse a Elena, pero esta se alejaba cada vez que lo veía cerca.
—Elena, no siempre podrás correrte de mí, si no me dejas hablar entonces haré público que eres una Wilson y los ojos de toda la ciudad estará sobre ustedes.
Elena al escuchar esta amenaza simplemente se dió la vuelta hacia Gabriel.
—¿Crees que tengo miedo a que afirmes eso? No puedes hacer eso sin tener la prueba de ADN y eso estará listo hasta mañana, mientras tanto todo lo que digas son palabras vacías.
—Yo no quería aislar a tu madre...
—Ahora dirás que la amabas y que tu esposa te obligó hacerlo, esa historia ya está quemada, Gabriel, dejame en paz, tú nunca serás mi padre.
Elena se alejó nuevamente de Gabriel.
Gabriel estaba ansioso por conocer los resultados, no le importaba nada, hace muchos años prefirió a la familia que proteger a su propia hija, en esta ocasión haría lo contrario, buscaría como proteger a su propia hija, sin importar cuál sea el resultado.
Alicia se acercó a Gabriel.
—Sabes, algo me dice que no debes de esperar mucho, conocía muy bien a Alessandra y la verdad es que no veo mucha similitud en ella.
—Quizás es más Wilson.
—Ese es el detalle, tampoco se parece a ti, pero veremos mañana, el doctor dice que estará aquí a las ocho de la mañana, espero que puedas descansar.
Alicia dejó solo a Gabriel, pero este tuvo una idea, llamó al médico de cabecera e intentaría saber los resultados antes.
—Señor Gabriel, es un gusto escucharlo, ¿sucede algo malo?
—No sucede nada doctor, solo quisiera adelantarme a los hechos y quería que me brindara información sobre los resultados.
—Señor Gabriel, no puedo hacer eso, no es ético profesionalmente, en este caso los dos solicitaron los resultados y ambos tienen que estar presente, pero lo que si puedo decirle es que hay buenas noticias.
—Eso es más que suficiente.
Gabriel se animó bastante, empezó a realizar ciertos preparativos, sin que los demás se dieran cuenta. Gabriel se puso en contacto con un viejo amigo de la prensa, para eso uso un teléfono desechable.
—Gabriel, cuanto tiempo sin escucharte.
—Mira, te llamo rápido, envía a un equipo de reporteros, les daré acceso a la mansión, les daré una exclusiva.
—¿Mañana? ¿No me puedes dar un adelanto?
—No, no puedo, si quieres la exclusividad dime, sino busco a otro que estará muy feliz y de seguro su carrera crecerá.
—Esta bien, si tu mismo me estas llamando es por debe ser algo muy importante.
—Así es, no te vas a arrepentir.
Gabriel se dirigió hacia uno de los restaurantes pertenecientes a la familia Wilson, le hizo un pedido especial al chef y este debería de estar a las siete con cincuenta, ni un minuto más tarde.
Si anunciará al público sobre su hija, deberá hacer como todo un Wilson, a lo grande.
Luego se dirigió a las principales tiendas de vestuario y encargó todos los vestidos de la talla de Elena, para los dependientes no fue muy difícil, pues ya habían tenido la oportunidad de atenderla, sin embargo, les sorprendió que el mismo Gabriel Wilson se encontrara ahí para hacer tal pedido.
Las compras deberían de llegar el día de mañana a las ocho con quince de la mañana, le iría dando un regalo cada cierto tiempo.
Por último se dirigió a la joyeria, aquí hizo algo que jamás había hecho.
—Quiero comprar todas las joyas.
—Señor, nuestra tienda tiene un inventario actual de aproximadamente veinte millones de dólares.
—¿Acaso te he pedido que me des un monto? Solamente te he dicho que compraré toda la tienda.
El joyero estaba contento, pues ellos reciben el 5% de comisión por venta y esta venta le generaría al menos un millón de dólares en comisión.
Se dirigió hacia el gerente y le comentó lo sucedido, se levantó rápido de la silla y fue directo a Gabriel.
—Señor Wilson, es un placer verlo, me han comentado que desea comprar toda la tienda, ¿no desea usted ver un inventario más especifico?
—Tienes razón, quiero que saques aquellas joyas que puedan costar menos de trecientos mil dólares.
El gerente le hizo una señal al dependiente, ya estaba viendo como los números se reducian.
El monto había descendido a doce millones de dólares.
—Señor Gabriel, justamente hoy me ha llegado una joyeria muy especial y exclusiva, me gustaría mostrársela.
Gabriel hizo una seña de que proceda.
El gerente fue a su oficina y luego regresó, abrió una caja y le mostró a Gabriel. Las piedras que tenía esta joya era muy brillante, se miraría muy hermoso en cualquier mujer que lo usará.
—¿Cual es el costo de esto?
—Esta colección tiene un total de treinta millones de dólares, pero por ti lo dejaré en veintisiete millones.
Gabriel empezó a revisar las joyas, había estudio gemologia y conocía muy bien del valor, una joya solo por estar hecha de oro tiene un valor máximo, lo que hace que aumente su valor son las piedras preciosas.
—¿Quieres verme la cara de estúpido? —preguntó Gabriel—. Estas piedras son falsas, son sintéticas y de bajo valor.
—¿Falsas? ¿Tiene alguna prueba para decir eso? Lo que tu quieres es llevarte un buen producto a un bajo costo.
—Me conoces, si lo vale lo p**o, pero sino te lo diré, no quiero tu porquería, sabes, pensé que esta era la mejor tienda, pero al parecer me he equivocado, quizás las piezas no sean 100% oro.
El gerente se estaba comenzando a alterar, Gabriel le estaba llamando estafador.
—Llamare a mi mejor gemologo y te demostraré que son falsas.
El gerente marco un número y puso la llamada en altavoz.
—Richie, tengo un hombre aquí que afirma que las joyas son imitaciones, ¿que dices al respecto?
—Que no sabe nada, te quiere estafar.
—Te lo dije, Gabriel Wilson, mis piedras son auténticas.
—¿Dijiste Gabriel Wilson? —dijo Richie algo temeroso.
—Así es, no sabía que ahora hacías trabajo sucio.
—No señor, nada de eso, si usted dice que las piedras son falsas, entonces lo son.
—Cobarde, le temes solo porque es Wilson.
—No, le tomo por que es mi maestro y lo que yo sé no se compara con sus conocimientos.