En la isla remota, Jennifer estaba desesperada por encontrar una manera de comunicarse con el exterior. Había buscado en todos los rincones de la pequeña cabaña donde Gerson la mantenía prisionera, pero no había encontrado ningún teléfono ni dispositivo electrónico que pudiera usar.
Una noche, mientras revisaba la casa con más detenimiento, encontró un kit de emergencia escondido en un armario polvoriento. Al abrirlo, sus ojos se iluminaron al ver una pistola de bengala. Aunque sabía que no sería una solución definitiva, podría ser una señal de socorro que alguien, en algún lugar, podría ver.
Esperó pacientemente hasta que Gerson se quedó dormido. Sabía que solo tenía una oportunidad y no podía fallar. Con el corazón latiendo con fuerza, tomó la pistola de bengala y salió al exterior en la oscuridad de la noche.
—Por favor, que alguien la vea... —susurró Jennifer para sí misma mientras apuntaba al cielo y apretaba el gatillo.
La bengala se disparó hacia el cielo nocturno, iluminando la isla con una luz brillante y rojiza que se elevó y quedó suspendida en el aire antes de comenzar a descender lentamente. Jennifer observó con esperanza mientras la bengala se desvanecía, deseando que alguien la hubiera visto.
Afortunadamente, en un barco de la Guardia Costera que patrullaba las aguas cercanas, un m*****o del equipo notó la luz inusual.
—¡Capitán, he visto una bengala en la isla deshabitada al suroeste! —exclamó el guardacostas, señalando en la dirección donde había visto la señal.
El capitán del barco, un hombre con mucha experiencia, frunció el ceño y asintió. —No hay barcos en esa zona según nuestros radares. Esto podría ser una señal de alguien en peligro. Preparémonos para una misión de rescate.
El equipo de rescate de la Guardia Costera se movilizó rápidamente. Mientras se acercaban a la isla, las luces de sus barcos iluminaban la costa rocosa. Desembarcaron con cautela, preparados para cualquier situación.
Jennifer, al ver las luces del barco acercándose, sintió una mezcla de alivio y temor. Sabía que Gerson podría despertar en cualquier momento.
Gerson, sin embargo, ya había despertado. Al notar la ausencia de Jennifer y ver la luz de la bengala, se dio cuenta de lo que había sucedido. Furioso, salió de la casa buscando a Jennifer.
—¿Qué has hecho? —gritó, sus ojos llenos de ira al encontrarla cerca de la costa.
—¡Ayuda! ¡Estoy aquí! —gritó Jennifer, tratando de captar la atención de los guardacostas.
Los guardacostas, al escuchar los gritos de Jennifer, corrieron hacia su dirección. Gerson se lanzó hacia Jennifer, pero antes de que pudiera alcanzarla, los guardacostas lo rodearon.
—¡Alto! ¡No te muevas! —gritó uno de los guardacostas, apuntando su arma hacia Gerson.
Gerson levantó las manos, sabiendo que no tenía escapatoria. Los guardacostas lo esposaron rápidamente y se aseguraron de que Jennifer estuviera a salvo.
—¿Estás bien? —preguntó uno de los guardacostas, con una voz amable.
—Sí, gracias a Dios están aquí. Él me secuestró —dijo Dara, con lágrimas en los ojos.
Mientras tanto, en la cárcel, Ronald estaba a punto de reunirse con su abogado cuando un guardia habló anticipadamente.
—Señor Wilson, su abogado tiene una noticia urgente —dijo el guardia.
El abogado, con una expresión seria, se volvió hacia Ronald. —Ronald, necesito que escuches esto con calma. Los guardacostas han rescatado a Jennifer y han atrapado a Gerson. Lo encontraron en una isla, donde la tenía secuestrada.
Ronald, inicialmente sorprendido, sintió una mezcla de alivio y renovada determinación. —¿Jennifer está a salvo? ¿Cómo está ella?
—Está físicamente bien, aunque traumatizada. Nos ha contado todo lo que ha pasado. Al parecer, Gerson la mantuvo prisionera en la isla —respondió el abogado.
Ronald respiró profundamente, tratando de asimilar la información. —Entonces, ¿esto significa que podemos probar mi inocencia?
El abogado asintió. —Sí, con el testimonio de Jennifer y la captura de Gerson, podemos demostrar que no tuviste nada que ver con su secuestro. Además, la evidencia contra Gerson es sólida.
Ronald, ahora más decidido que nunca, se preparó para enfrentar los próximos desafíos. Sabía que aún había mucho por hacer, pero con Jennifer a salvo y su testimonio a su favor, finalmente tenía una oportunidad real de limpiar su nombre y desmantelar el complot que Gerson había orquestado.
—Necesitamos movernos rápido. Quiero que Jennifer esté protegida en todo momento. Gerson es peligroso y no sabemos qué más podría intentar —dijo Ronald con firmeza.
—Ya estamos en ello. La policía está trabajando en su caso y Jennifer está bajo protección. Todo saldrá bien —respondió el abogado, tratando de calmar a Ronald.
Ronald, aún preocupado pero más esperanzado, se despidió de su abogado y se preparó para lo que venía. Sabía que la verdad estaba saliendo a la luz y que, con el testimonio de Jennifer y la captura de Gerson, podría finalmente demostrar su inocencia.
Ronald se quedó en la sala de interrogatorios, esperando noticias adicionales de su abogado. La tensión en el aire era palpable, pero una chispa de esperanza comenzaba a iluminar su mente. Después de lo que pareció una eternidad, su abogado regresó, esta vez con una sonrisa tenue pero significativa.
—Ronald, hay más buenas noticias. Jennifer ha dado un testimonio completo. Ha revelado cómo Gerson la manipuló para que hiciera esas acusaciones falsas contra ti. Esto, junto con la evidencia de su secuestro, debería ser suficiente para limpiar tu nombre.
Ronald se dejó caer en la silla, dejando escapar un suspiro de alivio. —No puedo creer que finalmente esté terminando. ¿Cuánto tiempo crees que tardará en resolver esto?
—Con Jennifer a salvo y su testimonio en nuestras manos, las cosas deberían avanzar rápidamente. Ya he solicitado una revisión de tu caso. La policía también está reevaluando todas las pruebas —respondió el abogado con confianza.
Mientras tanto, en un apartamento seguro proporcionado por la policía, Jennifer estaba sentada en el sofá, todavía temblando por su reciente experiencia. Dos agentes, asignados para su protección, la vigilaban de cerca. Uno de ellos, el agente Martínez, se acercó a ella con una taza de té caliente.
—Tome, señorita. Esto le ayudará a calmarse —dijo Martínez, ofreciéndole la taza.
Jennifer aceptó el té con manos temblorosas, tratando de esbozar una sonrisa. —Gracias, agente Martínez.
El otro agente, Rivera, observaba atentamente desde la puerta. —No se preocupe, señorita. Estamos aquí para asegurarnos de que nada le pase. ¿Hay algo que necesite?
Jennifer negó con la cabeza, pero luego se detuvo, como si recordara algo importante. —Sí, en realidad... hay algo. Necesito hablar con Ronald. Necesito aclarar las cosas.
Martínez asintió comprensivamente. —Hemos informado a su abogado. Él estará aquí pronto para coordinar una llamada.
Mientras esperaban, Jennifer no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido. Sabía que tenía que hacer las cosas bien y contar toda la verdad, sin importar las consecuencias. Sabía que Gerson la había manipulado y que ahora debía corregir sus errores.
En la cárcel, Ronald estaba esperando noticias cuando su abogado entró apresuradamente.
—Ronald, hemos asegurado un lugar seguro para Jennifer. Está bajo protección y quiere hablar contigo.
Ronald asintió, aliviado. —Necesito escucharla. Necesito entender todo lo que ha pasado.
El abogado asintió. —Vamos a coordinar una llamada ahora mismo.
Poco después, en la sala de visitas, Ronald se sentó frente a un teléfono mientras su abogado marcaba el número. El teléfono sonó y finalmente Jennifer contestó.
—Ronald, soy yo, Jennifer —dijo ella, su voz temblorosa pero decidida.
—Jennifer, me alegra saber que estás a salvo. ¿Estás bien? —preguntó Ronald con preocupación genuina.
—Estoy bien, Ronald. Pero necesito decirte algo. Todo esto... todo lo que pasó fue culpa de Gerson. Me manipuló para que te acusara falsamente. Pensé que obtendríamos dinero y no entendí en qué me estaba metiendo hasta que fue demasiado tarde —dijo Jennifer, su voz quebrándose.
Ronald respiró hondo. —Lo sé, Jennifer. Lo sé ahora. Lo importante es que estás a salvo y que puedas testificar sobre lo que realmente sucedió.
—Lo haré, Ronald. Prometo que diré toda la verdad. Solo quiero enmendar lo que he hecho —respondió Jennifer, con lágrimas en los ojos.