Godfrey escuchó un grito detrás de él y se dio la vuelta y vio que los ejércitos invasores de los Caballeros de los Siete estaban matando a hachazos a los soldados de Volusia. Tragó saliva cuando se dio la vuelta y miró hacia delante, en la distancia, al resplandeciente puerto de Volusia, que parecía estar a un millón de kilómetros. No sabía si conseguiría llegar hasta allí. Los pulmones le ardían tanto que al final tuvo que parar, respirando agitadamente. Inmediatamente, Silis se dio la vuelta y lo miró. “¡Id sin mí” dijo jadeando. “No puedo correr tan rápido”. Pero Silis se detuvo y dio la vuelta. “No”, insistió ella. “Una vez viniste a por mí y yo iré a por ti”. Corrió hacia él, le pasó un brazo por encima del hombro y sus hombres la siguieron y fueron en busca de Akorth y Fulton,