Desconocidos

Jorge Daniels, estaba sentado en la mesa de un bar, su preferido, le encantaba   venir aquí, con un vaso de Whisky en la mano disfrutaba del ambiente, disfrutaba de él. Le gustaban estos momentos que podía relajarse, su trabajo lo agotaba bastante, aunque su hermano siempre intentará ayudarlo, había cosas que solo él podía hacer, no siempre todo era fácil y ser el Ceo era muy agobiante. Seguía perdido en sus pensamientos cuando una hermosa mujer se acercó a él. Disculpe buenas noches… ¿Usted es Jeremy Waker? Salió de sus pensamientos y miró fijamente a la joven chica, le sonrió de medio lado, negó con la cabeza y siguió bebiendo de su vaso. Samantha Wolf sintió que su cuerpo se estremeció cuando vio esa media sonrisa en una cara tan seria, se veía como un Dios que había descendido solo para burlarse de ella; su belleza la abrumo tanto que no salía palabra de su boca. Al ver la expresión de la mujer, Jorge quedó fascinado— le había gustado la muchachita, aunque ya no era un jovencito, disfrutaba de una buena noche de pasión de vez en cuando y ¡mejor si la presa buscaba al cazador! Al regresar a sus sentidos Samantha sonrió coqueta. Tenía una cita a ciegas, ¡creo que encontré algo mejor!, le guiño un ojo y puso su mejor cara de inocente. Jorge se levantó dejó un billete en la mesa, agarro del brazo a Samantha la miro fijo y abrazador, arrastrándola fuera del bar, sin pensarlo dos veces - los empleados del local enseguida le trajeron su auto. Subió a Samantha, en el asiento del copiloto ella no salía del estado de shock, de todo lo que estaba pasando, pero su cuerpo no obedecía. Jorge se subió al asiento del piloto y manejo a su departamento que no quedaba lejos. Llegaron a un lujoso edificio, estacionó su auto frente a la entrada subieron al ascensor, — Samantha se había quedado muda dejándose llevar. Al llegar a la puerta reaccionó, soltó el agarre como pudo y se alejó un poco. Samantha lo miró fijamente a esos bellos orbes azules, sus verdes se posaron en él y repasaron a todo ese cuerpo en frente suyo, con descaro y sin inhibiciones lo beso. Fue un beso feroz apasionado y exigente; como pudo Jorge abrió la puerta no quería hacer un espectáculo público en algo que solo él quería ver. La arrincono contra la pared e intensificó el beso, se acercó aún más acortando cualquier espacio que tenían, tomo su cuello obteniendo el control a su desenfreno, tal como quería. Se vició con esos carnosos labios cerezos, al separarse quedó un hilo de saliva colgando de su labio uniéndolos así, pero la imagen que tenía enfrente le robaba el aliento. Samantha estaba agitada, su pecho subía y bajaba con dificultad, sus labios rojos y maltratados, su cara totalmente sonrojada y jadeaba un total espectáculo visual. Se estaba volviendo loco viendo a la chica, la agarro por la cintura, y siguió besándola, camino con ella cargándola a horcajadas sujetándola por las nalgas, era ligera sí que lo era, tropezaron con algunos objetos, pero ninguno quiso dejar de besarse, como pudieron llegaron a la habitación del Daniels. La tiro a la cama y la miró tan seductor que Samantha trago saliva en seco, se fue quitando su chaqueta muy lentamente, poniendo sus piernas en cada lado de las caderas de Samantha, volvió a besar fervientemente esos labios. Ella estaba hechizada por ese hombre desconocido, la tenía extasiada sus besos la hacían renunciar a la cordura, sus manos acariciaban su cuerpo con devoción con tanta devoción que se estaba derritiendo. Él empezó a regar besos desde su boca hasta su cuello, hasta donde tenía piel a su disposición, poco a poco fue quitándole la ropa, sin que Samantha pudiera negarse, estaba perdida en esa nube de lujuria que él la había subido. Terminó de sacarle el pantalón y los zapatos de tacón que ella llevaba, muy lentamente haciendo el acto tortuoso, —él solo se sacó la camisa con el dorso desnudo camino hacia un lado de la cama, tomó un frasco de lubricante y un condón. Samantha miraba cada una de las acciones de aquel hombre, estaba tratando de recobrar un poco el sentido y su respiración que parecía querer  abandonarla. Jorge se volvió a colocar entre sus piernas, pero está vez, regó un camino de besos en ella, — esa piel lechosa y suave haciendo estremecer a Samantha, - no entendía por qué, pero quería dejar marcas en todo ese cuerpo debajo de él, para que sean visibles y no osen tocarla. Ese cuerpo era suyo, ya le pertenecía. Lamió y mordió cada uno de esos delicados botones con gula, hasta dejarlos rojos y muy sensibles, siguió bajando besando su plano abdomen, sus caderas dejando marcas aquí y haya sus manos tomaban posesivo esas caderas, dejando las marcas de sus dedos en ellas. Llegó a su entrepierna, y sin previo aviso lamió su interior, Samantha gimió alto, arqueo su espalda de forma antinatural, lágrimas salían de sus ojos, estaba ahogada de tanto placer. Jorge estaba complacido de ver todas las expresiones de la mujer, la tenía en la gloria. Bajo lentamente el cierre de su pantalón, dejando ver su enorme erección. Samantha relamió sus labios y empezó a tocar ese cuerpo esculpido por los Dioses, y en un giro Inesperado, para Jorge quedó él abajo. Samantha dio besos en esos pectorales bien definidos, hasta llegar al m*****o ya goteando pre semen. Lo metió en su boca hasta donde cabía y se ayudó con sus manos a abarcarlo todo. Jorge gruñó por la excitación que la boca húmeda de esta mujer le daba, era cálida y su lengua una experta, introdujo sus dedos en los cabellos azabaches y empezó a embestir esa boca no fuerte, pero no era delicado, se vino unos segundos después sintiendo como ella tomaba todo de sí, sin derramar ni un poco. La jalo a su pecho y empezó a besarla posesivamente, probándose a sí mismo en el beso. La tiro en la cama y siguió besándola, pasando sus manos por esos hermosos y pechos. Bajo su mano hasta esos muslos, posicionando su mano en esa rosada entrada, masajeando suavemente su clítoris, sacando pequeños jadeos de ella. Introdujo un dedo y un poco de incomodidad pudo ser perceptible, Jorge la beso para que lo olvide, quería darle todo el placer que podía, cuando sintió que se relajaba unió otro dedo al anterior, para entonces las caderas de Samantha se movían solas introdujo un tercer dedo y los gemidos eran cada vez más fuertes. ¡Entra por favor! —Ya no lo soporto te quiero adentro- ¡Rogó Samantha sonrojada! No tuvo que decir nada más, saco sus dedos del interior de ella, — soltó un quejido de obstinación al sentirse vacía, que cambió enseguida por una de placer al sentir como Jorge la empezaba a penetrar. —Intentó hacerlo despacio, pero su autocontrol se perdió por el movimiento de Samantha. Entró de una sola estocada, sacándole un gemido agudo de dolor y placer al mismo tiempo pequeñas lágrimas salieron de sus ojos, —ella no era virgen, pero él no era pequeño. Jorge jadeaba y gruñía, se sentía tan bien estar dentro de esta chica, pero no se movió para no lastimarla más, espero hasta que ella se acostumbre, que fue a los pocos segundos que empezó a mover sus caderas.  Empezó con embestidas suaves sacando suspiros y gemidos bajos a la mujer. Samantha no estaba en este planeta, estaba perdida en el placer que le propinaba el desconocido, lo agarro por el cuello y beso desesperada y lujuriosa entrelazo sus lenguas. Jorge empezó a moverse salvajemente entrando y saliendo de ella sin piedad ya no tenía reservas, Samantha lo enloquecía. ¡Más por favor, más! ! No te detengas! Seguía embistiéndola, ahora con más fuerza llegando hasta el fondo encontrado ese punto dulce dentro de ella. Salió de ella y la giro poniéndola en cuatro, la tomo del cabello y empezó a embestirla con fuerza, la vista que tenía era grandiosa, ver esas nalgas tan redondas lo incitaban, empezó a dar nalgadas suaves, pero firmes arrancando gemidos altos a Sam. La nalgueada y sobaba quería ser rudo pero tierno al mismo tiempo. Soltó su cabello y agarro fuerte su cadera penetrándola sin compasión. Dio estocadas fuertes en este punto y Samantha se vino derrumbándose en la cama, unas estocadas más Jorge también lo hizo. Quedó encima del cuerpo más pequeño con la vista nublada por la total liberación que tuvieron, regulando sus respiraciones salió de ella y se acostó a su lado. Quedando dormidos al instante. Sin pensar siquiera a quien había metido en su departamento, Jorge a veces no media consecuencias. Samantha se despertó y recordó todo, enseguida trató de levantarse, pero sus caderas dolían. Puso toda su fuerza en pararse para irse, sin hacer ruido Dejó una nota encima de la mesa de noche y salió del departamento. Jorge estuvo despierto en todo momento, solo viendo todo lo que la joven hacía. Tomo la nota en sus manos. Gracias por esta noche, fue inolvidable— jamás, nadie me hizo sentir así. Te dejo mi número si quieres que nos encontremos de nuevo. Atte.  Samantha Wolf Jorge Daniels se rio de la nota y pensó ¿por supuesto que nos volveremos a ver ahora eres solo mía?. —Y cuando algo me pertenece, nadie lo toca y tú ya tienes mi marca personal.