—No fueron semanas, Fergus—, me dijo en voz baja, —no fueron semanas.
—¿Entonces cuánto fue?— Miré hacia arriba sin avergonzarme de soltar mis lágrimas, ya que a pesar de ser un hombre adulto también sabía que había padecido cosas que ningún hombre debería padecer. —Deben haber sido semanas, parecía más que unos pocos días.
—Fue mucho más que días—, me dijo y presionó mi rostro contra su pecho en un gesto lleno de amor y sin rastros de l*****a. —Fueron años. El rey Robert II está muerto y estamos en junio de 1390.
La miré incrédulo. Habíamos llegado a Badenoch en noviembre de 1388. —¿Tanto? ¿Qué pasó con el tiempo?”
—En el instante en que bebiste la cerveza de brezo en el castillo Ruthven, Alistair Mor te puso bajo su conjuro—. Explicó con ternura. —Te volviste su seguidor en todo. Te
