—¿Puedes verme?—soltó Tom, realmente asombrado y anonadado. —¿Qué?¡Claro que puedo verte, largo de mi casa!—exclamó Jordan, enfurecido. Su hermanastro se abalanzó sobre él y cuando quiso empujarlo, y apenas tocó sus hombros, Jordan retrocedió, gritando de dolor y mirando sus manos que comenzaban a enrojecer. Alma se escondió detrás de la espalda de Tom, como si quisiera protegerse de algo. Jordan, como respuesta, los miró sin ningún tipo de expresión en su rostro. —¡Esperenmé aquí y no se muevan ninguno de los dos!—masculló Jordan en un tono de advertencia. Subió las escaleras y en poco segundos ya estaba bajando de nuevo. Pero esta vez no estaba solo. Una chica de cabello rubio y de vestimenta blanca bajaba junto a él, tomándolo del brazo y murmurando cosas que ni Tom, ni Alma pudie