Un ex

1654 Words
La mañana estaba llegando a su fin y en esta ocasión me había ido súper bien con la venta de los pays. Esta vez mis hermanos fueron los que no regresaban a casa temprano y me sentí muy victorioso, porque yo ya estaba terminando de almorzar justo a la hora en que la puerta se abrió. — ¡Ya llegamos! —dijo Emilio quitándose su gorra. Mis hermanos parecían agotados. Estefan se dejó caer en la silla y se empino un vaso de agua. — ¡Hey! Lávate las manos primero. No ves que hay covid. Vienes de la calle y así de sucio eres. ¡Qué asco! —Pero tengo mucha sed. —Si pero tu salud es más importante que el cansancio. No quiero tener otro enfermo en esta casa, no sería de lo más justo para mamá el tener que cuidar de ti. Mi hermano se me quedo mirando con mucha curiosidad y recelo. Como si mi petición le hubiese causado molestia, de mala gana fue a lavarse las manos. —Y tu Emilio, por favor cierra la puerta, no sé porque la dejaste abierta. Sabes que mamá... — ¡Ah! Es que Gerardo vino, solo que se quedó en su auto hablando por teléfono. Ahorita entra. ¿Gerardo? Lunes después del domingo, tenerlo aquí me hizo sentir un poco en apuros. ¡De verdad que yo no esperaba verlo otra vez! Me quede callado, junte mi plato y lo fui a dejar al fregadero. Mi intención era netamente poder escapar de allí. ¡Mi corazón se sentía nervioso de ver a Gerardo. — ¿Iras a tu habitación? —me preguntó Estefan. ¿A dónde más podría huir? Mi corazón literalmente estaba en apuros. —Sí, tengo que ir a ordenar un poco mi cuarto porque es un desastre y tal vez riegue mis plantas porque neta que ya les hace falta el agua. Ves que no ha llovido desde hace tres días. Emilio me lanzo una mirada sacada un poco de onda, quizá mi comportamiento le estaba resultando demasiado obvio e infantil. —Pero... —Mamá está descansando un rato, traten de no hacer tanto ruido. Cualquier cosa me hablan. —Pero Gerardo… —Pues lo atienden bien. Hay pays en el refrigerador, le dan uno. ¿De acuerdo? Sin esperar la respuesta, subí los escalones a toda velocidad y me encerré en mi habitación. Encendí mi bocina y conecte mi celular para poder escuchar música a un volumen ligeramente alto (igual yo no quería que mamá se despertara de sus siesta). Comencé a dar vueltas en mi cuarto y una parte de mí se había puesto muy nerviosa. ¿Por qué quise escapar de Gerardo? Bueno son muchas las razones, la principal es que ayer después de salir de la plaza comercial; todo el camino a casa se la paso serio y lleno de silencio. No me hablaba, no me miraba y cuando tuve que despedirme de él solo se limitó a sentir cuando le di las buenas noches. ¿Y su comportamiento que tiene que ver conmigo? Pues veras, en mi cabeza no podía salirse la idea de que seguramente como dijo Jair, mi querido Gerardo se sentía celoso. ¿De verdad eran celos? Midnight City de M83 sonaba en mi habitación, comencé a escombrar algunas cosas que estaban mal acomodadas sobre el sofá de mi cama y mi escritorio; el tono de la música me hizo olvidar brevemente la razón por la que yo estaba huyendo. Diez notificaciones ardientes… El sonido de los mensajes me hizo prender la pantalla de mi celular. Al parecer hoy todos querían que les acompañara a tener sexo por ahí en algún motel de la ciudad. Sexo con drogas, lencería, sin condón. ¡Me sentí fastidiado por todo eso! ¿Por qué tantas personas vacías de corazón? ¿Dónde había quedado el respeto? — ¡Que se jodan todos! —dije molesto y apague la pantalla. Entonces tocaron a mi puerta justo cuando yo terminaba de acomodar unos libros en mi estante. ¿Era él? Mi mente estaba segura de que sí. ¿A dónde podría meterme para poder esconderme? ¡Mis nervios me hicieron querer no abrirle! — ¿Jamie? —Escuche su voz al otro lado de la puerta, se me encogió el corazón en un mar de sentimientos incomprendidos. Recordé lo que sucedió un día anterior. ¿De verdad eran celos? ¿Se molestó por la forma en que Jair me hablo? Necesitaba saber las respuestas, era obvio que una parte de mí también quería averiguar sobre los sentimientos de Gerardo hacia mí. ¡Lo decidí al instante! Este no era un momento para esconderse, mi parte fuerte debía estar bien firme ante la avalancha de sucesos que este chico desencadenaba a mi corazón. ¡Celos o no aquí es a donde voy! — ¿Quién es? —Pregunte de forma innecesaria, pero es que obvio yo no quería que él supiera que yo ya sabía de su presencia. — ¡Soy Gerardo! ¿Podemos hablar? Espere unos segundos, mi mano ya estaba bien posicionada sobre el metal de la chapa. Conté hasta tres y abrí. Hice girar la perilla de la puerta. Esta vez vestía un pantalón de mezclilla y una playera de color blanco con n***o. —Hola Gerardo. ¿Cómo te fue hoy? —le dije aparentando sorpresa. Lo invite a pasar. —Jamie. ¡Estoy bien! Vine a dejar a tus hermanos, los encontré en el zócalo. Pensé que podría encontrarte ahí. —Ah, gracias por darles un aventón. Pues es que hoy termine temprano, vendí todo muy rápido y por eso no me encontraste allí. — ¡Con razón! Tus hermanos se sorprendieron demasiado de que no estuvieras allí. Lo conduje hasta el sillón y él se sentó. Le baje el volumen a la música. Note que había una migaja de pay en su camisa. — ¿Estuvo bueno el pay? —señale con mi índice. Él dejó escapar una risa y se limpió rápidamente. —Me gusta mucho el pay de queso con zarzamora. —Sí, ese les gusta a los clientes. Es el que más se vende. — ¿Y a ti que pay te gusta más? De pronto quise averiguar la realidad del porque había decidido venir a verme. Dijo que teníamos que hablar, ¿hablar de qué? ¿Paso algo? ¿Me pedirá explicaciones de ayer? ¿Qué quería en realidad? —Ese me gusta también. No dijo nada, solo le basto con mirarme y a mí me estaba torturando su presencia. —Oye. — ¿Qué paso? —Necesito pedirte un consejo. ¿Me ayudarías? —Mmmmm. Todo depende de que se trata. —Pues yo creo que sí, más que un consejo quiero saber tu opinión. —De acuerdo. A ver, dime. De pronto parecía que le temblaba la vida. Sus labios estaban entreabiertos, la forma de sus ojos tambaleaba y yo me encontraba temblando también. — ¿Qué harías si tu ex te pide que regresen? Su pregunta me saco de onda, la neta no esperaba que fuera a preguntar algo así. — ¿Estás hablando enserio? —Sí, es enserio. ¿Por qué dudas de mí? —No sé, es que, bueno. No pensé que me salieras con ese tipo de opiniones. — ¿Qué creíste que te iba a preguntar? Negué suavemente con la cabeza, me acerque a su lado. —El punto no es ese Gerardo. A ver me pediste mi opinión y te la voy a dar. —Va. Te escucho. —Primero que nada, no tengo nada que decir porque nunca he tenido ex. Dos, no he tenido ninguna relación amorosa así que no creo que mis ideas sobre el amor te sirvan mucho. Y tres, la neta al final será tu decisión. Yo no debería influir en lo que tienes que hacer con tu ex. Si regresas o no, ese es tu dilema. Además, yo que podría aconsejarte. ¡Yo soy…! Y de forma directa es que la confianza crecía entre nosotros. ¡Estuve así de poquito para echar todo a perder! Casi que sin darme cuanta estaba a punto de confesarle que soy un escort. ¿Te imaginas? O sea, es que ¿Cómo podría un escort dar consejos de amor a alguien que aparentemente si conoce de amor? Aclare mis emociones. El tiempo me había hecho ser fuerte, débil, astuto y sobre todo firme a la hora de dar mis opiniones. — ¿Tu eres? —ahora había despertado su curiosidad. —No nos desviemos del tema. Mmmmm. No puedo ayudarte. —Pero. Bueno. La neta pensé que querrías indagar sobre el tema. Saber detalles y así. Le demostré con mi mirada que no esperaba eso. O sea, estaba bien que Gerardo era mi crush de toda la vida y que neta me importaba todo. Pero, mi dignidad como huele pedos que era tan grande como para que yo estuviera indagando sobre sus ex. Yo mismo me gritaba que no necesitaba estar de metiche en sus relaciones fallidas. ¡No quería necesitaba indagar en su pasado! ¿Para qué o qué? —Mira Gerardo, la neta si me importas, pero como amigo te lo digo enserio. Lo pasado, pasado y que venga lo que tenga que venir. Eso sí, siempre debes estar seguro de lo que vas a decidir. Sus cejas se enarcaron de forma casual. — ¡Hey! Eso tiene sentido. —Pues sí. O sea evalúa la situación. Piensa en lo que realmente quieres y pues ya, así decides que hacer con tu ex. Asintió, era un poco extraño hablar de amor con Gerardo porque la mayor parte de mi vida siempre me he derretido por él. — ¿Te puedo preguntar algo? —Si. — ¿Por qué nunca has estado en una relación si eres demasiado guapo? Casi me atraganto con mi propia saliva.
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