Beso vainilla

1059 Words
Trague un poco de saliva y me anime a no decir la verdad. ¡Creo que aún no era el momento adecuado para dar explicaciones! Además nadie me estaba pidiendo explicaciones. — ¿Viniste de compras? —le pregunté a Jair. Asintió, llevaba puesta su mascarilla y aun así era imposible no reconocerlo. Me acorde de ese beso que me dio en la noche. —Sí, necesitaba algo de ropa nueva. ¿Qué haces tú? Gerardo me lanzo una mirada como si necesitara una explicación. Le sonreí a mi crush para intentar calmarlo. —Vine con un amigo de la escuela al auto cinema que está cerca de aquí. ¡Mira! Jair te presento a Gerardo, Gerardo él es Jair un amigo que viene de Jalisco. Gerardo se animó a estrechar la mano de Jair. — ¡Un gusto! —dijeron al mismo tiempo. Jair sabía la verdad sobre mi faceta nocturna, Gerardo no estaba ni enterado, ¿o sí? —No sabía que había un auto cinema cerca de aquí. ¿Lo recomiendas? —preguntó Jair. —Sí, bueno hoy pusieron una película de blanco y n***o. Había varios autos estacionados frente a la pantalla. Gerardo me miraba con cierta curiosidad, ¿se sentiría triste de que yo estuviera recomendando el auto cinema al que me llevo esta tarde? —Entonces espero ir algún día, a ver si me acompañas —me respondió Jair. Asentí. De pronto me percaté de que el helado se me había acabado. Gerardo se puso de pie y me lanzo una mirada neutra, su acción me hizo sorprender demasiado. — ¡Es hora de irnos! —Se puso de pie y acomodo la silla. Le lanzo una mirada seria a Jair quien ni siquiera fue capaz de darse cuenta del comportamiento de mi crush. —Pero... —Te espero afuera de los sanitarios, necesito ir a orinar. Nos vemos luego Jair —el tono de voz de mi amado era totalmente frio y lleno de recelo. Desapareció de la mesa. Jair se quiso quitar la mascarilla, pude ver sus labios entreabiertos y una sonrisa dedicada a mí. — ¿Estás trabajando? —su pregunta me causo curiosidad. —No. No trabajo los domingos. ¡Es mi día libre! —Pensé que tal vez estabas con un cliente. El chico parece ser buena onda. Asentí. —Sí, bueno, él es una buena persona. — ¿Entonces si lo conoces desde hace mucho tiempo? Le lance una mirada curiosa. —Sí, de verdad lo conozco de tiempo. Fuimos compañeros en la primaria, entonces ya te imaginaras. Enarco sus cejas. —Ahora entiendo porque estaba poniéndose celoso por mi presencia junto a ti. ¿Gerardo celoso? ¡Para nada! Eso no podía ser cierto. Me reí y no pude evitar demostrarlo. — ¡Nada que ver! Gerardo no estaba celoso. — ¿Y por qué se fue al sanitario con la cara de gruñón? Sé que me estaba mirando de forma muy seria. A lo mejor y a tu amigo no le doy buena espina. ¡Entonces Jair si se había dado cuenta del comportamiento de mi querido! Intente parecer lo más tranquilo posible, aunque en mi interior no podía haber tranquilidad en un momento como este. ¿De verdad estaba pasando lo que por tanto tiempo me había imaginado en la cabeza? —Pues no sé, seguro que él tenía muchas ganas de hacer pipí, estuvo bebiendo demasiado refresco mientras veíamos la película. ¡Yo creo que fue su vejiga! Normalmente es buen cuate. ¿Cuate? ¡Jajajajaja! Ni siquiera yo podía creer que mi boca acaba de pronunciar esa palabra para referirme a mi crush de toda la vida. ¡Bobo que soy! —Bueno, supongo que tu amigo siente algo por ti. No pude evitar atragantarme con mi propia saliva. — ¡Nah! ¿Cómo crees? Bueno o sea, pues somos amigos, es obvio que nos llevemos bien y él se preocupe por mí. Le lance una mirada llena de ironía. ¡Yo era el que sentía cosas por Gerardo! No podía ser al revés. —No creo. Este bato se trae algo contigo. — ¿Cómo lo sabes? —No nací ayer y tengo experiencia con el amor. — ¿Amor? —Se de estas cosas. — ¿Has estado en muchas relaciones? —Solo he tenido tres — ¿Y luego? —De todas aprendí a identificar cuando una persona esta celosa. —Y según tú, ¿Gerardo esta celoso? —Si. Seguro piensa que soy su rival. —O sea, ¿Cómo? —Solo deja que pase el tiempo. Nos volveremos a ver y entonces te lo diré de frente. —Pues bueno, si tú lo dices. Asintió. — ¿Estuvo bueno el helado? —Sí, deberías comprarte uno. —Quizá si te haga caso. ¿De qué sabor pediste? —Vainilla. Me gusta como sabe con el barquillo de chocolate. — ¿Quieres otro helado? —No, yo… ya me tengo que ir. Seguro Gerardo me está esperando. El dejo escapar una risa fresca. —Bueno, te dejare ir pero primero deberás acompañarme a comprar mi helado. — ¿Qué? —Sí, anda. Pídelo por mí. Me relamí los labios. —Bueno, está bien. Regrese a la fila de los helados, Jair estaba sentado, sus brazos recargados contra la cubierta de la mesa y una sonrisa amplia en el rostro. — ¡Toma! Disfruta tu helado. Se puso de pie. Tomo el barquillo. — ¡Gracias! Eres muy amable. —Un poco solamente. Su lengua comenzó a lamer el helado. —Si pues. Entonces, nos vemos el martes. —Claro que sí Ángel. Yo aún no le revelaba mi verdadero nombre. —Cuídate Jair. —Por supuesto. Y, oye. —Dime. Sus labios se impregnaron en mi mejilla y mi corazón se detuvo por algunos segundos. —No creíste que te irías sin mi beso de las buenas noches ¿o sí? Me dejo sin palabras, sentí un poco de rubor en mis mejillas y se sintió tan frio. —Me ensuciaste el cachete. —Es cierto, te lo limpio. Espera. Su pulgar subió a mi mejilla. Sentí una caricia suave y tibia cerca del área de mi hematoma. —Ya me voy. — ¡Con cuidado! Ya verás que este beso te hará desaparecer ese moretón. Me reí.
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