CAPÍTULO DIECIOCHO
El cielo nublado y sombrío marcaba el horizonte mientras Ilse observaba al agente Sawyer conducir por las estrechas carreteras al sur de la ciudad. Al menos esta vez le había permitido sentarse delante, aunque al principio se había mostrado reacio a hacerlo.
La mirada de Ilse oscilaba entre la foto impresa en su mano y el camino que tenían delante. El GPS del teléfono del agente Sawyer seguía emitiendo sonidos. Sus ojos permanecían fijos en la carretera mientras atravesaban la bruma gris. Sawyer murmuró:
—Repítamelo otra vez, ¿por qué no podemos usar el GPS de su teléfono?
Era la primera vez que le hablaba en los casi veinte minutos de trayecto hacia el sur desde la comisaría. Se aclaró la garganta con delicadeza y miró hacia la forma larguirucha del agente de la UAC
