Una apuesta
Actualidad
Londres
Nadir
¿Qué buscan las mujeres de una relación? No lo sé, ellas son un enigma para mí, aunque mis amigos creen que un hombre como yo puede conquistar a cualquier chica, pues viven diciéndome, Nadir eres joven, soltero, tienes un buen físico, tú familia es una de las más poderosas y ricas de Estados Unidos, eres piloto y sobre todo eres un príncipe mestizo, porque mi madre era o es una princesa árabe, no lo sé con certeza si sigue teniendo ese título, pero el punto es, de que piensan que tengo a las mujeres rendidas a mis pies. No obstante, es lo más alejado de la realidad, pues soy un completo desastre, incluso ellas huyen cuando quiero más que una noche de pasión. Así que nada garantiza que pueda conquistarlas, mucho menos esperar tener una relación formal, esa suerte pocos la tienen, igual no pierdo la esperanza que me sorprenda el amor algún día.
Por el momento disfruto mi tiempo trabajando, me dedico a pilotear los aviones de carga de la empresa de mi familia, puedo decir que sigo la tradición que comenzó el padre de mi abuelo, luego él mismo, siguió mi papá y ahora yo, ya que me encanta estar al frente de los controles de un avión, porque es una sensación única de libertad, además de contar con una maravillosa vista desde la cabina, puede ser un cielo despejado, o una bella noche iluminada por las luces de una ciudad, he contemplado algunas y no me cansó de observarlas, más bien es relajante, como hoy, que estoy bajando el tren de aterrizaje en la pista privada del aeropuerto de Londres, así poco a poco tiro de la palanca bajando la velocidad, escucho las órdenes de la torre de control y también la voz de mi compañero de vuelo.
–Por fin tierra firme, no soporto más tener turnos dobles, aunque otros tienen suerte y pueden volar cuando quieran, no como yo que debo romperme el lomo trabajando y mi esposa cree que no hago nada. ¡Lionel! ¿Quién no quisiera tener tu trabajo? Pasas viajando y de paso te quejas– comenta mi amigo con un tono de sarcasmo para luego imitar la voz chillona de su esposa y sonrió por su comentario.
–Lionel soy un empleado más en la empresa de mi familia, no tengo privilegios por más que lo dudes, además tienes suerte de poder escoger tus rutas, no como yo que mi padre me agarra de comodín. ¡Nadir! Como eres soltero y no tienes una relación puedes viajar sin reparos cuando te lo ordene– rebato para también replicar la voz de mi padre y terminar riéndonos.
–Mejor salgamos de la cabina, porque me muero por dormir a pierna suelta en mi cama, además quiero ver a mi esposa y a mi hija. ¡Bajemos de este avión! –dice Lionel sacándose el cinturón de seguridad cuando nos detenemos y termino de apagar los equipos de la aeronave.
–Suerte la tuya que te espera tu esposa, en cambio yo debo estar en una fría habitación de un hotel, como quisiera tener una mujer que me corresponda. ¿Qué se hace en mi caso? ¿Esperar un milagro? –comento de la nada y me da una palmada en el hombro.
Un momento más
Luego de haber dado las indicaciones para que los empleados descarguen la mercadería de las bodegas del avión, agarré mi valija para hacer migraciones en el sector vip, pero para mí sorpresa Lionel está discutiendo con el sujeto del control.
–¡Carajos Paul! Déjame pasar por aquí, me conoces, todas las semanas hago la misma ruta, bajo del avión con mi valija en mano y me chequeas con la máquina de rayos x para después sellar mi pasaporte, ¿Por qué ahora no puedes hacerlo? ¿Por qué me complicas la vida? –reclama mi amigo con un tono de impotencia.
–Ya te lo dije Paul, la máquina no funciona, y te toca hacer migraciones como todos los pasajeros sin privilegios, avanza unos metros y encontrarás la puerta– responde el sujeto y rueda sus ojos hacia mí.
–Nadir no puedo dejarlos cruzar por este sector, por favor convence a tu amigo– pide Paul con su voz frustrada.
–Lionel deja de quejarte y vamos por la otra entrada, no pongamos en compromiso a Paul– sentencio sujetando a mi amigo por el brazo.
Sin más remedio avanzamos a la puerta donde el sector está abarrotado de pasajeros de los distintos vuelos, pero siendo piloto uso mis privilegios para caminar a uno de los puestos de migraciones donde realizo todos los chequeos, sigo a la salida viendo el movimiento de la gente en los pasillos, me detengo un segundo para seguir una costumbre mía, ajusto la hora de mi reloj con la local, aunque en un instante soy sacado de mi labor cuando una joven mujer tropieza conmigo, me quedo congelado mirando sus bellos ojos color marrón, sus labios color carmín, su rostro angelical con cabellos castaños, su piel trigueña. Siento como una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo y se agrava más percibiendo su perfume que alborota mi ser entero, pero es comprensible es bellísima está chica de unos 24 años de edad que tengo atrapada entre mis brazos, aunque reacciono con su voz.
–Disculpa, venía distraída charlando con mis amigas. Lo siento, ¡Permiso! –pide apenada separándose de mí y no logro abandonar sus ojos.
–Discúlpame a mí por estar en medio del camino– replico todavía hechizado en sus ojos y ella me da una sonrisa afable.
Aunque somos interrumpidos por sus amigas que comienzan a llamarla y como un reflejo la sigo con mi mirada para verla perderse entre las personas que caminan por el aeropuerto, dejándome frustrado, y cuestionándome, ¿Volveré a verla?
–¡Hey Nadir! Olvídate de la chica, no volverás a verla, y te haré un favor para no verte como tonto suspirando por ella. Te invito está noche a cenar a mi casa, ¡No faltes! –dice Lionel chasqueando sus dedos delante de mi rostro para devolverme a la realidad.
–No quiero incomodar a Alice con mi presencia, mucho menos estropear tus planes, por último, cenaré en el hotel, no te preocupes por mí– sentencio y niega con la cabeza.
–¡No acepto una respuesta negativa! Sobre todo, no quiero tener problemas con Alice si llega a enterarse que no te invité a cenar y permití que comas en un hotel, sabes que es una ofensa para ella, ¿Vienes? –argumenta dándome una mirada penetrante.
–De acuerdo acepto cenar en tu casa, solo porque tu esposa es una de las mejores chefs del país, de lo contrario si tú cocinarás ni loco accedo– replico entre risas.
Unas horas más tarde
Tras haber descansado un par de horas en el hotel todavía estaba indeciso por la invitación de Lionel, como tal decidí caminar por las calles empedradas de Londres sin dejar de observar a las parejas con sus rostros felices, sentí un vacío en mi corazón, una envidia sana de contemplar su felicidad, incluso mire la pantalla para llamar a mi prima Alessia, pero opté por guardarlo en el bolsillo sabiendo que disfruta de su noviazgo con Mustafá, igual me quede parado delante de la vitrina de una vinoteca, terminé entrando para comprar una botella de vino y tomé un taxi a la casa de mi amigo, fue la mejor decisión porque me he divertido con las bromas y ocurrencias de ellos, aunque creo que es hora de marcharme, además su pequeña hija acaba de dormirse.
–Nadir no sé te ocurra marcharte, porque no te lo perdonaré, enseguida regreso para que sigamos charlando– advierte Alice mientras se aleja con su pequeña y sonrió.
–Lionel eres un suertudo al haberte casado con Alice. Cuídala porque mujeres como ella quedan pocas y no querrás vivir comiendo lo que cocinas– sentencio entre risas y me mira con curiosidad.
–Lo sé por más que me queje, tenemos nuestras peleas, pero es parte de un matrimonio, igual no creas que te dejaré el camino libre con mi esposa, tú perdiste tu oportunidad, me prefirió a mí– comenta divertido y suelto una mueca.
–¡Solo salí una vez con ella! Y creo que fue para acercarse a ti, ni siquiera le robé un beso– reclamo y sonríe.
–Nadir no es necesario que lo aclares, lo sé mejor que nadie, porque Alice siempre te vio como un buen amigo, y te has ganado un lugar en su corazón, pero muy chiquito, porque yo soy su dueño.
–Lionel te agradezco la invitación, aunque llegó la hora de marcharme, además tu hija se durmió y deben querer un tiempo para ustedes– replico incorporándome del sillón.
–Nadir no te detengo, porque has dicho una gran verdad, necesito tiempo con Alice, cuídate y estamos charlando– rebate mientras caminamos a la puerta.
–Despídeme de Alice y de nuevo gracias por la cena– menciono dándole una palmada en el hombro.
Unos minutos después
Por más que hubiera querido seguir disfrutando de la velada con mis amigos, no podía quedarme, como tal caminé unas cuantas cuadras, pero mis pies me arrastraron al hotel, y estoy en el vestíbulo, aunque todavía es muy temprano para irme a la cama, entonces en vez de tomar el ascensor camino unos pasos al bar del sitio, me acomodo en la barra y pido un vaso con whisky para matar el tiempo. Sin embargo, en medio de mi soledad escucho varias voces femeninas acercándose a la barra donde estoy sentado, lo único que hago es dar un sorbo a mi bebida cuando escucho que aclaran una voz detrás de mi espalda.
–¿Puedes ayudarme? –cuestionan y me giro para mirar quién me habla, quedándome desconcertado.
Los milagros si existen, porque quien me habla es la chica del aeropuerto, y pensaba que nunca más la volvería a ver, no cambia que no puedo reaccionar, no articulo ni una palabra, más bien estoy como un tonto admirándola.
–¿Puedes contestarme? Necesito que me hagas un favor, te aseguro que no te arrepentirás, ¿Me ayudas? –comenta dándome una mirada inquieta y sigo prendido en sus bellos ojos marrones.
–De acuerdo, te escucho y después te doy la respuesta, pero te advierto que no mataré a nadie, podría prestarte dinero, aunque no creo que lo necesites, ¿Cuál es el favor? –reacciono y me da una sonrisa forzada.
–Hice una apuesta con mis amigas, aquellas chicas que están sentadas en el otro extremo de la barra, el punto es que les aseguré que me acostaría contigo, y como prueba necesito un bóxer tuyo– explica muy formal y me deja con el rostro desencajado.
–Es broma ¿Verdad? Porque no puedo creer que quieras de trofeo una prenda mía, por último, dime ¿Dónde tienes el micrófono? ¿Dónde está la cámara oculta? –rebato incrédulo y me mira con su rostro comprimido.
–No es broma, si me ayudas te doy la mitad de la apuesta, son cuatro mil dólares, ¿Te interesa? –asegura y me río nervioso.
¡Diablos! Solo a mí me pueden suceder estas cosas raras, sí porque la situación es absurda, ni siquiera me interesa el dinero, más bien me dio curiosidad conocer más de esta chica, pues tiene algo que me cautiva en su mirada, no encuentro las palabras para explicarlo, y voy a aceptar su propuesta por más que se descabellada.
–Te voy a ayudar por mera curiosidad, vamos a mi habitación para que ganes esa apuesta, ¿Sí? –digo y me da una sonrisa genuina mientras estiro mi mano para sujetar la suya.
Ella camina de mi brazo mientras no deja de sonreír, aunque me imagino que está siguiendo con el teatro para ganar la apuesta, hasta que llegamos al ascensor y apenas se cierran las puertas se suelta de mi agarre mirándola impaciente, bastante nerviosa moviendo sus manos inquietas y sus ojos pendientes del piso donde debemos descender. En cambio, yo estoy prendido de su silueta e intento descifrar sus motivos para hacer tal locura, pues apostaría que no es por dinero, pues se viste bien, tiene un porte elegante y sensual, entonces es indiscutible que haya otras razones para abordar a un desconocido.
De todas formas, espero descubrirlo pronto, pues acabamos de abandonar el ascensor y más bien me dispongo a abrir la puerta de mi habitación, pero puedo notar sus nervios por el movimiento de sus manos pues no deja de moverlas, igual aclaro la voz para romper el eterno silencio.
–Llegamos a mi habitación, pero te advierto que si cruzas la puerta tal vez no baste darme la mitad de tu ganancia, quiero algo más– sentencio sin abandonar sus ojos marrones y me sostiene la mirada para terminar haciendo una mueca.
–Lo siento tendrás que conformarte con los cuatro mil dólares, y no es una mala oferta, ¿Vas a cumplir con tu parte del acuerdo? ¿Eh…? –rebate y termino de abrir la puerta.
–Mi nombre es Nadir, pero no me parece justo conformarme solo con el dinero, porque me abordaste con una propuesta peculiar, más bien merezco más de ti– comento y me clava sus ojos marrones.
–Nadir no voy a acostarme contigo, ahora dame lo que necesito por favor– asegura e ingresa a la habitación y sonrió como tonto.
–De acuerdo te daré mi ropa interior, pero quiero dos cosas tu nombre y unos besos, no me importa el dinero, ¿Aceptas? –negocio sujetándola por la cintura y su mirada profunda me confunde.