Me encojo de hombros con indiferencia. —Honestamente, Marissa, puedes quedártelo. Pero no pretendamos que parte de tu obsesión con él no sea que él me quiera a mí y no a ti. Cruzo la habitación para estar frente a ella. —¿Lo quieres? Llévatelo. Pero la única razón por la que puedes hacerlo es porque no me interesa ser más que amigos—. Me tiro un mechón por encima del hombro y le guiño un ojo. —Hasta luego.— Salgo de la cocina poniendo los ojos en blanco hacia el cielo. Apenas estoy a unos pasos de la cocina cuando una mano envuelve mi muñeca y me empuja contra un duro pecho familiar.
—¿Por qué no me dijiste que estabas aquí?— Los labios encuentran mi mejilla y bajan por mi cuello y ya sé que no estoy lo suficientemente alto para entretener esto.
—Hola, Carter.— Sonrío y lo empujo. —¿Tien
