capitulo 4

1599 Words
  Nos escondimos al escuchar la puerta principal abrirse, mis hermanos estaban detrás de uno de los muebles, mientras yo estaba detrás de la puerta. Los pasos se escucharon más cerca, y unos pequeños murmullos hicieron que saliéramos de nuestros escondiste. -sorpresa-gritamos al unisonó. Mi madre que estaba sentada en una silla de rueda se asustó, llevándose a la mano al pecho nos miró a todos. -no sé porque razón te sorprendes, si fuiste tu la que me pediste traerlos aquí para que te hicieran una sorpresa-todos Dirigimos nuestra mirada hacia la tía Carla-se tenía que decir. -eres malvada-le dijo mi madre con una sonrisa. -no mas malvada que tu-se excusó nuestra tía con una sonrisa sínica. - ¿sigues enojada conmigo? Ya pasaron muchos años desde ese suceso-mis hermanos la miraron curiosa. -lo que pasa es que cuando nació el hijo de nuestra tía Carla, se hizo un revelación de sexo, días antes de la fiesta, nuestra querida madre se emborracho y le conto cual era el sexo de bebe a toda la familia, dañando la fiesta-les explique. -deberías superar eso-le susurro mi madre. -jamás-le grito haciendo un puchero. -dejen de hacer tanto drama, katherin se disculpo por eso, incluso no volvió a beber ni una gota de alcohol por ese suceso-comento mi padre entrando a la sala. Mi padre traía a mi hermanita entre sus brazos, quien traía un conjunto amarillo. -solo estamos bromeando, ¿no es así katherin? -claro que sí, no nos hagas caso amorcito-mi padre soltó un largo suspiro. -si ustedes lo dicen-se mantuvo callado durante unos segundos- ¿Dónde está mi hermana? -viene en camino, fue a buscar a mis primos-los ojos de la tía Carla se iluminaron. - ¿también vienen mis hijos? -se acercó a mí. -creo que si-le dije algo dudosa. -mas le vale que también traiga a mis hijos-enseguida tomo su teléfono. Mi padre le paso a la bebe a mi madre, nosotros la llevamos a su cama para que descansara. -el almuerzo ya está listo-miramos de donde provenía la voz. - ¿tío Richard? -hice una mueca- ¿desde cuándo estas aquí? ¿Quién te dejo entrar? -fue ella-señalo a Mónica- ¿no están alegres de verme? Todos los presentes nos miramos entre sí. -si quieren me voy, pensé que se alegrarían al verme-logro decir mientras se giraba. Mis hermanos y yo soltamos una carcajada. - ¿tío? -él se giró para vernos-te extrañamos un monto-corrimos hasta él y lo abrazamos. -me asustaron-soltó un sollozo. - ¿estas llorando? -nos separamos de él. - ¿un hombre no puede llorar tranquilo? Déjenme tranquilo-mi padre quien bajaba por la escaleras se detuvo a observarlo. - ¿y ahora porque llora? -mi tío lo vio y camino hacia él. -hola, Sebastián-lo saludo-no estoy llorando-se seco las lagrimas que adornaban su rostro. -hola, Richard, no pensaba verte hoy-mi tío lo abrazo y beso su mejilla. -llegue ayer de Canadá, me entere que mi querida Katherin había dado a luz y vine corriendo hacia acá-se separó de el-sorpresa. Mi padre que estaba un poco incomodo, camino un poco hacia atrás y se paso la mano por su mejilla, la mejilla a donde recibió un beso de Richard. -que gran sorpresa, ¿de verdad preparaste el almuerzo? -mi tío asintió. -claro, esta servido en el comedor, mientras ustedes comen yo iré a saludar a Katherin-empezó a subir por las escaleras. -espera-lo detuve- ¿James no volvió contigo? -no, dijo que tenia que resolver unos asuntos en la universidad-se rasco la nuca un poco nervioso-tal vez vuelva pronto. -oh, está bien, gracias-el asintió y siguió su camino hacia la habitación de mi madre. Había perdido todo tipo de comunicación con mi mejor amigo, y lo extrañaba tanto, a penas respondía mis llamadas, casi cumplo un año de no verle, y muero por abrazarlo. -la bebe esta dormida, ni se te atreva despertarla-mi padre siguió al tío Richard, era algo inevitable. Fuimos a comer todos juntos a la mesa, más tarde se unieron nuestras tías con sus hijos y esposos. -Sebastián es un dramático-bufo la tía Carla-los años pasaron y aun si no deja que Katherin este sola con otro hombre que no sea él. -mira quien lo dice, si mal no recuerdo estuviste enojada con mis hijos solo porque se llevaron a tus hijas lejos de ti-la tica Amelia no se quedó atrás. Empezaron a burlarse de la otra, la discusión duro una hora, al parecer tenían muchas cosas que decirse. Empecé a conversar con mi prima, Laura tenia un cabello tan largo como el de la princesa de enredados, una piel tan blanca pero unos ojos tan negros, era hermosísima. Además de tener una familia muy grande, sabia que estaba rodeada por diosas o dioses, mi primos y hermanos eran tan guapos, que siempre me hacían dudar de que si en verdad eran familia mía. Después de unas horas bromeando entre familia, subí a la habitación de mi madre antes de irme a dormir. - ¿te vas a dormir tan temprano? ¿no quieres pasar tiempo con tus primos y hermanos? -negué ante todas sus preguntas. -estoy muy feliz de verlos a todos por fin reunidos, pero mañana tengo clases temprano-bese su frente-buenas noche madre-mire hacia donde descansaba mi hermanita-buenas noche a ti también. Camine hacia mi habitación, después de darme un relajante baño me tire a la cama a descasar.                                                                       (…) Después de despedirme de mi familia, me encamine hacia el auto del chofer que me llevaría el día de hoy a la universidad, tenía que llegar temprano para ver quien aun estaba disponible para ser mi compañero en la exposición de mañana. -llegas temprano-susurro alguien en mi oído. Se me puso la piel de gallina y mi corazón empezó a latir con rapidez. - ¿te asusté? -negué. Me llevé la mano al pecho y solté un suspiro. -no pensé verte tan temprano el día de hoy-le dejé claro con una sonrisa. -me levante temprano y estaba un poco aburrido, no tenía más opción que venir a la universidad-me explico. -entiendo-lo miré por última vez y empecé a caminar hacia el aula. -me enteré de que no tienes acompañante para la exposición de mañana-me detuve al escucharlo. ¿Cómo sabia el eso? -ayer se me acerco un chico y me dijo que ya no podía estar contigo porque tenia que exponer con su primo, ¿estoy en lo cierto? -si, como lo dijiste hace unos segundos, no tengo compañero-enseguida me sonrió con orgullo. -yo puedo ser tu compañero-me dijo-yo tampoco tengo compañero y la exposición es para mañana-no tenía más opción que aceptar. -claro, nos podemos reunir en mi casa-el acepto complacido por mi respuesta. Luego de dejar claro a que hora nos veríamos, camine hacia el aula. La mañana paso muy tranquila, Maribel y Karen se fueron al enterarse que ya no tenían clases, eran las una de la tarde cuando logre salir de la universidad. -iré a mi casa un momento, llevare mi libro y luego buscare mi auto, espérame aquí-le hice caso y me senté cerca de una cafetería. Los minutos pasaron, y la calor se adueñó de mí, me dirigí hacia la cafetería para comprarme una agua. En cuanto la compré Sali del local, y volví a mi asiento. -aquí estas-la voz de Arturo hizo que me asustara. Le agua que tenia en la boca cayo por todo el rostro de Arturo, mojando su cara, la camina que tenía no se salvó, y el agua que había derramado en él, hizo que la camisa se ajustara a su musculoso cuerpo -en verdad lo lamento-saque una servilleta y trate de secar su rostro. -no hay problema, para la próxima avisare mi llegada-me quito la servilleta y empezó a secar su cara. Un rostro tallado por los mismos dioses. -tendré que volver a mi casa-miro su camisa y luego me miro a mi-para no dejarte sola, vamos, mi casa queda cerca. -claro, vamos-empecé a caminar junto a él. Hasta que nos detuvimos en una casa llena de rosales, había rosas blancas, rojas, amarillas, de todos los colores, eran tan hermosas. - ¿porque te quedas ahí? Vamos adentro-me señalo la puerta. - ¿vives aquí? -sé que es muy obvio. -si, este es mi pequeño hogar-nada de lo que decía tenia sentido, la casa era enorme, con tres autos del año parqueados afuera. Lo único pequeño que tenia esta casa era a mí. Lo seguí adentro donde lo esperé en la sala, mientras el se cambiaba, aun no podía dejar de pensar en los rosales que estaba allá fuera. -vámonos-dijo Arturo sacándome de mis pensamientos. Lo mire como caminaba hacia mí, al tener una camisa de magas cortas note que tenia un tatuaje, eran un conjunto de rosas, que tenían una frase en japonés, note como me miraba con una sonrisa cínica. ¿acaso creer que me gusta? Ay no, que feo caso. Caminé hacia la salida y me detuve a ver nuevamente los rosales. - ¿te gustan las rosas? -pregunto Arturo mientras alzaba una ceja. -antes no me gustaban, pero ahora las adoro-toque una rosa blanca. - ¿se puede saber porque tu gusto tan repentino? -cuando estaba en la secundaria, había un chico que me regalaba una rosa todos los días-comento viendo hacia el horizonte. - ¿tu novio? -no, jamás lo conocí, siempre me dejaba las rosas en mi mesa -lo miré un poco decepcionada. -es una lástima-lo mire al escuchar el tono en el que había pronunciado esas palabras, note que estaba viendo las rosas con enojo- ¿nos vamos? -claro, vámonos.    
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