Capítulo 5: La “Boda”- Parte 2

854 Words
[OLIVIER] Cuando me imagine casándome, lo hice junto a Nadia el día que fui a comprarle su anillo de compromiso, ese mismo que le di en Paris frente a la torre Eiffel y meses después cuando los problemas económico empezaron a aparecer, ella me intento regresar, pero mi orgullo le dijo que no lo hiciera. Nunca pensé que estaría diciendo “ si acepto” frente a una cantidad innumerable de invitados que nos miran a Cairo y a mi como si nosotros formáramos parte de la más hermosa historia de amor y que escucharía que una mujer tan hermosa como ella, pero tan desconocida a la vez para mi, me estaría respondiendo con las mismas palabras. Sinceramente debería estar completamente asustado con todo esto, pero no lo estoy. La miro y solo me quedo hipnotizado preguntándome ¿cuan peligrosa puede ser ella?  —Olivier, puedes besar a tu esposa— Anuncia el juez ya que nuestra ceremonia es solo por la vía legal.  «No había pensado en este detalle…» Pienso y al parecer ella se da cuenta de lo que me pasa porque me hace un gesto como diciéndome “todo esta bien” y me acerco más a ella llevando una de mis manos a su cintura, esa que pareciera estar tallada por los mismísimos dioses.  —No nos vamos a morir por un beso— Me susurra y sonrió. —Pensé que íbamos a tener una luna de miel— Bromeo acercándome a sus labios y ahora es ella quien sonríe.  —Lo podemos negociar si no te enamoras— Murmura y sin dejar de mirarla a los ojos y aguantándome todas las preguntas que quiero hacerle, subo mis manos hasta su rostro y llevo mis labios sobre sus tentadores y hermosos labios que al probarlos me doy cuenta de lo peligrosos que pueden llegar a ser.  Tomo las riendas de la situación mientras que de fondo se escuchan los aplausos de los presentes y poco a poco ella hace que nos vayamos separando —Debía parecer real— Me defiendo y sonríe. —Déjalo para después— Propone y sin más mira hacia donde están todos y a pesar de que sus palabras me dejan con mil dudas, me obliga a hacer lo mismo y tomarla de la mano para así volver a caminar ese pasillo mientras que ahora todos nos felicitan.  […] Es sumamente extraño que ahora no solo me saluden un gran numero de empresarios que conocía, sino que también otros que no tuvieron nunca la intención de hacerlo y que ahora quieren invitarme hasta jugar golf con ellos. No cabe duda que Cairo es un mujer muy influyente y que tal y como lo ha mencionado ella, este matrimonio nos traerá grandes ventajas a los dos.  Si esto no fuera un simple negocio, diría que la fiesta esta siendo un éxito rotundo y que todo el mundo la esta pasando increíble. La veo a ella caminando con su celular en la mano y se acerca a mi mientras que en la ora mano lleva una copa de champaña —Olivier— Me dice aprovechando de que no hay nadie a nuestro alrededor. —¿Si?— Pregunto e inevitablemente vuelvo a apreciar lo bien que le queda el vestido de novia. —Ya tienes tu dinero en tu cuenta… el banco me lo acaba de confirmar— Me deja saber como la empresaria que es y asiento mientras que abro el saco del esmoquin y del bolsillo interior saco el USB.  —Y aquí tienes los planos del prototipo, yo te ayudare a llevarlos a cabo— Le dejo saber mientras que se lo entrego en la palma de su mano y sonríe. —Es bueno hacer negocios contigo— Comenta —Pronto estará el resto de lo que acordamos— Informa. —Lo sé— Contesto seguro. —¿Quieres irte de aquí?— Me cuestiona mirando a nuestro alrededor.  La miro con dudas tratando de entender que le pasa, pero no lo sé —¿Te sientes mal?— Indago y encoje sus hombros.  —Con ganas de huir… además, creí que querías una luna de miel— Dice de una manera que me toma por absoluta sorpresa. Me acerco a ella con dudas mientras que la miro a los ojos —Creí que esto sería solo una cuestión de negocios— Comento sin dejar de mirarla y sonríe. —¿Y quien te dijo que dejara de ser negocios?— Responde sensual. —¿Me vas a pagar por llevarme a tu cama?— Indago y niega. —No, voy a hacer que este negocio valga la pena, sé que te mueres porque yo este en tu cama… y a decir verdad, tú no estas nada mal para estar en la mía, pero eso si, recuerda que yo no soy una mujer que se enamora, asique olvídate de los sentimientos ¿entendido?— Me aclara. —Me parece perfecto ¿Dónde nos vamos?—  —Ven, yo tengo un lugar— Responde y sin más me toma de la mano para que salgamos de aquí. 
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