Me quedo sentada en la mesa del restaurante, mientras hago un recuento de lo desastrosas que han sido mis citas hasta el momento. Suelto un suspiro y sigo deleitándome con el plato que tengo al frente, mientras llega una de las meseras del lugar y observa el espacio vacío al frente mío. —¿Puedo recoger? —pregunta confundida al ver el plato casi lleno, de quien era mi acompañante hasta hace unos minutos. —Sí… No volverá —contesto sin emoción alguna y me observa con lástima. «Lo que me faltaba». Tomo otro bocado de mi plato y le demuestro a la chica, que no me afecta que mi compañero se haya ido. Pido un postre, que estaba tan delicioso como lo demás que almorcé y nuevamente me toca pagar toda la cuenta, aunque esta vez creo que mi cita me dejó por ir tras su verdadero amor