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—-Nadie puede saber de mí —dice serio y mirándome fijo.
—¿Por qué? —pregunté confundida y con el ceño fruncido.
—Mi mamá ha pasado por muchas cosas y el hecho, de que le salga un hijo de treinta años, no sería nada bueno para su reputación —comenta, pero sigo sin entender el porqué han mantenido ese secreto por tantos años.
Fernando empezó a caminar hacia su habitación y yo no sabía si irme a mi apartamento o irme detrás de él. La alegría que había tenido todo este tiempo que estuvimos reunidos, se había esfumado por completo y ahora estaba visiblemente afectado, cabizbajo y casi era posible ver como los pensamientos o seguramente recuerdos, pasaban por su mente.
Finalmente decidí irme detrás de él y ofrecerme como una amiga a la que le pueda contar las cosas
