Edward Mis dedos repiqueteaban sobre el escritorio, estábamos a cinco minutos de terminar el día laboral y nunca había sentido estas imperiosas ganas de irme a casa, y no tenía idea de donde había salido aquello. Quizás era porque el vestido que Allison estaba usando el día de hoy era una puta tortura a mi cabeza, o quizás solo era ella y la forma en que me miraba o como desde hacía un tiempo había empezado a tener estos pequeños sutiles roces cuando cenábamos juntos, ella pensaba que no los notaba, pero lo hacía. Consciente o no, los hacia y estaban jodiendo mi cabeza hacia un mes completo. Un fin de semana, después de una ardua lucha, porque así era ella, porque siempre tenía algo que discutir, algo que retrucar, como si nunca pudiera solo aceptar lo que quería darle, fuimos de compr