—¿Cómo saldremos con esta lluvia? —preguntó Andrea—. ¡No tenemos auto!
Charles me dejó una serie de mensajes de voz sobre la labor de parto en la que estaba Erika desde horas atrás. Mi buzón estaba repleto de mensajes, de distintas horas, sobre ellos en la soledad d su casa. Me indicó que estaba sufriendo por las horas que llevaba su esposa en esa ardua labor, sin poder llevarla al hospital porque una de las antenas telefónicas se desprendió de lugar, llamándome de un teléfono local.
El último mensaje que Charles dejó decía que intentaron llamar varias veces al 911, pero ese no se encontraba disponible. Mi amigo rogaba que escuchara mis mensajes y llevara la camioneta de regreso a su casa. Su esposa necesitaba atención médica y él estaba desesperado por no saber qué hacer para ayudarla.
