Andrea giró a mirarme, frunciendo el ceño ante la inesperada aparición. Aun así, al Charles descender del auto, se acercó a su cuerpo, recibiéndolo como otro m*****o más de la pequeña familia que poco a poco comenzábamos a fundar. —¡Qué sorpresa, Charles! —vociferó Andrea, abrazándolo. —De hecho no es una sorpresa, Andrea —refuté con las manos en los bolsillos. Ella esperó que aclarara el momento, continuando: —Le pedí el auto a Charles para llevarte a un lugar. —¿Qué lugar? —Es una sorpresa. Andrea sonrió, tocando el borde de su vestido azul. Teníamos algo bonito, sano y que nos enorgullecía a pesar de todo. Esos momentos que pasamos juntos no los habría cambiado por nada del mundo, menos cuando fueron uno de los últimos. Charles adelantó una pierna y colocó las manos en su cintu