Despedirme de él fue una de los momentos más desgarradores de ese año, o eso pensé, hasta que Charles me soltó una serie de situaciones que Nicholas no podía controlar y dejó en sus manos. Su mejor amigo era acreedor de un cargo que él dejó sobre sus hombros antes de entrar a prisión, aun cuando solo era eso: un cargo.
—¿Por qué empeñó el rancho? —le pregunté con una taza de café en mis manos.
—Para subsistir y pagar algunos préstamos. Lo hizo como última opción.
Moví los dedos por los contornos de la taza y elevé la mirada.
—¿Por qué no me dijo nada?
—Sabes cómo es él. Ni siquiera quería verte. ¿Crees que te habría contado algo tan delicado como eso? —Charles se quitó la gorra de béisbol y frotó su cabello—. Nicholas piensa que contarte es sinónimo de derrota ante alguien como tú: la
