Narra Casandra Apenas llego al primer rosal cuando una mano pesada me rodea la muñeca. —Realmente estás siendo una chica traviesa hoy, ¿no?—la voz de Aleksander envía un temblor de advertencia por mi espalda. Me tiene empujando mi espalda contra su pecho, un brazo rodea mi cintura anclándome a él, mientras que el otro serpentea y captura mi rostro. —Aleksander—discuto con él, pero es más fuerte. —Hagamos un recorrido por los jardines, ya que eso es lo que querías—dice contra mi oído. Hay un atisbo de cigarrillo en su aliento. Me suelta pero toma mi mano entre las suyas. Aparte de los rosales y otras flores que no podría nombrar si me pusiera un arma en la cabeza, hay una rotonda en el centro con arbustos altos que actúan como un escudo contra el resto del grupo. Mis tacones hacen rui