Capítulo 2

1680 Words
—¡Tamara! a papá no le habría gustado que hicieras esto —Dice Nathy, en un intento por calmar las cosas. —Ni se te ocurra mencionar a papá, quién se debe estar revolcando de la rabia en su tumba gracias a ti, ¡Eres una deshonra para la familia Escalante! —¡Tamara me estás lastimando! —se queja Nathy intentando zafarse. Tamara la saca hacia afuera del departamento, dónde hay un par de cabezas asoladas, puesto que los gritos se logran escuchar a lo largo del pasillo. —¡Tamara estoy desnuda! Hay gente aquí afuera —dice Nathy encogida de hombros, mientras ve hacia su alrededor. —¡Ah cierto! —responde Tamara, quién se agacha—, aquí tienes está chaqueta, póntela, es igual de grande que tu pureza. Esta tira la puerta en la cara de Nathy sin importarle que la ha dejado en pelotas, a la vista de todo en el edificio. Tamara regresa a la habitación donde aún está Clibert, quién espera poder calmar un poco las cosas. —¡Por favor Tamara Cálmate! Estás sacando las cosas de quicio —le dice este intentando acercarse una vez más a ella. —¿De quicio? —responde Tamara arrugando su entrecejo— No sé qué haces todavía aquí, tu ya no vives en este departamento, así que salte o llamare a la policía. —Por favor mi amor, no botes seis años de relación a la basura, Yo te amo, esto no significa nada, fue solo un mal entendido. —¿Mal entendido? Ja ja ja ja ¡Claro! ¡tranquilo, que yo entiendo! —dice está riendo sarcásticamente. —¿De verdad entiendes? —pregunta Clibert. —¡PUES NO! ¡ASI QUE SAL DE MI CASA, SI NO QUIERES QUE TE DENUNCIE POR INVACION A LA PROPIEDAD! Y créeme conozco mucha gente con buenos contactos que podrían hacer que te pudras en la cárcel. Así que ¡FUERA DE MI VISTA, YAAA! —grita Tamara señalando la puerta. Clibert al ver que Tamara está muy alterada, decide salir del apartamento, ya que en ese estado no podrá hacer nada. —¡Pero antes de irte! —le dice Tamara antes de que este cruce la puerta— deja las llaves sobre la mesa, no quiero llegar aquí otro día y ver qué te metiste. Clibert se voltea, con un rostro triste, saca las llaves de su bolsillo, y las coloca en un cofre pequeño sobre la mesa. Este sale del apartamento, dejando la puerta abierta. Por un instante Tamara siente el deseo de salir corriendo detrás de él, pues Clibert había sido y era aun, el primer amor de su vida, nunca había sentido por nadie lo que sentía por el. Pero se contuvo pues el dolor que sentía era grande en ese momento. Tamara lanza la puerta con fuerza, haciendo que se escuche en todo el piso. Un sentimiento de frustración mezclado con la ira que sentía, se adueña de ella, lo que la hace tomar cosas al azar y lanzarlas contra el suelo, ya que siente un dolor tan grande, como si le fueran sacado el corazón a carne viva. —¡¿POR QUE?! ¡¿POR QUE A MI?! —grita mientras paga su dolor con cada objeto que toma en sus manos. Sentía que su mundo se había vuelto añicos en un segundo. Una vez terminado de tirar todo, está se tumba sobre el suelo, llorando desconsoladamente, ve entre los restos tirados, una foto en la que salen Clibert y ella, en su viaje a Margarita, dónde están abrazados, nunca pensó que la persona quién más la había apoyado y animado a seguir sus sueños, sería la misma que le haría mucho daño. —¡Papito te necesito! —dice en medio de lágrimas. Pasan cinco días. Tamara está en su oficina, en su escritorio hay una taza de café muy cargado, desde el día en que encontró a su hermana con el amor de su vida, le cuesta un poco concentrarse en el trabajo, ya que no ha podido dormir, el simple echo de cerrar sus ojos, hace que la imagen de estos aparezca en su mente inmediatamente. —Señorita Tamara, dentro de poco llegarán los nuevos clientes, ¿necesita que le saque algunas otras copias? —dice un chico alto, joven, de unos veintitantos, vestido de corbata, muy bien arreglado. El deja un grupo de carpetas sobre el escritorio. —No, tranquilo, termina de hacer el informe preliminar, lo necesitaré para la reunión —le responde Tamara sin levantar la mirada. Este chico se da la media vuelta para salir de la oficina, cuando la voz de Tamara lo detiene. —¡Por cierto!, esteeeeee —intenta recordar el nombre del chico. —Ernesto señorita —le responde el volteando hacia ella. —¡Si claro! Ernesto ¡Discúlpame, la cabeza la he tenido perdida estos últimos días! —lleva su mano hacia la frente— ¿Podrías por favor llevarte está taza de café? Ya se enfrió. Ernesto respira profundo y toma la taza de café, volteándose y saliendo rápidamente antes de que a Tamara se le ocurra otra cosa. Tamara apoya sus codos sobre el escritorio, pasando sus dedos entre sus lisos y largos cabellos, dando un suave masaje a su cabeza, en ese momento le encantaría poder salir de allí, y respirar un nuevo aire. —Tu eres poderosa, inteligente y segura de ti —se dice a si misma, como un ritual, el cual hace cuando se siente decaída— ¡Eres fuerte y capaz! Ya saldrás de esta con nuevas fuerzas. Como decía tu padre “No hay mal que por bien no venga”. De pronto suena un clic en su computadora, que le avisa que ha recibido un nuevo correo electrónico. Por lo que está levanta su cabeza, pensando que es más trabajo que le envían desde Nueva York, donde está la sede principal. Tamara fija su mirada en la pantalla, esperando leer más de lo mismo, por lo que no se apura en hacerlo. Tomando toda la calma. Se vuelve a sentar erguida sobre su silla, y acomoda su cabello hacia atrás. Luego mueve su cuello, rotándolo de un lado a otro, haciéndolo crujir para liberar un poco de estrés. Estira su mano y coge el mouse de la computadora con la mano derecha, dispuesta abrir el nuevo correo que le ha la llegado, el cual efectivamente era de la sede principal. Esta lo abre, esperando encontrar un nuevo material para trabajar, pero para su sorpresa, es un correo de invitación. “Señorita Tamara Escalante, hemos estado observando muy de cerca su trabajo, y su desempeño nos ha causado gran admiración, siendo usted la Ejecutiva en ventas más eficiente que hemos tenido a lo largo de todos nuestros años, es por esto que queremos extenderle está invitación para que sea parte de nuestro equipo, siendo la nueva Jefa de ventas en nuestra sede principal, en la ciudad de Nueva York...” El corazón de Tamara se exalta, de pronto parecía estar en un sueño, está abre grandemente sus ojos al ver la palabra “Nueva York”. Impresionada vuelve a leer y revisar el correo que le ha llegado, cerciorándose de que no sea una broma de mal gusto, pues no puede creer lo que sus ojos están leyendo, ya que esta invitación llegó en el momento más indicado de su vida, justo cuando más necesita estar lejos de todo. Después de revisar que todo está bien en ese correo, casi con los pelos de punta, Tamara termina de leer. “…Aquí podrá contar con un departamento, auto para poder desplazarse y todo lo necesario para su traslado. Por favor escríbanos a la brevedad posible su respuesta…” —¡Si, si, si, si, siiii! —grita emocionada levantándose súbitamente de su asiento, ya que no cabe de tanta emoción—, ¡Te lo dije Tamara! “No hay mal, que por bien no venga” —voltea su mirada hacia arriba y cierra sus ojos—, ¡Gracias papito! Sin detenerse a pensarlo ni por un instante, Tamara responde inmediatamente. “Señores de National Company Hills, gracias por sus palabras, son un impulso más para continuar con mi trabajo, el cual hago con total satisfacción… Me siento muy halagada por su invitación, la cual felizmente acepto….” Ese momento se sintió como si le estuviesen quitando un gran peso de encima. El poder irse lo más lejos posible de Venezuela, era como tener una segunda oportunidad para empezar, para olvidar y así sanar todas las heridas que eran como brazas ardiendo dentro de ella. Su ánimo mejora después de recibir ese correo, incluso Ernesto siente la nueva vibra que está emite al hablar. De pronto todo empieza a ir muy bien. Tamara se vuelve a sentir en su estado de confort, el cual había perdido hacia cinco días. Esa mañana logra cerrar uno de los mejores tratos, sin el más mínimo esfuerzo, ya que la confianza en sí misma, era suficiente para convencer a cualquiera de invertir en la empresa. El día está apunto de terminar, y Tamara echa un último vistazo a su correo electrónico, esperando recibir las indicaciones para su viaje a Nueva York, pero aún no ha recibido nada. «Toca esperar hasta mañana, pero de qué me voy ¡Me voy!» piensa mientras recoge sus cosas para ir a visitar a su madre. En tráfico está en su punto máximo, y nuevamente vuelve a quedar trancada en las calles concurridas de Caracas. Todos parecían haberse puesto de acuerdo para salir a esa misma hora. Los carros avanzan despacio, cosa que normalmente alteraba a Tamara, pero hoy no habría nada que pudiera arruinar su dia, ella parecía tenerlo todo bajo control, nada podía dañar la felicidad que sentía por haber sido escogida para el puesto de sus sueños en Nueva York. Incluso un auto se cuela delante de ella, pero está sin decir nada, deja pasar el evento.
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