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Salvando a mi jefe

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Blurb

Tamara es la ejecutiva de ventas en Venezuela de: National Company Hills, una empresa dedicada a venta y exportación de maquinaria pesada para la construcción. En solo tres años que lleva en la empresa y su gran dominio del inglés, ha cerrado más trato de negocios que ninguno en diez años; esto ha llamado la atención de la sede principal en New York, y proponen por medio de un email, que se mude para los Estados Unidos. Esto no es una decisión muy difícil, ya que su corazón esta completamente roto, pues su antiguo novio, se acostó con su hermana, en la misma casa que compartían.

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Capítulo 1
Era el típico día de tráfico en la ciudad, pues a las cuatro de la Tarde todo estaba muy colapsado, parecía que la ciudad cada vez se iba haciendo más pequeña, los autos aumentaban y consigo el estruendoso ruido. Los dedos de Tamara tocaban el volante de una forma apresurada. No había sido uno de sus mejores días, los japoneses se habían negado en invertir en la compañía, donde ella era la representante de venta en su país, los asiáticos alegaban que la empresa estaba a punto de caer en quiebra, por un rumor en las r************* . Tamara trató de explicarles que una multinacional no caería tan fácil, ya que era una compañía con una larga trayectoria intachable, pero ellos querían un aval que amortiguara su inversión, y querían construir los edificios prácticamente a base de financiamiento. Por más que pudiera ceder, ya la negociación se había convertido en una locura. Aunque Tamara era la mejor cerrando tratos, este se había salido de sus manos, lo que le ocasionaba un gran estrés, ya que no era el tipo de chica que se rendía. Lo único que la relajaría en ese momento era llegar a su casa, para aliviar su estrés en un tibio y espumoso baño en la tina, acompañado de unas velas aromáticas, junto a la suave voz de …. , ¿Y por qué no? Una copa de vino, aprovechando la ausencia de su novio Clibert, que seguramente estaría en su trabajo. Lo que más le dolía era haberse parado a las tres de la mañana, solamente para no cambiarle el huso horario a los asiáticos. —¡Estúpidos asiáticos! —resopla al recordar el momento. En un arrebato de ira, Tamara comenzó a sonar el claxon eufóricamente, una y otra vez, el hombre que estaba a su lado, colocó el dedo medio desde la ventanilla de su auto. «!No te bajes!, Solo mira hacía otro lado» Piensa volteando su mirada hacia el semáforo, tratando de calmar la fatiga que llevaba en ese momento. La respiración de Tamara disminuyó en el instante en que el carro frente a ella empezó a moverse. Entonces ella sacó también su dedo mostrándoselo al mismo sujeto, tenía una cara de demencia, con su lengua afuera y una ceja arqueada, pues no era de las que se quedaba con lo que sentía. Al llegar frente a su edificio, siente un gran alivio. Estaciona su auto, y se baja precipitadamente dejando las llaves pegadas Dentro, y cerrando la puerta con seguro. Pero, al darse cuenta, pega su rostro al vidrio, apoyándose en sus manos, viendo como el día se iba oscureciendo más. —Lo que faltaba —dice murmurando, «Ya nada puede ser peor» piensa mientras camina en busca de una solución, debido a que no podrá entrar a su departamento. —Buenos días señor José ¿Cómo está? ¿Cómo amanece? —pregunta al entrar al edificio. —¡Aquí señorita! Con el mismo cuento de siempre, la presidenta del condominio dice que no hay dinero para pagar, yo creo que ella se esta quedando con ese dinero, el mes pasado se compró una camioneta nueva. Debe ser eso, aquí todos pagan —dice dejando de lado la escoba. Tamara se quedó callada frente al señor José, el cual trabajaba en su edificio como personal de limpieza, es decir, el conserje. —¿Usted paga puntual? ¿Verdad señorita? —pregunta el señor, viéndola fijamente a los ojos, esperando escuchar su apoyo. Es allí cuando Tamara abre grandemente sus ojos, recordando que debe el mes de condominio pasado, y dentro de unos días serán dos. Pero no se la pasaba mucho en casa, así que no se trataba de falta de dinero, sino falta de tiempo, los continuos atrasos. —¿Yo?... ¡Por supuesto que sí! —le contesta inmediatamente — Claro que sí, y escuché que va a poner calefacción en su departamento —dice Tamara, tratando de echarle la culpa a la presidenta. —Lo sabía ¡Esa bruja! —arruga su entrecejo— Pero, si no obtengo mi pago, no creo que continué aquí para navidad, se lo digo, en el edificio de al frente están buscando conserje, y créame que no lo pensaré… —¿Aún mantiene la copia de la llave que le di para que me hiciera la reparación de la plomería? —interrumpió ella al señor. —Si, si claro ¿Quiere café? —pregunta José cambiando su expresión. —No, la verdad, en otra ocasión —le responde Tamara, viendo hacia arriba, pues solo quería terminar de llegar a su casa, para olvidarse del mundo. —Bueno déjeme buscarlas —dice el señor, dejando la escoba recostada a la pared, este abre una de las puertas de su departamento, el cual era el más pequeño del edificio, y la deja abierta. Tamara comenzó a ver desde la puerta del señor José, como el estante de su sala, estaba cubierta de trofeos de bolos. El señor José por alguna razón le recordaba a su padre, el cual había muerto hacia ya un año. Por lo que una curvatura en la comisura de su boca, se dibuja de repente. —¡Gracias! —le dice Tamara al señor José, cuando le entrego las llaves de su casa. —La verdad no creo que la necesite, arriba hay gente, lo escuché cuando estaba en el piso de abajo, haciendo un trabajo ¿Seguro no quiere un café? —No —respondió ella frunciendo el entrecejo, muy segura de su respuesta. «¿Quien estaba arriba en su departamento?» piensa extrañada. Por lo que se apresura a subir. Al llegar frente a la puerta, giró el picaporte lentamente, su corazón se encontraba algo agitado. Sacó su teléfono para dejarlo en la mano, mientras marcó el 9 1 1, pues temía que alguien le pudiese saltar encima. Al abrir lo primero que visualiza, es una chaqueta, la cual se encontraba encima de la alfombra de su piso. Al verla, la reconoce enseguida. Era la chaqueta de su hermana menor, Nathy «¿Qué hace aquí? ¡Seguramente peleó de nuevo con mamá, ¿Por qué no me llamaría?» Las recientes preguntas en la cabeza de Tamara se respondieron enseguida, cuando de la habitación principal salieron unos gemidos. —¡Ayyhh Ahhhh, shiiii, daleeee, si rico me gusta! Tamara se descompone, colocando un rostro de horror «¡Ah no, eso sí no voy a permitirlo, que agarre mi casa de picadero, jamás!» piensa Tamara caminando enfurecida hacia esos gritos. —¡Ya me va a escuchar esa niña— dice molesta. Tamara abrió la puerta de la habitación de un tirón, dispuesta a parar lo que estaba pasando allí adentro. —¡NATHY! ¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE TU… —dice gritando fuertemente, pero un silencio profundo se adueña de la habitación, de pronto Tamara se queda sin palabras, al ver con horror a Nathy encima del cuerpo desnudo de su novio Clibert. Por un momento ella se queda en Shock, pues a pesar de estarlo viendo con sus propios ojos, no puede creer esa escena frente a ella. Inmediatamente al notar la presencia de Tamara, Nathy es empujada hacia un lado, casi tumbada al piso por Clibert, quién se para rápidamente de la cama, poniéndose la ropa interior en un abrir y cerrar de ojos. —¡Tamara te lo puedo explicar! —dice Clibert, mientras sube la cremallera de su pantalón. Una lágrima está a punto de resbalar por su mejilla, pero la rabia se apodera de Tamara, esta siente que la sangre le hierve, subiendo y bajando de golpe desde su cabeza hacia sus pies. —¡¿PERO QUE ESTA PASANDO AQUÍ?! —grita dolida, tratando de entender lo que está viendo, aunque lo que está frente sus ojos, no necesita explicación. Por un momento siente que es un mal sueño. Nathy agarra las sábanas blancas de flores, que Tamara había comprado hacia un par de semanas, para celebrar el aniversario número cinco con Clibert. Para tapar su cuerpo desnudo. —¡Amor puedo explicarte! ¡Esto no es lo que crees! —dice Clibert con una voz temblorosa. —¡No puedo creer que después de todos estos años, me hayas hecho esto! —dice Tamara viendo fijamente a los ojos marrones de Clibert, con el corazón roto, y sus ojos llenos de lagrimas— ¡Y con ella! —dirige su mirada hacia Nathy— ¡Tu¡ Sangre de mi sangre! ¿Hacerme esto a mí? —Hace una pausa, ya que su pecho está a punto de reventar— ¡Yo que me he reventado el lomo, después de la muerte de papá, para que puedas terminar la carrera de ingeniería en la universidad que querías! ¿Y me pagas así? —las lágrimas salen resbalando por sus mejillas— ¡¿POR QUE ME HACES ESTO?! —grita— ¡¿Por qué?! Nathy empieza a llorar desesperada —Hermana, las cosas... —¿Cómo me dijiste? ¿Hermana? —Tamara interrumpe sintiendo mucha rabia la cual se mezcla con el dolor— ¡No cariño! ¡Tu ya no eres mi hermana!, porque una verdadera hermana no hace esto… ¡No me hace esto a mi!… —Tamara por favor, no digas eso —dice Nathy con la mirada llena de vergüenza. —Esto solo lo hace una ¡zorra barata como tú! ¡Porque hay que ser una basura para hacer semejante bajeza!, así que me haces el favor y ¡TE DESAPARECES DE MI VISTA! —grita Tamara, abriendo grandemente sus ojos, pues parecía que se había vuelto loca. —¡No mí amor, eso no es su culpa! —dice Clibert al ver a Nathy llorando. —¡A ti, tampoco te quiero escuchar! Es más… —Tamara camina hacia clóset, abriendo la parte dónde Clibert guarda su ropa. Está saca los tachos con la ropa tendida y abriendo la ventana que está a un lado de él, empieza a lanzar la ropa por los aires —por si te entran las dudas ¡TU Y YO YA NO VIVIMOS JUNTOS! Así que te me vas ¡YA! —dice está gritando, dejándose llevar por toda la rabia que está sintiendo, sin pensarlo dos veces, agarra la ropa de Clibert y la empieza a lanzar por la ventana. —¡Pero ¿Qué estás haciendo? ¿Te has vuelto loca?! ¡Detente Tamara! ¡Podemos arreglar las cosas hablando! —dice Clibert acercándose a ella colocando su mano sobre su hombro. Pero Tamara al sentir la mano de Clibert inmediatamente lanza su mano con fuerza hacia atrás, dándole una cachetada a este. —¡Ni se te ocurra volverme a poner una mano encima! Y loca, la vieja de tu madre ¡Desgraciado! —Tamara se voltea y saca las gavetas del guarda ropa, lanzando toda la ropa contenida en ella hacia afuera, ya que este departamento se encuentra en el quinto piso. Al terminar de lanzar la ropa, Clibert solo se ha puesto el pantalón, así que Tamara logra coger toda la ropa del suelo la cual también tira por la ventana, incluida la ropa de Nathy. —¡¿Qué no escucharon?! —pregunta Tamara al ver que Nathy aún está parada envuelta en las sábanas llorando, y Clibert a su lado—, ¡QUE SE VAYAN! —Grita. —No puedo, has tirado toda mi ropa por la ventana —dice Nathy en medio del llanto. —¡¿Ah sí?! —dice Tamara siendo sarcástica— pues te vas en pelotas, como una zorrita, que todo el mundo te vea, porque si no tuviste vergüenza para acostarte con ¡MI NOVIO, EN MI CASA!, Pues que te vean desnuda unos cuantos no te pasará nada —Tamara se acerca a Nathy y le quita las sábanas de encima, dejándola solo con su biquini y el sostén, casi como Dios la trajo al mundo. Esta la toma por el brazo, y la hala con la intención de echarla hacia afuera.

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