Prólogo

1442 Words
Si por mi fuese ya habría acabado con mi propia vida, ¿qué más da?, fui condenada desde que nací, eso la hace miserable y sin valor alguno para mí. Mi existencia ha sido determinada por una máxima autoridad de la que nadie se puede oponer ni mucho menos cuestionar por lo que otorga, unos dicen que no es nada malo y que es una bendición nacer bajo su poder pero.... no me siento muy bien teniendo un fragmento de ese pecado que no me permite moverme con libertad ya que cada movimiento que hago me agota y me deja fuera de batalla, que tonto e inservible regalo me dio ese inútil hombre de pacotilla que se hace llamar, el señor de las tinieblas o la oscuridad, mejor conocido por mis hermanos y por mi como: padre. Por respeto lo llamamos así, pero fuera de sus límites de sus territorios, para mi siempre será deidad oscura. Día tras día debo pasar por el lado de los humanos para expandir mi pecado asignado, la pereza, aún que no esté muy orgullosa de eso debo de seguir con el motivo por el cual fui creada, sin poder escapar de mi destino y mi vida un tanto monocromática. Tal vez mi vida es demasiado monótona y ni se diga de mi apariencia, si tan solo los humanos me viesen pasar por su lado lograrían ver que la causante de sus problemas es nada más y nada menos que una joven con ojeras, cabello azabeche y orbes del mismo color de un aspecto enfermizo... ¡se reirán por que alguien insignificante y de aspecto no muy lindo y un tanto melancólico como yo soy capaz de hacerles caer!. Ah, como siempre, la oscuridad siempre será lo peor y más horrible de este mundo. Nunca me gustó ser el centro de atención de nadie, ya que siempre pensaba en holgazanear por ahí sin rumbo específico tal y como me ordenaron. Bueno, todo eso terminó cuando cierto día descubrí a cierto joven que le dio vuelta a mi mundo y lo llenó de ¿brillo?, ¿vida?, ¿calidez?, ¿alegría?, ¿amor?, puaj... lo último queda descartado completamente, eso es imposible, una anomalía. En fin, su sola existencia cambió el sentido que yo misma le daba a mi vida, verlo sonreír mientras vigilaba desde lejos a la humanidad me llenaba de un sentimiento extraño que me causaba náuseas. Nunca creí que su presencia fuese un gran problema para mí trabajo y desempeño en el mismo, mi pecado no afectaba a las personas mientras él se encontrase a cerca de mi. Quisiera odiarlo pero esa mirada que transmite tranquilidad, su sonrisa que desborda de calidez, esos ondulados cabellos cobrizos y orbes grisáceos, me hacen sentir algo que ni siquiera debería o sabía que podría llegar a tener sentimientos así por mi puesto. Simplemente para mi es un sentimiento indescriptible y sin sentido alguno para alguien con una vida como la mía, pero me inundó y me derribó, me dejó fuera de batalla. Quiero ignorarlo pero cada vez que voy a trabajar, siempre aparece para detenerme con su sola presencia y eso me molesta demasiado. Padre siempre habla de mantenernos alejados de los arcángeles y de lo peligroso que sería enfrentar uno cada vez que no nos permitan hacer nuestro trabajo, ya que con su luz nos podrían hacer desaparecer. A veces creo que es mentira lo que nos cuenta sobre ellos por el comportamiento dócil que demuestra hacia mi, jamás ha intentado atacarme desde la primera vez en que nos encontramos y eso que siempre me encuentro vulnerable al dormir en cualquier lugar, realmente... padre es ridículo. Cada día que pasa es un misterio para mi, verlo cerca de mis territorios me dificulta toda mi productividad en mi trabajo, sinceramente es frustrante verlo ahí arriba de una de las casas de la zona, con esa estúpida sonrisa. Aún que hoy es un día diferente por la lluvia que cayó sobre este pequeño pueblo, y gracias a mi suerte, ese arcángel no se presentó. Si hubiera sabido que solo le tomaría 10 días hacerme caer... hubiese huido rapidamemte de ese lugar, pero mi maldito pecado me lo impidió, habrá sido cosa del destino?. — Buaaa.— bostezé .— hora de comenzar mi trabajo.— hablé para mi misma sin ánimos.— veamos... que tenemos el día de hoy.—miré a las personas de mi alrededor.— espero que llegue rápido mediodía, me gustaría regresar temprano a mis aposentos para dormir todo lo que resta del día pero... lamentablemente, debo quedarme hasta que anochezca.— suspiré con cansancio. Pasé y toqué los hombros de la gente que pasaba a mi lado para que sintieran pereza de hacer sus labores, todo iba de maravilla, las personas se veían más somnolientas y desinteresadas. Estaba feliz de que ese día fuese el mejor de los que había pasado durante un año, sinceramente, fue el primer día que me sentí así después de un largo tiempo. — Padre estará orgulloso de su perezoso pecado.— sonreí levemente.— toma eso Envidia, ya quiero ver tu cara cuando reporte mi productividad ante la deidad.— bostezé.—Aunque ya es hora de descansar, me encantaría soñar con tu maldita expresión, desgraciada. Me sentí alegre al haber contagiado a la mayor población posible, emoción que festejé con una siesta en la jardinera que rodeaba un gran roble. En ocasiones logré escuchar las voces de las personas que pasaban por mi lado, una que otra solo se quejaba de la lluvia y otros simplemente bostezaban por el cansancio que les provocaba mi simple presencia. —¡Que maravilla!, aún sin hacer nada estaba trabajando.— festejé sin intenciones de abrir los ojos. Mientras buscaba una posición en la que me sintiese cómoda para dormir, escuché a alguien suspirar, traté de no tomarle importancia pero luego comencé a escuchar sollozos que provenían de alguna de las ramas del árbol que se encontraba a mi espalda. Los intentos por ignorar el llanto fueron en vano, ya que al escuchar a la gente que pasaban por esa avenida estaban más animadas, me percaté de que el arcángel estaba cerca y esa no era una buena noticia para mi. — ¿No puedo estar tranquila?.— abrí los ojos.— ese tonto arcángel siempre me impide trabajar a gusto.— mencioné mientras miraba hacia las ramas del árbol. Aún sentada solo mire hacia arriba para encontrarme al causante de mis problemas, quien solo comenzó a limpiarse las lágrimas, parecía estar triste, cosa que era muy extraña de él. No me preocupaba la razón de su llanto, así que solo me levanté de la jardinera para luego mirar nuevamente a las ramas. — Oye, ¿puedes irte a llorar a otro lado?. Estas arruinando mi labor.— me crucé de brazos. El joven arcángel solo asintió en silencio y de un salto bajó del árbol para luego solo mirarme a los ojos, sinceramente su aspecto en esos momentos no parecían ser los de un hermoso arcángel. Su mirada se encontraba carente de brillo, a lo que solo le dije: — ¿Dónde quedó ese aspecto divino que tanto nos presumen?.— pregunté mientras lo miraba con desagrado. Hablé sin pensar en los sentimientos del arcángel que solo comenzó a llorar, bueno ¿qué podía hacer? ya que nunca me detenía a pensar en los sentimientos de los demás, solo era encargada de llevar un pecado a todas las personas posibles. No sabía que hacer en esos casos, así que solo lo observé, bueno eso fue hasta que él simplemente me abrazó, cosa que me hizo sentir muy incómoda tanto que solo lo empujé provocando su caída. — Oye arcángel, no seas muy confiado. Recuerda que somos enemigos por naturaleza.— le recordé, mientras que él solo me veía desde el suelo.— ve a contarle y a pedirle consuelo a alguien más, tal vez a esos otros arcángeles. Dispuesta a irme solo le di la espalda para comenzar a caminar por las calles, pero mi andar fue detenido por el mismo joven que se encontraba con su túnica blanca mojada mientras se aferraba a mi pie. Estaba a punto de tal vez pisarle la mano o tal vez ignorarlo y seguir mi camino, pero nunca esperé escucharlo. — No te vayas.— me pidió con los ojos llorosos.— quédate a mi lado, por favor. Escuchar por primera vez su voz detuvo mi corazón a su vez que mi piel se erizó, por un momento el tiempo para mi se detuvo con solo escuchar esa melodiosa y suave voz varonil.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD