Día 10
Para no morir de un paro cardíaco les cambie de tema, tal vez Elián llegó a creer que no correspondía a sus sentimientos, pero no era así. Me daba miedo entregarle mi corazón por el simple hecho de que no había futuro alguno para que un romance florezca. Liam sabía del tema y eso le preocupaba un poco pero aún así me trataba de alentar en silencio, quizá era molesto y molestaba a Elián, pero solo lo hacía para que le demostrara al arcángel que si le correspondía.
Aún seguíamos caminando hacia el lugar, donde teníamos las cosas preparadas y Liam solo se separó de nosotros para después sonreír.
— Nos vemos después, no quiero ser mal tercio como hace unos momentos. Señorita Pereza, si necesita ayuda en algo o que le traiga algo... recuerde que estaré cerca.— hizo una reverencia.— hasta luego.
Se despidió de nosotros, a lo que también correspondidos a su despedida. Elián estaba sorprendido y yo nerviosa porqué ún me tomaba de la mano.
Ambos seguimos caminando, y tratábamos de sacar un tema de conversación algo trivial pero no lo lograbamos, el nerviosismo nos ganaba. Ese silencio que se formó entre los dos me molestaba, así que traté de buscar un tema para hablar, hasta que se me ocurrió algo.
— Oye Elián.— me miró.— ¿qué pensaste de mi cuando me viste por primera vez?.— le pregunté un poco nerviosa, traté de que mi voz no temblara, pero la verdad es que no sabia con exactitud si eso había funcionado.
Me sonrió levemente.— ¿Enserio quieres saber?.— se ruborizó.
— Claro.— le respondí un poco temerosa por la respuesta de él.
— Bien.— suspiró.— cuando me asignaron el pueblo creí que iba a estar solo y que mi trabajo sería aburrido, pero verte en el mismo lugar me hizo feliz porque no estaría solo. Quise hablarte en varias ocasiones pero jamás lo lograba, siempre te despertaba...— sonrió tímidamente.— y en una ocasión me gritaste: "Que me estás viendo estúpido Arcángel molesto".
Al escucharlo decir eso me sentí mal, bajé mi mirada hacia la nieve y comencé a meditar mi comportamiento durante ese año. Era una basura por haberlo tratado así, él se percató de mí, a lo que solo me abrazó nuevamente el brazo para luego seguir hablando.
— Disculpa, es que recordar eso me hace sentir feliz. Tal vez algunos dirán que fuiste mala pero... eso no me importó. Para ser sincero... lo primero que pensé de ti fue: "¡Es tan genial!. Me gustaría ser como ella, puede hacer lo que quiere ".— me sonrió.— desde ese momento te admiré y después de eso... pues ya sabes.
— No se a que te refieres.— desvíe mi mirada, esperando escuchar nuevamente sus sentimientos.
— Es que... bueno...— se ruborizó.— de que tu...— suspiró.— Pereza, nunca esperé a que ocurriese nada. Así que dejemos esto de lado y sigamos con el día, no quiero que te sientas incómoda a mi lado como amigos.
Solo eso, "AMIGOS". Una palabra que resonaba en mi mente con fuerza, y eso me molestaba. Quise decirle lo que de verdad ocultaba, pero no me atreví al sentir como liberaba mi brazo para correr hacia donde estaban las cosas preparadas. Arriba de una mesita de madera se encontraba un plato con un pedazo de pastel, el cual Elián tomó para luego girarse hacia mi y dedicarme una sonrisa seguida de un leve rubor que cubría sus mejillas.
Su sonrisa, era el p**o más gratificante y satisfactorio que valía más que los tesoros que me pagaban por trabajar, trabajo que consistía en hacer infelices a las personas. Esa sensación me invadía y llenaba de alegría, estaba más que claro, nunca había nacido para ser un pecado.
— ¡¡¡Es un pedazo de pastel de vainilla!!!. ¡¡¡Pereza, es pastel!!!.— me gritó lleno de emoción mientras sostenía el plato entre sus manos.— ¿a qué crees que sabe?
— Dale un bocado y lo descubrirás.— le sonreí.
— Esta bien, pero me acompañarás.— me dijo mientras se acercaba a mi para tomarme de la mano.
Él solo me guió hasta la mesita para luego pedirme que tomara el plato. Nunca esperé a que me tomara en brazos para después sentarme sobre la mesa.
Mis mejillas ardieron, y el solo me sonrió para después tomar un poco de pastel con la cuchara que estaba en el plato para luego acercarla hacia mi.
— Pero tu....
Me interrumpió.— Prueba un poco.
Su mirada llena de calidez me hizo perderme en esos bellos orbes grises, y sin pensarlo abrí la boca para probar un poco del pastel. Su cabello suelto bailaba con el aire helado de la montaña y su túnica brillaba por los rayos del sol, eso le daba un aspecto divino y hermoso. Estaba perdida en él, y de eso no se había percatado ya que estaba centrado en el trozo de pastel.
— Está delicioso.— me dijo mientras dejaba de lado el plato para luego sentarse sobre la nieve.— gracias por traerme un poco, no se como sabías que deseaba probar uno.
— Hmm, si supieras que a veces no dormía y solo entre cerraba los ojos.— pensé mientras lo veía.
Por unos momentos solo cerré los ojos por el cansancio, pero algo frío golpeó mi rostro. Sonreí después de quitarme todo rastro de nieve, pero al verlo solo me crucé de brazos.
— Oye, Elián. Es injusto, tu no sientes frío.— le recordé.
— Está bien, volveré a mi forma física para que sea justo... aún que tu también debes hacerlo, jajaja, no quiero parecer un loco que está jugando solo en la nieve.— me dijo mientras comenzaba a reírse.
Solo asentí ante su petición para volver a hacer el pequeño ritual para volver a la forma física, por otro lado cuando terminé, el solo entre un destello cambió. Ambos solo intercambiamos gestos para después correr al lado contrario y comenzar a hacer bolas de nieve, y yo solo me olvidé y dejé de lado el cansancio para darle un gran día inolvidable.
Parecíamos niños, pero no nos importó en absoluto, nos estábamos divirtiendo y eso era lo que nos importaba en esos momentos. Ciertas bolas de nieve acercaban y otras no, pero en un lanzamiento que hice le di a Elián en el rostro, no lo había esquivado por que se estaba riendo de mi por haber tropezado.
— Puaj... Pereza, tragué un poco de nieve.— me sonrió.— ¡Me vengaré!.— bromeó.
— Vamos, inténtalo. Verás que te ganaré.— le dije mientras comenzaba a correr.
— ¡Te atraparé!.
Corrimos entre los arbustos y árboles de la zona nevada, entre risas y bromas pasamos por el lugar. El tiempo marchó rápido y de eso no nos percatamos, pero no importó, Elián seguía corriendo hasta que me tomó del brazo para detenerme.
— ¡Te tengo!.— sonrío triunfante.
— Ya me habías atrapado sin yo saberlo.— le dije.
— ¿Qué?.— arqueo una ceja.
— Que desde hace tiempo....tu...
El tiempo era cruel, bueno la deidad oscura lo era, y no lo iba a perdonar.
Elián cayó a la nieve frente a mi, comenzó a gritar de dolor mientras que se sostenía el pecho. Sus gritos eran desgarradores y de agonía, verlo me hizo caer de rodillas y sin pensarlo miré hacia el atardecer, maldiciendo a todos los que lo habían lastimado, incluyéndome a mi.
— Elián, escúchame. ¡¡Lo siento, siempre tuve la culpa de lo que te ha pasado, y me arrepiento de haberme cruzado en tu camino!!.— mis ojos se cristalizaron.— Elián... si no me hubieses conocido..
tal vez no estarías sufriendo por mi culpa.
Con la respiración agitada y aún tratando de evadir el dolor, solo puso una de sus manos en mi mejilla para comenzar a secar mis lágrimas que comenzaron a caer. Su semblante desencajado me hacía llorar más, por más que me mostrara una leve sonrisa no apaciguaba mi dolor de verlo así. Estaba por hablar, pero él solo negó en silencio para luego tratar de decirme algo.
— P-pere... pereza... n-no.... coff.. coff.— comenzó a toser.— p.. para mí... er... ere... eres.. l... o... mejor que... me ha... p-a pasado.
— ¡Elián!. No digas nada, no gastes tus energías, permíteme decirte algo.... quiero que me escuches... sniff..— me acurruque en su pecho sin dejar de llorar.— perdóname por siempre tratarte mal. Nunca creí que te dijera esto pero... en 6 días me di cuenta de algo... en 7 supe que correspondía a tus sentimientos... pero, fui una tonta y cobarde que para enmendar sus errores se arriesgó.
– Pereza...— me habló debilmente.
— Elián, déjame terminar... por favor.— el solo asintió en silencio.— me gustas, y de eso no hay duda. Me costó admitirlo y asimilarlo, pero ahora se que es demasiado tarde para decirte lo que siento.
El solo me sonrió levemente para después tomar con delicadeza y debilidad mi barbilla, mi reacción al sentir su tacto fue solo levantar mi mirada. Tener su rostro cerca me hizo ruborizar, pero al ver sus intenciones solo me acerqué más para ayudarlo.
Ambos solo nos miramos a los ojos por unos momentos hasta que tomamos el suficiente valor para unir nuestros labios, estábamos nerviosos solo por que con ese simple acto habíamos roto una gran regla, pero poco importó. Solo nos separamos por unos momentos, pero esta vez fui yo la que tomé la iniciativa y lo besé a lo que él solo correspondió.
Por falta de aire nos separamos un poco y con una leve sonrisa le dije:
— Eres lo mejor que me ha pasado... iluminaste mis días aún que solo fuesen 10...— le dije mientras trabajaba de contener mis lágrimas.— bueno no fueron solo diez, fue todo el año, por que estos días fueron para conocerte mejor y saber que eras mi alma gemela.
— Pereza... yo te... am.. amo...
— Yo también te amo Elián.— le susurré al oído.
Sabía que quería decirme más cosas, pero aún así no lo presioné por el simple hecho de que estaba en sus últimos momentos. Quería evitar llorar frente a él, pero verlo toser nuevamente pero esta vez acompañado de sangre... me hizo sollozar.
Yo también tenía más cosas para decirle, pero al ver que Elián comenzó a retorcerse y gritar de dolor... solo le dije lo que me parecía más importante darle a conocer.
— Me gustaría renacer como los humanos junto a ti para poder estar juntos sin temor y preocupación de romper alguna regla de nuestros mundos.
— A mi... ta.. también.
Nuevamente volvió a toser sangre, y poco a poco comenzó a cerrar los ojos. Traté de mantenerlo despierto pero el solo me sonreía levemente sin intenciones de abrir sus ojos, estaba desesperada por tratar de mantenerlo más tiempo a mi lado... pero al ver que el sol se ocultó en su totalidad comencé a llorar y gritar al verlo desvanecerse como si fuese solo neblina.
Trataba de aferrarme a él, pero fue en vano, como arena entre mis manos no lo pude retener.
— Elián... Elián....— traté de abrazar su cuerpo.— no... noooo... ¡¡¡¡NOOOOOO!!!, ¡¡¡ELIÁN!!!
No pude contener mi frustración, su cuerpo desapareció frente a mis ojos y no pude evitar golpear la nieve varias veces. De tanto que golpee la fría capa gélida, mis puños comenzaron a doler y de los nudillos comenzó a brotar sangre de las heridas que yo misma me había causado.
— E-elián...— me acosté en la nieve.— ¡¿por qué no fui yo?!.— grité mientras tomaba entre mis manos la nieve que se había manchado con mi sangre.— ¡¡ESTÚPIDA DEIDAD OSCURA!!, ¡¿ESTÁS FELIZ?!... ME ARREBATASTE LO QUE MÁS AMÉ... si... yo.— comencé a limpiar mis lagrimas.— hubiese sabido de un método para ayudarlo... me hubiese sacrificado... ¡¡NO debía morir!!
Un recuerdo que quedará por siempre en mi mente y corazón, un día que me marcó para el resto de mi miserable vida... recordar como desapareció con una sonrisa es y será una de mis más grandes tristezas. Como un valde de agua fría cayó sobre mi para recordarme que el amor no sería para mí, solo por ser una mala persona, bueno alma o lo que sea que soy... ya no importa.
Ojalá él me hubiese podido decir todo lo que quería, pero el dolor no se lo permitió.