—Ya no sé disimular, llamo y no te puedo hablar. Tu recuerdo no se va, no se va, no se va —cantaba a todo pulmón Juan Andrés, el tema de Morat; mientras llegaban a Armenia. Paula ladeaba los labios, sonriente, mientras observaba el paisaje. —Algo en ti quiere volver, y algo en mí te va a encontrar. Tu recuerdo no se va, no se va, no se va…—proseguía entonando, mientras por el rabillo del ojo, observaba a Paula. —¿Te gusta mi melodiosa voz? —indagó él, mientras pisaba a fondo el acelerador y aumentaba la velocidad. —Ve más despacio —solicitó Paula, se sostuvo de las agarraderas del auto—, y con respecto a tu voz, pues estás bueno para cantar en los buses —bromeó. Juan Andrés bufó al escucharla. —Quizás ese tema no es el adecuado. —Enseguida cambió la melodía, y las notas de: «La