En la cocina Cris se acercó a Juan Andrés. —Ya tengo hambre, ¿ya vamos a comer? —Yo también, estaba esperando que se levantara tu mamá, pero parece que va a dormir toda la tarde, más bien alimentemos —propuso—, ve a lavarte las manos, al baño. El pequeño asintió, y luego de un momento regresó a la cocina, mojó sus labios al mirar la comida. —Huele bien sabroso. —Y sabe muy bien —dijo Andrés—, sube a la silla y come. El pequeño saboreaba el pollo como el más exquisito manjar. Andrés sonreía al verlo. —Después de almorzar, descansaremos un poco, y más tarde nos bañamos. El pequeño negó con la cabeza. —No me gusta el agua fría —dijo y sacudió su pequeño cuerpo. —Será en agua bien caliente, ya verás. El pequeño no quedó muy convencido, siguió alimentándose. **** Horas más tarde, P