Diana estaba más relajada, se le veía en su rostro aparte de la sonrisa que tenía que contagiaba a su amiga Carla y a Frank el novio de ésta. Llevaban rato caminando con calma viendo los puestos de juegos, mientras Diana abrazaba a sus dos peluches como si fuera lo más valioso que haya tenido, eran muy suaves y grandes, eran del tamaño de su tronco, tenía que poner uno a cada lado de sus caderas para poder ver al frente. —Chicas ¿y subimos a la casa del terror? — pregunto Frank muy entusiasmado —Ay no amor, sabes que esas cosas me dan mucho miedo. —Pero tú vas a estar conmigo, yo te protejo de cualquier cosa, ¿Y tú Diana quieres ir? —Bueno ya estamos aquí ¿No? Tenemos que disfrutar del momento, pero primero quisiera guardar a mis peluches, no quiero que se ensucien ¿Podrías acompaña
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