— Me estoy muriendo— murmuro acostada sobre mi espalda la mañana siguiente. Siento mi Cabeza a punto de explotar, la boca seca y el estómago revuelto. — Necesitas un Advil — murmura a mi lado Liam. Volteo a verle y se ve como si nada. No es justo. — Quita esa sonrisa burlona de tu cara— gruño ganándome una risa baja de su parte. — Venga. Levántate— dice sentándose en la cama. Solo viste un pantalón de pijama. — ¿Tú me metiste a la cama? — inquiero cuando me siento y veo que nada más llevo una de sus camisetas. — Si— responde con simpleza poniéndose de pie y perdiéndose en el baño de mi habitación— Levántate Ava— dice desde el interior. En vez de hacerle caso me echo de nuevo y cierro los ojos y duermo otro poco más hasta que pequeñas gotas caen en mi rostro. —¿Qué…? Abro los ojos