Bianca llevaba un vestido amarillo de seda y cinturón dorado con escote al frente, largo hasta las rodillas, amplio, se veía sencillo pero entre el color de su piel el de sus cabellos que llevaba sueltos y sus ojos grisáceos se veía despampanante. —¡Buenas noches! Pasen adelante —les dijo un mozo a la entrada del salón donde se celebraría la fiesta por el ascenso de León. Ella iba colgada del brazo de Ignacio. Acaparó todas las miradas, incluida la de Maximiliano de la O que ya estaba allí, Bianca sintió que le tembló el cuerpo, hacía unos días que había tenido un encuentro con él, que fue para ella salvaje, no estaba acostumbrada a esas cosas pero podría acostumbrarse pensó. —¡Excelente que me vea del brazo de Ignacio y le de celos! —pensó ella. Maximiliano no volvió a mirarla en toda