—No me quiero ir—dije—. Además ya estoy por cumplir mi mayoría de edad, sabes que me iré. —¿Y según usted voy a esperar eso? Cuando me senté empecé a comer sin que ella diera la orden, no pensaba discutir otro día más, me sorprende siquiera que me hable, siempre espera una semana para tolerarme, cuando pensé que iba a decir algo más, entró Larry con su elegancia de siempre, saludó a mi madre con un beso en la mejilla y vino hacia mí dándome un beso en la frente y puso sus manos en mis mejillas. —Te extrañe, princesa. Sonreí, porque sabía que a Diana Smith esto le dolía, no ser el centro de atención. —Bueno, Larry ven, tu lugar de la mesa está al lado mío—dijo molesta. —No madre, hoy me siento aquí, junto con Amy —sacó la silla del lado mío y se sentó, tomó mi mano y le dio un beso