Su voz sonaba exactamente igual que por teléfono cuando pronunció mi nombre. Al girarme y ver de pie junto a mí a un señor de traje oscuro muy elegante y serio casi doy un brinco, pero opte por sonreírle con nerviosismo, además de tontamente saludarle con la mano. Me levanté de súbito dejándo caer mi libro para luego disculparme por mi excesiva torpeza, hasta que al fin tome la mano que me ofrecía con demasiada emoción.
No sonrió. Era alto, erguido y debía tener unos cincuenta y tantos años, su cabello ya era de un gris oscuro. Su mentón iba perfectamente afeitado y su boca era una simple línea recta, en su juventud debió ser realmente atractivo y todo una adonis porque aun su porte era imponente. Mi instinto decidió que se veía bastante bien y saludable, no podía evitar examinarlo como si fuera uno más de mis pacientes cuando era él quien venía a estudiarme. Debí parecerle una chiquilla atolondrada.
La dichosa entrevista evidentemente comenzó mal. Él tenía el aspecto de un importante ejecutivo de mundo, ni hablar de cuanto me costaría ese departamento. Algo dentro de mí me gritaba que le hacía perder su tiempo y el mío. No me dio oportunidad de pensar demasiado me guió sin palabra alguna nuevamente al edificio, y después de saludar a el portero como si lo conociera de toda una vida continuamos por la ascensor. Con su voz profunda iba hablando de los metros cuadrados y las normativas que en general eran las que necesitaba con Gis. Nada de música a todo volumen. Nada de amigos. Nada de ruido.
Subimos los únicos cinco pisos, el edificio era más ancho que alto así que no vi tan necesario un ascensor el cual no detallé concentrándome unacamente en lo que aquel hombre decía. Detrás de mi habia un espejo, pero preferí ignorarlo aunque el reflejo metáloco e las puertas me recordó mi aspecto deportivo ese día y me sentí aún mas incómoda. Llevaba toda la pinta para salir a correr y era precisamente lo que quería hacer delante de aquel señor, estaba fuera de lugar. Puse los ojos en blanco a su espalda mientras trataba de hilar lo que había dicho sobre las mascotas, era absurdo pues no tenía ninguna.
El pasillo igual de amplio que todo era precioso y solo habían tres puertas a lo que supuse que eran tres departamentos. Para un edificio como ese debían haber mas y quedé impresionada por un hermoso vitral de piso a techo que daba luz natural. Con una llave que traía en su saco abrió la puerta y ante mí la luz de los ventanales fue lo primero que capturó mi visión. Si pudiera describir el sitio en una palabra sería "Enorme Vacío", aunque había muebles preciosos y una mesa redonda en el salón. A mi izquierda la cocina con una espectacular isla de cenefas blancas y tope n***o en marmol. A mi derecha al fondo unas puertas que debían ser las habitaciones. El lugar parecía desierto, sin vida ni color. Algo triste, por lo menos eso sentí al entrar.
A pesar de ello era fantástico amplio y precioso.
Nos sentamos en aquella mesa no sin antes hacerme sentir incomoda con esos modales de caballeros de antaño y de la carpeta que llevaba sacó una hoja. Me sentí realmente en una entrevista para ocupar algún puesto y aun no me decía el precio de aquel... miré a mi alrededor y de nuevo el ventanal capto mi atención. Era el último piso y por ella se veía el parque y el lago. Una hermosura. Soñar no costaba nada.
El señor Manson estaba diciendo algo que no logré procesar y con vergüenza por mi despistado comportamiento lo miré fijamente en silencio.
- Le pregunté exactamente a qué se dedica señorita. Me dijo que era estudiante por teléfono, pero supongo que trabaja
- ¡Ah! Yo... soy enfermera en el Hospital Greenville y estudiante de Medicina en... tercer año de avanzada
- Escribió algo mientras preguntó - ¿Sus padres en donde viven?, ¿tiene hermanos?
- No. O tal vez sí, nunca lo sabré soy adoptada – lo dije de manera natural, pero levantó la vista con el ceño fruncido. Quizá pensaba lo que ya yo llevaba rato haciendo, no podría pagar ese departamento sola - Mis madres viven en una Villa posada en las afueras de Chicago
- ¿Sus madres? - levantó una ceja, casi todo el mundo lo hacia no era tan usual. Iba a contestar, pero pareció entender y continuó con un ademan. Instintivamente recompuse mis anteojos
- Es mayor de edad por supuesto, aunque parece mas joven ¿A que edad fue adoptada y como fue la relación con sus madres?
- Bueno... - tendría que contar la misma historia que en las otras grandes entrevistas de mi vida – Mis Madres siempre me educaron con valores son una pareja sencilla y dulce, llegué a ellas con tres años. Antes viví en un orfanato y a los 15 vine a estudiar, le puedo traer mi hoja de vida – sonreí por la ironía tratando de sentirme mas en confianza, pero él no me devolvió la sonrisa así que terminé con una mueca
- ... disculpe, pero ¿qué edad tiene?
- Cumpliré 25 – volvió a levantar una ceja sin sonrisa mientras mi pie tamborileaba sin sonido en la alfombra. Me ponía nerviosa aquel señor y esa situación peculiar, así que decidí soltar mi defensa – escuche señor Manson, he estado buscando un lugar decente en el que pueda estudiar y descansar un poco sin que las hermandades o mis compañeros de piso me distraigan. Es muy importante para mí avanzar, vivir sola y titularme. Dentro de dos meses comienzan las primeras evaluaciones de mi cuarto año, puede que el último antes de hacer mi residencia y mi especialización si todo sale bien. Tengo una beca de estudio y trabajo, pero no puedo pagar una elevada suma aunque lo valga. No sé si estemos perdiendo el tiempo y lo haya hecho venir...
- La distribución de mi tiempo es asunto mío señorita – y sentí como si el padre que nunca tuve estuviese enfrente - ¿cuánto puede pagar?
- ¿¡Que!? – aún estaba asombrada no era la pregunta normal para un alquiler. Anonadada volvió a preguntar y respondí con sinceridad, era poco para lo que debía costar aquello
- Muy bien, he entrevistado a un total de seis aspirantes con usted siete en unos días y ninguno me ha dado razones para dejar que ocupe este sitio. No es lo que vale al verlo. Es importante para mí tiene un valor sentimental. Todos me dieron la impresión que no lo cuidarían como se debe, todos menos usted y si no tiene inconveniente de firmar el arrendamiento ahora yo acepto lo que ofrece
Que día más extraño. ¿Ese hombre me decía que aceptaba lo que pudiera pagarle?. No sabía que responder, aunque él parecía leer mi mente y sacarme de las confusiones a las que me sometía. Parecía una especie de sueño alterno en donde todo de pronto cuando iba mal afortunadamente se pone bien. Me había ganado la lotería.
Extendió frente a mí las formas y la cuenta en donde debía de depositar la renta puntualmente cada mes. Parpadee tantas veces que tuve que controlar mi euforia, aquello era cierto. Sentía como mi vida podía cambiar a partir de ese acuerdo fortuito. Todo estaría bien.
Me mostró el resto del lugar, y sí. Rentaba todo el sitio para mi sola se me hacía enorme, la habitación era tan grande que podría vivir solo alli dentro. Pero tenía una excepción. Una puerta. Una de las dos habitaciones que tenía el lugar estaba cerrada con llave y me prohibió abrirla sin decir por qué. El resto podía hacer lo que quisiera, me sugirió hasta que podía darle color si quería solo que debía cuidarlo. Estaba tan feliz que para mí era lo de menos, casi no estaría allí y si estaba sería clavada en algún libro, eso él lo suponía.
Le deje mis datos completos y aunque le sonreí como tonta al despedirme tan solo me dedico una inclinación de esas de caballeros de armadura y se fue en un lujoso auto n***o con chofer. Me quede un buen rato parada en el umbral del edificio tratando de creerme lo sucedido, imaginando cómo de alguna forma trasformaría ese lugar en mi hogar, mi refugio. Sentí un escalofrío y miré las llaves en mi mano con un suspiro, era un nuevo comienzo.
Por supuesto que celebre mi suerte con un buen pollo al estilo de MIguel.
Una semana después estaba girando en el salón, en el Magnolia. Una ventana enorme que daba a un lago y una paz absoluta, suspiré dejandome caer en la alforbra. Llenaría mi soledad con libros y mi tan preciada música clásica apenas audible. Abrí mi laptop esa primera noche en mi propio espacio y establecí contacto con mis madres. Prácticamente estaba brincando en la silla necesitaba mostrarles todo.
Ambas aparecieron sonrientes en la pantalla bastante cerca, aun no dominaban esa clase de tecnología o por lo menos Polette. Hasta les hable de la puerta secreta y las cortinas que compraría, estaban tan emocionadas como yo. No tardaron en hacerme saber lo extraño que les parecía el precio y decidieron exigirme el número del señor Manson, siempre me enternecía que a pesar de tener un montón de distancia y yo ya era mayorcita para cuidarme sola actuaban como lo que eran, mi única familia. Les di su número con la condición de que no me avergonzaran frente a él haciéndole pensar que aún era una niña, aunque me daba la impresión de que ya lo pensaba. Quizá ni lo llamarían, pero era bueno que supieran esos detalles.
Utilice mi mes de receso académico antes de comenzar el segundo lapso de exámenes para arreglar el triste vacío del departamento. Compre cortinas nuevas no demasiado llamativas, pero si con un color azul oscuro precioso, me hacía ilusión pensar en el cielo y el mar antes de abrirlas y descubrir el lago. Coloqué un par de jarrones con flores y pase todo un día de un lado a otro moviendo muebles. Aunque tenía de todo aquel lugar compre cosas que me parecían necesarias y por primera vez me sentí bien, sentí aquel sitio un verdadero hogar después de el de mi niñez en la Villa y suspire en el completo silencio al ver que el espacio ya no era tan triste. De hecho era más bonito.
Al ritmo del Jazz me detuve frente a la puerta misteriosa del señor Manson y me pregunte si ocultaba algo aterrador tras ella, o simplemente era la habitación de alguien que vivió allí. Imaginé un montón de posibilidades que para ser sincera eran un poco fatalistas, la absoluta soledad finalmente me había creado fantasmas. Lo deje por la paz y continué con mi labor de transformación. La idea de Gis de hacer una fiesta de bienvenida era indiscutible y tampoco la llevaría a conocerlo era un peligro en potencia, así que invente cualquier excusa.
Un mes más tarde era totalmente mío junto a mi rutina. Conocía a los vecinos, todos señores de tercera edad, era razonable que ese edificio fuera tan silencioso y ordenado a comparación con los lugares en donde había vivido toda mi vida, llenos de gente joven y ruido. Me parecía que podría parecerse un poco al hospital y era el lugar en donde debía estar, aunque honestamente me hacía falta un poco de desorden y para eso tenia a Gis. Ir a visitarla en mi antigua residencia era un caos completo siempre aun si no fuera noches de fiesta.
Seguí mi rutina de ir a cenar los martes, jueves y viernes al restaurant de Miguel. Los lunes, miércoles y en fin de semana puede que pidiera a domicilio o alguna cosa resolvía en el hospital, luego tomaba el tren a casa.
Suspiré, mi hogar... Después de tres meses mas no había visto al señor Manson ni una vez. Le depositaba puntualmente, eso sí, su secretaria me enviaba el recibo por correo y simplemente se olvidó de mí. Era tan misterioso que de vez en cuando me encontraba mirando la puerta secreta, llegué a la conclusión que quizá su padre o madre habían vivido allí y quería conservar su recuerdo, sentía que era un buen hombre lo que hizo conmigo fue para ayudarme desinteresadamente. Debía cuidar el sitio con tanto cariño como él quería que lo hiciera.
Mi horario se hizo más intenso cuando me anunciaron un ascenso asistiendo a un Anestesiólogo quirúrgico, me emocionaba pensar en el área que finalmente elegiría cuando me titulara y aprendería mucho.Serian dos años más de especialización y lo valían. En el hospital valoraban mi trabajo, pero también tenían en cuenta mis estudios, así que todo quedo cuadrado con algunos turnos de noche prácticamente solo estaría de paso en el Magnolia. Eso me entristeció, aunque si podía hacer esta asistencia por esos meses lo tomarían en cuenta para mis prácticas en el área que escoja y con este ascenso podria pagar mas de renta. Cosa que no le agradó al seor Manson. Cuando recibí su llamada me dijo que debía pagar únicamente el precio acordado y el hecho de que ganara un poco más no variaría. Me disculpé por tratar de justificar su generosidad y él envió saludos a mis madres Polette y Nuria. ¡Lo habian llamado!.
Llegaba a casa siempre a oscuras. Una noche apenas encendí la luz de la cocina, estaba tan cansada y no había cenado sino un puré a media tarde de esos que no sabían a nada. La comida del hospital era realmente mala o yo demasiado glotona a pesar de que no aumentaba ni una libra por ello. Abrí la nevera unicamente tenía una jarra de agua, puse los ojos en blanco debía hacer las compras y no sabía con qué tiempo, vivir sola también tenía sus enormes desventajas. ¿Debería plantearme pagar a alguien? - ¡ni que fuera millonaria! - el lugar donde vivia no me acreditaba una cuenta VIP. Gimotee como solo yo sabía hacerlo y no mire ni a los lados, me daría un baño y a la cama. Apague la luz encerrándome en mi habitación estaba agotada. Eran las (9:00pm) según mi teléfono, enseguida caí desmayada.
A la mañana siguiente la alarma sonó y me desperté a la carrera había dormido bastante. Siete horas que deberían reestablecerme, aun no salía el sol. Me estiré y bostece parpadeando para terminar de despertar. Cuando me dirigí a la cocina sin acordarme que no había nada en el refri volví a abrirlo no había cenado moría del hambre, más bien aquello fue acto reflejo y juro que pensé que estaba loca. Estaba repleto. ¿O es que acaso había hecho las compras mientras dormía y no me acordaba? ¿sería noctámbula?.
Mi momento de confusión quedo interrumpido por la alarma de mi teléfono. Abrí y cerré varias veces tratando de convencerme que no estaba loca, pero llegaría tarde a relevar el turno, así que me decidí por una pera del montón de frutas, demasiado verde dentro. Fruncí el ceño y tomé mis cosas para salir lo más rápido que pude. En los pocos momentos que tuve para pensar tonterías durante la mañana seguía preguntándome si mis niveles de estrés estaban tan altos como para alucinar, ya sea en la noche cuando no había nada o en la madrugada cuando había de todo. Entre la universidad y el hospital me quitaron ese pensamiento de la cabeza tenía muchas cosas más en las que poner toda mi atención.
Llegué por la tarde y corrí a la nevera, seguía llena. Fruncí el ceño de nuevo en el silencio absoluto del departamento y me respondí que no había puesto nada de eso allí. ¿Y si había sido el señor Mason? ¿O envió a alguien quizá para hacerlo?. Era lo mas lógico, que llenara mi refrigerador a cambio de la renta excesiva que decidí pagarle. Estaba a punto de creer en la magia, de todas formas tenía más hambre que ganas de soñar así que prepare algo rápido y espantoso, alguien parecido a mi debía cocinar en la cafetería del hospital. Revise algunas cosas en la laptop y prepare algunos libros. Tenía que irme a clases, deje todo sobre mi cama y la taza en la que bebí jugo sobre la isla de la cocina, como todo en mi vida salí a la carrera.
Entré por fin a dormir despues de mi turno esa noche, lo único que quería era a mi cama. Ni siquiera me di la tarea de encender la luz fui directamente a donde añoraba, gracias al cielo no tendría un turno que cubrir si no hasta la noche lo que me dejaba la mañana para estudiar y descansar un poco. Cuando me levanté me hice mi especial cola desordenada a lo alto de mi cabeza colocándome mis anteojos estaba oscuro, aunque mi celular marcaba las (8:00am) parecía madrugada llovía mucho, hacía frío y me puse mi sudadera favorita de la universidad y comí algo de cereal de la alacena mientras abría en la mesa todos mis textos. Me enlisté la nota mental de llamar al señor Manson para agradecerle la comida y por supuesto pagar por ella. Tampoco era su deber alimentarme.
El día era espantoso, pero la lluvia a pesar de parecer deprimente me encantaba así que abrí las cortinas con las ventanas cerradas para apreciarla de vez en cuando, "lluvia de abril coro sutil" canté mientras el espanto de trueno retumbaba en el vidrio. No sé qué me llevo a mirar la isla y a mi mente llegó el vaso que había dejado la tarde anterior, ya no estaba. Era muy extraño que no estuviese cuando recordaba específicamente que lo había dejado abandonado, algo raro definitivamente estaba pasando se suponía que vivia sola ya hacia varios meses y los objetos no se movian. Pensé inmediatamente en fantasmas Polette siempre dice que en lo único que hay que creer es en Dios, quizá él esté poniendo comida en mi nevera y lavando mis vasos. No era cosa de juego, algo no parecía estar en orden, pero miré a mi alrededor todo estaba bíen. Con el siempre silencio habitual del Magnolia y aquellos truenos inclementes estaba empezando a asustarme, mi mirada se paseó por cada detalle que quizá adormilada y cansada habría pasado por alto. Y abrí los ojos conteniendo la respiración.
Una maleta negra estilo deportiva estaba en la esquina. - ¡Aja! Eso no era mío -. Me pasó por la cabeza una bomba, obviamente no tenía por qué ser así, pero definitivamente alguien la había dejado. Habían entrado y salido de un lugar en donde vivía sola pudieron haberme matado o violado... yo misma estaba asustándome con la cantidad negativa de cosas que padaron por mi mente, la realidad era aterradora. Volví a mirar la maleta y me levanté, tenía que averiguar que era o explotar en el intento. Así que llegó mi hora de ser valiente para esto queria estar totalmente sola.