El precio de la paz
Agotador.
Así había sido el día y no solo ese, pareciera que desde hace mucho solo pudiera terminar así. Miré al cielo con la esperanza de que fuera algo parecido a salir de un estanque y respirar un poco el azul oscuro lleno de puntitos brillantes.
Estaba al borde del cansancio, debia darme ánimos de algún modo. Entonces sonreí y mi mente me repitió lo que mi madre siempre me decía, todo estaría mejor luego de un buen baño y la cena. Con relación a la comida se me hizo agua la boca mientras mi cerebro estaba distraído pensando en algo muy jugoso que logró que mi estomago reaccionara como un león. Mi cuerpo estaba tan cansado que no me extrañaba para nada sentir tanta ansiedad, sabía muy bien que si comía algo pesado no podría dormir. ¡Perfecto!. Necesitaba algunas horas para leer sobre tres nuevos tratamientos de las cinco enfermedades más comunes en los niños menores de ocho años. Parpadee y volví a mirar hacia la calle, era una ciudad noctambula bastante activa no podía quedarme atrás y tampoco llegar a el departamento.
Al pensar en el lugar puse los ojos en blanco lo cual pasaba casi siempre últimamente con más regularidad. No sé en qué estaba pensando al querer ser un poco más independiente y salirme de la residencia estudiantil, me sentía lo suficientemente mayor para vivir entre los más jóvenes. Tampoco me agradaba vivir allí parecía una celda de castigo de alguna prisión soportada por su bajo costo.
Me arrebuje en mi abrigo color vino abrazando los gruesos tomos llenos de Pots-it de colores y camine unas calles más en donde sabía que a esa hora encontraría abierto el restaurante de Miguel, de hecho siempre hasta tarde. Se me volvió a hacer agua la boca imaginándome el trozo crujiente y grasoso de pollo en braza con salsa y bollos aliñados que eran su especialidad por demás la mía. Y si, era altamente grasoso junto con las únicas suficientes calorías de mi día. Así que para aliviar mi conciencia también ordenaría ensalada de vegetales en lugar de las papas fritas, aunque si lo pensaba bien podría caer en su tentación cualquier otro día.
Entré al lugar con el sonido de la campañilla y me dirigí a la barra sin mirar a nadie más. Con una sonrisa Miguel - un hombretón de origen latino - me saludo desde un extremo a gritos y sin preguntarme solicitó mi orden. No me sorprendió, era martes y los martes tomo la ensalada lo que si me dio tiempo fue de fruncir el ceño ajustando mis anteojos de pasta negros analizando lo cronometrada que se estaba volviendo mi vida y lo rutinaria que la había impuesto según los días de semana.
Inmediatamente extrañe mi hogar en donde podía correr sin pensar el lugar al que debía ir ni la hora en la que debía regresar. Era libre en aquel espacio lleno de vegetación y aire puro muy lejos de la ciudad, pero ya no era más aquella niña y había decidido ser quien era eso me hacía sentir un poco de orgullo. Irme a otra ciudad a forjar mi carrera a pesar de que sabía que debía estar sola había sido mi primer acto de valentía, si podía hacer esto podría con cualquier cosa.
Suspiré y Betty la hija de Miguel me puso delante una malteada de chocolate que me hizo olvidar cualquier síntoma de nostalgia clínicamente conocida como "Añoranza, que por tiempo prolongado puede causar tisteza en el individuo e inducirlo a una pre-depresión". Sacudí la cabeza saliendo de mi modalidad enciclopedia porque para mi distracción a un lado estaba sentado un hombre bastante guapo, mi mente gritó que aún tenía ojos para más que los libros y los pacientes además de muy buen gusto. Su aspecto era lo que más me gustaba. Chaqueta de cuero, cabello castaño, ojos claros y... ¡Oh, Oh! un cigarro en la mano.
-¿Qué demonios me pasaba? ¿Por qué siempre busco ese tipo de hombre con aspecto de maleante?. Me reprendí.
Una vez le pregunte a la Dra. Jedkins por esta patología y con una sonrisa que no pudo reprimir me contesto que de hecho mi cerebro tenía la necesidad de rescatar con amor, por ello me enamoraba de casos perdidos. No tiene cura más que la de asumir que me gustan problemáticos y ese hombre lo parecía con solo un vistazo. Miré al frente y cerré los ojos agotados con fuerza ya tenía experiencia, no más individuos extraños para mí necesitaba concentrarme en mis estudios.
Gracias a Dios que la cena pesada llego a tiempo. El hombre me miraba de soslayo con una sonrisita burlona como si hubiese estado pensando en voz alta. Volví por enésima vez esa noche a poner los ojos en blanco y miré el suculento pollo, en lugar del suculento hombre. Internamente reí de mi chiste y sin esperarlo él habló
- ¡Una futura médico comiendo todo eso a estas horas! ¿Qué diría su profesor de nutrición? – se echó a reír mientras calaba del cigarro, dedujo aquello por mis libros obviamente
- Pues él no está aquí, sin embargo, sí un fumador en potencia que arruinará mi cena y mis pulmones – ni siquiera lo miré, apostaría por que aquella sonrisa era de las que bajaban las.... medias
- Lo siento – y al decirlo sonó casi como una caricia. Logré ver como apagaba el mal en el cenicero sin dejar de mirarme – debo irme... Abigaíl – al decir mi nombre sentí como lo saboreaba en su paladar. Mucho cretino delicioso.
Se levantó del taburete y escuché el sonido de la campanilla. Mi mirada estaba perdida en un punto analizando como sabría mi nombre, busque a mi alrededor y no estaba escrito en ningún lado. En cuanto gire a la puerta con asombro lo vi subirse a una camioneta enorme, la cual debí pasar por alto como a aquel tipo que creí no conocer de nada.
Despues de darme un gusto gastronómico caminé a casa pensando en donde habría visto antes a ese, y de donde podría conocerme. No tenía ese tipo de amistades y para ser honesta no tenia nunguna amistad mas que la de G. Entonces sonó mi teléfono sacándome del recurrente pensamiento el mensaje de texto era de Gisell, allí voy de nuevo ojos en blanco
* Party Pre-Cumpleaños de mi Baby ¡justo ahora!. No faltes, ¡vamos!. Se que no faltarás
Lo guardé con un suspiro de resignación esperando que nadie asistiera a eso, mire la hora en la pantalla (7:45pm) y sonreí. No tendría que irme a casa aun. De fondo de pantalla estaba la preciosa villa donde crecí a las afueras de Chicago justo lo que me traía un poco de paz. Agradecí a Dios por la existencia de las bibliotecas nocturnas y ya estaba empezando a hacerme efecto la vigorizante cena. A el fumador potencial podría olvidarlo como el resto del mundo mientras estudiaba. A las (11:33pm) se encendió la pantalla de mi teléfono y su sonido armónico fue más estimulante que su vibración en la mesa. Me estiré y restregué mi rostro, Gisell de nuevo.
* ¿En dónde estás? hay alguien que quiere conocerte
NO, No y no. El error más grande sería caer de lleno en aquella trampa otra vez no pasaría por esto, por el descuido de mi generación en fiestas, alcohol y sexo. Pareciera escuchar la voz de una de mis madres taladrar mi cabeza con preocupación. Me dejé caer encima del libro enorme que tenía en frente y gimotee. Debía conseguir cambiar de vivienda cuanto antes, era un joven ser humano esas tentaciones a mi edad eran normales y provocaban tanto como las papas fritas. Tenía una meta fija, había estudiado sin parar desde lo 16 y no podía ceder en la recta final.
Mientras subía en el ascensor me mire en el espejo. Ojeras y ojos rojos que bien cubrian un poco mis anteojos, mi cabello demasiado voluminoso y castaño oscuro opaco recogido en un moño desordenado. Sin maquillaje se me notaban más las pecas mi piel era muy blanca, resoplé y el sonido tintineante de que mi viaje de ascenso había llegado a su fin, di un suspiro al espejo me hizo pensar en resignarme. Saqué el juego de llaves de mi bolsillo, aunque no eran necesarias ninguna de ellas el escándalo llegó hasta mi antes de que pudiera decidir en abrir algo. Gente en el pasillo bebía de un vaso de plástico rojo y me miraba como bicho de laboratorio. ¡Claro! En exceso lo parecía, llevaba mis libros y cara de pocos amigos. Algunos me saludaron animados sin conocerme y les devolví el saludo sin sonrisas. Dentro la música era detestable, no me explicaba como los vecinos soportaban aquello. De hecho no lo soportaban, en la mañana cuando saliera a toda prisa del desartre estarían mirándome como si fuera la culpable. Tenía que trabajar mucho más temprano que los fiesteros del lugar y fruncí el ceño con molestia.
Me abrí paso hasta Gisell aquello debía acabar a una hora razonable. Eran las (12:15pm) era preferible que ese fuera el momento razonable, pero ella estaba como siempre con el alcohol evidentemente ya fluyendo por su sistema. Le brillaban los ojos y no paraba de reír de cualquier tontería sentada encima de un tipo que... no era su novio, o el que yo creía que era su novio. "¿Baby?" nuevo. No le duraban ni dos quincenas este era otro baby a todos les llamaba igual que gran estrategia para no conundirse. Aunque mi mirada decía en voz alta que estaba loca, ella la ignoró por completo y solo Dios sabe cuanto anhelaba vivir sola por primera vez en mi vida, en ese momento lo desee mucho más.
De la forma más educada que pude la desenrede de los brazos de quien creía era baby nuevo "el cumpleañero" para llevarla hasta mi habitación. Dejé los libros sobre mi pequeño chiffonier de madera y al cerrar la puerta el ruido se aisló lo suficiente para que por lo menos me escuchara
- No puedo creer que hagas esto en Martes Gisell tenemos un trato, mañana debo levantarme temprano para trabajar ¿en que estabas pensando?
- ¡Viste con tus propios cuatro ojos en que! – rió como loca tambaleándose – esssta como quiere
- ¡Y dónde quieres tú! El problema es que ya nos han puesto advertencias por todo el edificio. Han hecho reuniones sobre nosotras y... si no te interesa tu vida como la estas llevando menos a mí - estaba muy molesta y me cruce de brazos para hacerle entender cuanto como hacía mi madre. No era tan efectivo en mi, no se inmuto y seguía tomándolo como un chiste - pero por lo que más quieras ¡ten piedad!
- Esa cara... ese estrés se te quitará cuando lo conozcas. Si no tuviera a mi baby le daría toda mi atención – me miro con la risita picara y reprimí poner mis ojos de nuevo en blanco
- No quiero conocer a nadie Gis ve afuera y apaga ese trasto, despide a todos esos y acuéstate con baby harán menos ruido podré dormir unas horas aceptables
- Afff Abi, ¿de verdad quieres dormir? – me tomó de la mano y abrió de nuevo el ruido tamborileante arrastrándome hasta la sala
El lugar no era tan grande y toda esa gente hacia sin lugar a dudas que me sintiera asfixiada. Sería mejor cederle esto y luego convencerla de acabar aunque sea por ese día. ¡Era martes! Y estaba segura de que los vecinos estarían propinando mentalmente palabras insultantes para las inquilinas, y yo era una de ellas.
Al fin se detuvo y le habló a un tipo que para mi sorpresa esta vez si conocía, o más bien no, pero él a mi si. Fruncí el ceño no me gustaban nada las casualidades. El sujeto potencialmente fumador y rebelde me miro con la misma sonrisa, en realidad era muy guapo. Apreté los labios y repetí mi mantra ajustándo mis anteojos, lo hacia cada que me ponía nerviosa "No a los problemáticos" , pero mis ojos se pasearon por sus jeans desgastados y su camisa oscura como si fuese un pedazo de postre y me ofreció un trago. Luego con clara ironía y toda la intención de burlarse de mi dijo que era muy malo beber aquello, después de todo lo que comí.
Me sonroje y pensé en salir de escena, le encantaba reír a costa de mi sonrojo y mi evidente mal humor. Intente escapar de su mirada varias veces mientras trataba de paciguar el alboroto, pero no resultó.
Y así fue como aquel tipo fue mi perdición por tres lárgos y apacionantes meses, el inicio de una total y completa distracción tóxica y breve. ¿Acaso se necesita mucho tiempo para arruinarte?. Subí más veces a su camioneta negra que al subterráneo que me llevaba a la universidad. Un día cuando estaba más enganchada a su sonrisa petulante y a sus jugarretas de chico malo, simplemente decidió irse de mi lado. Finalmente y aunque ya lo sabía de sobra desde el principio junto con su repentinas ganas de dejarme romperme el corazón. La peor forma de dejar a alguien con quien te la pasas tan bien es no explicar el por que. Si al menos me hubiese dado una razón me aferraría a ella y lo dejaría ir con el justificativo, y yo que me entregaba sin más tampoco quise preguntar ni perseguirlo como una colegiala porque en el fondo sabia la respuesta. Éramos un ligue de momento, debía acostumbrarme que esas cosas pasan y decidí aprender con aquello de una vez mi lección.
Aunque pasé tres semanas llorando y retrasé 4 materias en el interín de "mi resignación".
Aquel enamoramiento insano fue la última gota que rebazó mi paciencia, debía concentrarme y queria vivir de una vez sola. Debía buscar otro lugar con menos... tentaciones y centrarme en lo que realmente quería.
Ya estaba terminando mi tercer año en Anestesiología Pediátrca fue un año largo, con un técnico en enfermería mi vida había tenido más pacientes que amigos. La música que inundaba mis oidos era relajante, clásica y no ruidosa y el alcohol era absoluto, no lo bebía. Si bien no era una santa y probé también esos "placeres" prefería mi carrera sobre todo. A los 15 años supe que quería hacer con mi vida y gracias a mis madres - sobre las cuales pesaba la hipoteca de la Villa mas maravillosa del mundo - salí de mi hogar para estudiar, aunque eso me alejara de ellas por largo tiempo. Me apoyarón y de allí no he parado, media jornada en el hospital con mi kimono blanco y media jornada académica en la que conseguí una beca semi-completa. No podía parar, pero si buscar un cambio de entorno en ese momento en el que me sentía tan cansada. Aquel séptimo piso de Gis no estaba ayudándome.
Salí con desesperación a buscar departamento preferiblemente sola. A sabiendas de que su costo superara mis expectativas mi paz no tenía precio, o más bien si en cuanto me di cuenta de que era tan elevado que suspendería mis idas a el restaurant de Miguel. Eso no, tendría que cocinar y en eso se podía decir que era deficiente. Tampoco tenía tanto tiempo mi relacion con la comidda a domicilio era la mas estable y quiza con compañeros se ajustaba bien a el bolsillo, pero repetir las mismas condiciones de Gis era lo más probable. No podía regresar a la casi celda ya el semestre había avanzado y no quedaban cupos disponibles, mi ultima opción era perdirle dinero a mis madres y eso jamás. Se suponía que podía con todo y ya tienen suficiente con mantener en pie la villa. Resoplé, tenía que conseguir algo.
A mi tercer día de búsqueda intensa casi me rendí. Salí temprano a correr para drenar el estrés, era mi dia libre y tenía que aprovecharlo. Mi teléfono tintineó con batería baja, ¿cómo conseguiría algo sin conexión?. Patee el suelo con mis desgastado tenis y me recosté de un farol. Eran las (2:05pm) y el bip bip dejo en n***o la pantalla.
Plan D. Buscar en un periódico.
Me pareció de lo más arcaico, pero quizá conseguiría a gente más decente. Me senté en un banco del parque y nada, los precios eran mas exorbitantes que mi búsqueda por internet. Deje caer con cansancio mi cabeza y gimotee de nuevo, esta vez en voz alta.
Una señora, más bien una mujer joven que posiblemente podría tener mi edad estaba dando un paseo con su hija aun en pañales. Se sentó junto a mí y sin pedirle opinión me la dio diciéndome con empatía que ningún hombre valía mi abatimiento. Todos eran iguales. Pensé que al parecer mi generación solo tenía problemas de amores, el resto los padres lo solucionaban. Yo no contaba con ello, todo lo contrario se suponía que debía apoyar a mis madres no darles dolores de cabeza ya era una adulta me haría responsable de mi.
La miré y le sonreí a la niña explicando que mi problema era que no conseguía un buen lugar de alquiler, entonces como si la hubiese enviado mi ángel de la guarda ella sugirió uno en donde vivía su abuela. Justo le había comentado que el dueño pensaba alquilar uno de sus departamentos. Imaginé un edificio viejo, sin ruido, flores y materos por doquier, aislado. ¡Perfecto!
Llegar hasta allá según las indicaciones que me dio fue parecido a un laberinto, pero al fin lo encontré. En letras grandes el edificio MAGNOLIA abría una posibilidad estaba en una buena zona, podía tomar el tren hacia el hospital y la facultad sin problema. No parecía viejo, en lugar de ello muy bonito y al entrar había un vigilante de seguridad. Pensé de inmediato "¡demonios! debía costar más que cualquiera", pero al fin entre ya que estaba, me ganó la curiosidad. El señor amablemente se apoyó en el mostrador me dijo que casualmente la semana anterior pusieron un aviso. No me gustaban las casualidades. O esta vez podía ser suerte.
- Miró el periodico en mi mano y preguntó - ¿Lo has visto en los anuncios?
- No realmente, una mujer muy amablemente me dió la dirección - con la misma sonrisa afable de un abuelo me extendío una tarjeta en un gris oscuro opaco con letras doradas demasiado elegantes indicándome que debía llamar ese número.
- Verá... - hice una mueca incómoda - solo queria saber si "por casualidad" el precio podía ajustarse a mi bolsillo. Soy una estudiante un poco ilusa al entrar aqui, ¿usted no podría decirme a cuanto asciende esa suma' - entrecerre los ojos con una sonrisa infantíl esperando el golpe
- Pero niña linda no perderás nada con llamar
Miré nuevamente la tarjeta muy bonita con el logotipo de uno de los bancos más importantes del país y a nivel internacional... tenía un águila de alas extendidas en relieve dorado que hizo que la acariciara. ¿Que más podía pensar que evidentemente ese departamento estaba fuera de mis posibilidades?. Me ilusioné en vano y compuse una mueca, estaba realmente abatida
- Le agradezco, pero mi teléono ha muerto - su rostro reflejó asonbro dejandome ver que poco había entendido mi expresión - Se quedó sin bateria
Debió notar que estaba bastante incómoda porque me extendió el teléfono de su uso y me sonrió dándome ánimo. Que extraño era, ya estaba acostumbrada a que me pasaran esas cosas, siempre había alguien que "casualmente" en mi momento más desesperado aparecía y hacia magia. No podía ser desagradecida ante tanta amabilidad, le sonreí y marqué al teléfono con la negatividad en mente. Estaba a punto de colgar cuando al cuarto timbre un hombre atendió
- Señor Carl Manson. Buen día, mi nombre es Abigaíl Fedler y estoy justo en el edificio Magnolia por el departamento en alquiler. ¿Podría ser tan amable de quitarme las esperanzas con su precio? - Quisiera saber si entra dentro de mis posibilidades
- Del otro lado de la línea por unos segundos no se escuchó ruido, estuve tentada de repetir la frase cuando una voz gruesa y a la vez suave hablo despacio – Señorita Fedler, me gustaría entrevistarla quizá tengamos tiempo esta tarde ¿podría dejarme su número telefónico para que mi secretaria le confirme la hora?. Tendría que venir si no le molesta a la sucursal central del Banco
Casi me quedo muda. ¿Entrevistarme?, para todos los colmos estaba sin batería y si la entrevista comenzaba allí con aquel despiste... de igual forma ese departamento con todas aquellas formalidades debía de ser sumamente costoso. En cualquier caso debí colgar, pero decidí enfrentarme a lo que sea. La siempre muy acertiva Polette siempre dijo que debemos arriesgar para ganar, mi madre tenía el don del positivismo.
- Lo siento mucho debo trabajar esta noche y aún no he vuelto a casa, llegué aqui por casualidad... - nerviosa comense a parlotear, así que le conté de la mejor manera que sabía que mi teléfono estaba muerto, que estaba realmente lejos de ese banco. Que erá estudiante de medicina.... No dijo ni una palabra, pensé que me había colgado hasta que escuche nuevamente su voz calmada y llena de paciencia
- ¿Puede comunicarme con Milton?. Es el vigilante frente a usted - le di las gracias avergonzada y le pasé el teléfono al abuelo que me miraba expectante
Lo único que contestaba era un SI a todo lo que seguramente le estaba preguntando aquel hombre, quiza se había ganado un regaño por mi culpa por haberme prestado el teléfono de uso del edificio para molestarle. En la tarjeta debajo de su nombre en cursiva decía Gerente General. Debía ser un hombre ocupado e importante, y yo me habia metido inocentemente a averiguar un monto que debía tener los suficientes dígitos como para hacerlo impagable
- Finalmente colgó y me miró con una sonrisa torcida con los años - Carl dice que puede esperarlo. Al salir de una reunión viene para acá a entrevistarla y a enseñarle el departamento
-Pero... - estaba atónita - no estoy vestida para una entrevista, salí a correr un rato y..
-¿Le guardo su mochila mientras espera? - señalo mi espalda ignorando mis preocupaciones - parece pesada
-Traigo algunos libros yo... ¿él se tardará mucho?. No quiero ser grosera si se tomará la molestia de venir
-Tardará poco mas de una hora niña linda - si tuviera algun abuelo querria que fuese como él. Accedí agrandecíendole y le prometí esperar.
Pase las siguientes dos horas en el precioso parque con un lago que había enfrente. Siempre había tiempo de ponerme a estudiar no podia dejar mis libros ni para hacer un poco de ejercicio y dejé dicho a Milton (el simpático señor vigilante) que estaría justo en el banco que daba al frente. Suspiré profundamente y pedí con todo mi corazón un milagro que guiara mi camino hacia lo que realmente estaba destinado para mí, y si no sería un buen momento para resignarme nuevamente que no lograría vivir sola.