LUCERO Todo me daba vueltas, no me sentía diferente pero…¡¿por qué diablos Jara había estado en mi cuerpo?! Los brazos de Brais me sostenían mientras intentaba saber qué pasaba. —Lucero.—apartó mi cabello y luego levantó mi rostro, abrí mis ojos con lentitud y en medio de la oscuridad pude verlo a él, yo había salido al patio trasero y aquí estábamos, yo sobre sus brazos y él arrodillado en el suelo mientras me sostenía.—¿Estás bien?—se escuchaba preocupado. Me erguí un poco para poder abrazarlo y comencé a llorar. Cuando nos dividieron y crearon un cuerpo para Jara, sentí mucho alivio de ya no tener una intrusa en mi cuerpo, en mi vida y en medio de mi amor y relación con Brais, mi esposo. Porque, a fin de cuentas, Jara se quedó sin nada, era un cascarón que poco a poco fue toman