El rector de la academia de carreras técnicas, Inocencio Bejarano, recibió a Ivania en su oficina. Era un hombre de mediana edad, alto y grueso, de espeso cabello n***o entrecano. —¿Me dice que quiere estudiar la carrera de secretariado bilingüe, señorita? —Así es, señor Bejarano. El rector tenía entre sus manos un registro de las calificaciones que Ivania había obtenido en el bachillerato y paseaba su mirada entre los resultados y los ojos de la joven. —Bueno, estas notas están muy bien, si fuera por ellas, no vería ningún problema para la concesión de una beca completa. Ivania no dijo nada, pero ya le parecía que el señor Bejarano iba a solicitarle el cumplimiento de alguna otra condición para el otorgamiento del estímulo educativo. —Sin embargo, debe saber, señorita, que la a