CHICAS FRESAS

2101 Words
Desde que la madre de Luz Carime, los abandono sin dejar rastro, dejando a la pequeña de apenas dos años, su padre le hizo creer que su madre estaba en el cielo y desde allá la cuidaba, la niña siempre miraba al cielo saludando a su madre, Rodolfo se dedicó de alma y espíritu a su única hija, recompensando el vacío de no tener madre concediéndole cada capricho o deseo con lujos y detalles, lo que la joven desea de inmediato se le daba. Rodolfo padece de Ludopatía, una enfermedad que se caracteriza en no poder controlar los impulsos a los juegos de azar, ha estado en terapias intensivas que le han ayudado a controlarlo por un tiempo sin embargo vuelve a recaer, él ha ganado y perdido en este tipo de juegos. Su hija no sabe nada de la doble vida de su padre, él nunca está en casa, por el trabajo el juego y las mujeres, ella solo lo llama cuando quiere algo que está fuera del alcance de su tarjeta de crédito, ella convive mucho con su nana, quien se encarga de hasta vestirla, como si fuera una muñeca, ella la consiente que no la deja recoger nada del suelo, la mima de una manera sobre exagerada, por órdenes de don Rodolfo. Cuando Luz Carime se levanta todo está servido, su ducha lista para solo entrar a bañarse, con su ropa ya tendida en la cama, un chofer a su disposición las veinticuatro horas del día, en la universidad siempre hay una chica que le hace sus tareas con tal de conseguir algo de ella, en la universidad son cinco chicas populares, hijas de papi y mami. Cuando las chicas se unen son la sensación en la universidad, son las mejores vestidas de marca, un cutis envidiable y sobre todo los accesorios del momento que no están al alcance de cualquiera. Lo único que su padre no permite es que conduzca un vehículo, le da temor que algo le pase a su princesita, su muñequita, como siempre le sabe decir, su ausencia la paga con las peticiones más cara que la joven puede desear. En la universidad las chicas hablan de cosas superficiales, presumiendo sus accesorios y sus bolsos de marca limitada, sus zapatos que están en tendencia, exhibiendo sus celulares del momento.   —¡Chicas se apuntan a mi fiesta! —Dice Dania, una de las mejores amigas de ella— —¿Cuándo es? —Pregunta Luz Carime— —El sábado a las ocho de la noche, mi papi rento el mejor hotel para nosotras, ya hice el listado de las que irán, ya saben las pobretonas están fueran. Todas ríen de eso, saben que las que no pertenecen a su círculo social no están invitadas a ese tipo de fiestas, no les gusta juntarse con chicas que no son de su mismo nivel. —Le diré a mi papi y veré que me compro para la ocasión. —Responde Luz Carime— —Los apartados ya están disponibles mis amores así que nada de tacañería. —Para nada.  —Mi papi contrato un DJ famoso, estoy por volverme loca ya quiero que llegue el sábado, mi vestido es importado del extranjero.  —¡¡Guau!! Tu papi es lo máximo. —Exclamo Claudia— —Ya veremos cuál fiesta es la que impresiona más. —Dijo Luz Carime mirándose sus impecables uñas— —Tú siempre de presumida, Luz. Las chicas rieron de sus locuras, pero algo que no perdían nunca es el glamour, ellas siempre debían verse impecables, y sobre todo hermosas. Carime con su cabello Rubio largo hasta la cintura, piel blanca aperlada, ojos azules, delgada, pero con una buena figura, que le gustaba presumir con su ropa que realzaba su hermosa figura. Cuando ella acompaña a su padre a las fiestas de negocio, atrae las miradas de muchos unos con admiración, otras la miran con envidia, y muchos de los hombres la miran con deseos perversos. Ella sabe su lugar en la sociedad, y el estatus que su padre se ha forjado con los años, y que muchos quieren ser parte de su familia. Cualquiera la desposaría con tal de ganar prestigio en la sociedad, ella se niega en ser controlada por un hombre, por eso las muchas propuestas que han llegado son rechazadas con frecuencia. Llego a su casa muy emocionada, aunque no es su fiesta tiene que lucir impecable, mando a traer la modista de la familia, ella se encarga de cada atuendo que ellos lucen, la modista trajo consigo los catálogos de las diferentes prendas de marca. Su padre se ha ausentado por días por los supuestos compromisos que tiene, aunque Luz sabe perfectamente bien de las amantes de su padre, cosa que ella no le cuestiona, siempre y cuando no las lleve a su casa. El día llego con sus afanes, en la noche sería la mega fiesta de Dania, ahora solo le toca ir a las sesiones de depilación corporal y un buen merecido masaje. Todo es perfecto, su estilista personal la dejo como una verdadera princesa, su vestido ceñido hasta la cintura y suelto desde la cintura hasta la mitad del muslo, corto de enfrente y largo de atrás, hecho con el más delicado chifón. —Hola, papito bello, sabes que esta noche no estaré en casa, porque es la fiesta de Dania. —Luz feliz de ver a su padre en casa—  —Está bien mi princesita, le diré a Luis que te acompañe, por si alguien se sale de control. —Ok papito, solo dile que me vigile de largo y que actúe si me ve en aprietos, me choca estar llamándolos. —No te preocupes por eso mi princesa. —Papito, gasté mucho estos días espero no te enojes. —No te preocupes por eso, para eso trabaja tu padre para darte gustos. —Eres el mejor papito del mundo, por eso te amo porque eres el mejor. Luz se abalanzó sobre su padre besándole la frente, acariciándole el cabello, él sonreía al ver a su hija feliz, si algo había hecho bien fue hacer feliz a su única hija, no le negaría nunca nada. Rodolfo, aprovecharía la ausencia de su hija para ir al casino a jugar un rato para quitarse el estrés del día, si algo lo apasionaba era ganar por hobby, pero hasta el momento había tenido muy buena racha y eso lo motivaba a jugar más. Se fue al hotel donde se lleva a cabo la fiesta, el cual está lleno de pubertos alborotados, consumiendo bebidas alcohólicas, y fanfarroneando de quien tenía el mejor coche, sus vidas giraban al rededor del dinero. Las cuatro chicas bebían en una mesa especial que Frida les había reservado a ellas. —Viva la vida. —Grito Claudia, pasada de copas— Las demás reían de ver a su amiga moviéndose rara, ya que ni el baile podía coordinar, Luz no era amante de las bebidas alcohólicas no pasaba de consumir piña colada con poco alcohol. —Chicas me quiero confesar. —Grito Dania, por lo fuerte de la música— —¿De qué demonios estás hablando? —Indago Luz al ver que Dania, a quien se le han subido las copas también— —Ya no soy virgen. —Grito riéndose como loca— —¡¡Cállate!! Que tonteras estás diciendo. —Luz la silencio, las chicas se pusieron serias ante aquella revelación, mirándose entre sí— —¡¡Qué!! Muéranse de la envidia. —Decía Dania mientras movía su cuerpo al ritmo de la música— —Dania, sabes lo que dices, esas cosas no se dicen y menos en una fiesta, si tus papis se enteran pegaran el grito al cielo. —Advirtió Claudia, la mayor de ellas— —Yo quiero perderla con ese tipo que viene entrando. —Dijo Frida, señalando la entrada del salón— Las chicas voltearon a ver a quien estaba señalando su amiga, todas abrieron la boca al ver el mango de hombre que estaba entrando al lugar, con un traje color azul marino camisa azul pálido de fondo, todas suspiraron al verle caminar con elegancia por el lugar. — ¿Lo conoces Dania? —Indago Claudia, emocionada al ver aquel monumento de hombre— —Será algún amigo de mi papi, nunca lo había visto. ¡Maldición! —Se quejó Dania— —¿Qué te pasa, porque maldices? —Indago Luz, al oír la expresión de su amiga— —De haber sabido que existían esos papacitos no me hubiera entregado al bruto de Federico. —¡¡Con el bruto de Federico la perdiste, tan desesperada estabas!! —Exclamo Luz, moviendo negativamente la cabeza— —Ahora que lo pienso chicas, cometí un grave error. —Haciendo pucheros Dania— Todas rieron al verla hacer pucheros de decepción, las chicas no despegaron sus ojos de aquel guapísimo hombre, que les había robado cada suspiro, hasta que fueron sorprendidas por la mirada penetrante de él. —¡Chicas, nos vio babeando por él! —Dijo asustada Claudia, con las manos en su pecho— Todas trataron de disimular, ya que la vergüenza las inundaba, la música y el relajo continuaba, las chicas decidieron ir a bailar para mostrar sus mejores pasos de bailes, porque algo que si les gustaba era presumir a lo grande, más si tenían de admirador a ese hombre que por mucho que querían disimular, su mirada siempre iba hacia él. Las tres chicas eran la atracción en la pista del baile por sus movimientos sensuales y bien coordinados, eso llamaba la atención de cualquiera. Luz Carime bailaba moviendo de manera sensual sus caderas y de vez en cuanto miraba a aquel hombre que había robado la atención de ella, quien en una de esas miradas él suspendió la copa de vino, seguido guiñándole el ojo.  Luz sintió gran calor en el cuerpo que les dijo a las chicas que iría al baño, necesitaba echarse agua de emergencia, se sentía bien acalorada que ni el aire acondicionado la enfriaba. Se miró frente al espejo del baño, miro sus mejillas rojas, saco de su cartera de mano una toallita húmeda y se la paso por el rostro, suspiro varias veces para calmarse, retoco un poco el maquillaje, dio un último suspiro antes de salir. Se acomodó el vestido para dar sus pasos perfectos sin hacer sonar sus tacones, eso lo aprendió en las clases de etiqueta, está por integrarse al grupo cuando la jalaron del brazo chocando su rostro con un pectoral muy duro. Miro a su alrededor hasta llevar su mirada a la de aquel hombre de mirada penetrante. —Está bien señorita. —Ella lo miro con detenimiento antes de contestarle— —Me puede soltar señor… —Técnica, para saber su nombre— —Los nombres no importan, solo quería ver si estaba bien, con su permiso. — Él se alejó al ver que el guardaespaldas se dirigía hacia ellos, No sin antes acariciarle el brazo y sentir la suavidad de su piel— Ella está por contestarle cuando Luis la interrumpe preguntándole si todo está bien, ella le dice que no pasa nada, regresa su mirada al extraño, aunque bien dotado hombre, cuando nota que ha desaparecido de su vista, lo busca por todos lados con la mirada, con la mala suerte que no lo ve en el lugar. —¿Qué se hizo el hombre que estaba conmigo? —Indago al guardaespaldas— —Lo siento señorita, me enfoque solo en usted no me fije en nadie más. —No importa, gracias Luis. Regreso junto a las chicas la piel se le enchinaba, solo al recordar cómo le deslizó su mano sobre su brazo, aunque al pensar en ese hombre la hacía sentir un mal presentimiento.  Siguió divirtiéndose hasta la madrugada, algo perdida por la bebida, Luis le ayudó a subir al auto, al llegar a la casa la nana le ayudó a quitarse la ropa y a acomodarla en la cama.  —Nana no vuelvo a beber, ¡Todo se mueve nana! —Tanta piña colada la puso mal— —No, mi niña es la bebida, de gracias a Dios que su padre aún no llega a casa. —Jip tengo sueño, apaga todo quiero dormir nana. —¡Está bien, descansé señorita! Luz Carime no dejaba de pensar en aquel hombre que se atrevió a pasar su mano por su brazo, de una manera perversa, o solo era su imaginación, se reprendía internamente por esos pensamientos lascivos.
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