—Lo... Lo voy a pensar —me giro, para seguir a Madi. —Si la oferta llega... No te demores demasiado pensando. Sus palabras hacen que voltee cada dos segundos, mientras mi pequeña a los tirones, me guía. —No lo haré. Las sonrisas que me dedica me agitan por más que no quiera. El calor de su mueca, divertida y sensual contrasta con la frialdad que emanan sus dos perlas azules. —Que tengas un bonito día. Le devuelvo la sonrisa y finalmente me alejo. —¿Quién era ese señor, mamá? Madi se detiene y yo la imito. Estamos de nuevo en la sección de niños. —Un compañero de trabajo. La expresión en su rostro refleja que no le convenció en lo absoluto mi respuesta. —¿Un compañero así como Jordan? La segunda pregunta, viene de ella con tintes recriminatorios. —No, mi cielo —q