Llevo mis manos al pecho y las dejo ahí hechas un nudo de dedos y piel sudorosa. No podría sentirme más contenta y orgullosa de mi hija. —¿Me vas a dar un beso? —Nicolas se inclina hacia ella pero su negación le impide extenderle los brazos—. ¿Un abrazo? —Nop —su mirada se achina. Hay algo que no le cuadra y sé que en cualquier momento se lo va a preguntar. No es ni porqué está aquí, o porqué se demoró en aparecer. No. Sus ojos observadores y detallistas reparan en otra cosa. —¿Porqué estás usando la bata de mi mamá, Jean? Un quejido se escapa de mi garganta. Lo hago reprimiendo la risa. Ya sabía por dónde venía el asunto. —Anoche vine muy tarde y... Tenía toda mi ropa sucia. —Te bañaste en mi bañera —le acusa. Nico se yergue y se señala el pecho en un gesto de discul