—Nicolas —lo codeo—. Vamos, síguelo. Camina con lentitud, a paso cortado. Parando cada dos segundos y volteando a verme. Tal vez asegurándose que voy detrás. Que no lo voy a dejar a solas con su padre, cuando eso sería lo correcto. —Hay un poco de viento pero, Nora y las empleadas pueden preparar la mesa bajo el techo de la barbacoa —David avanza erguido. Ni en su postura puede disimular la alegría—. Charlotte, los tulipanes que me trajiste florecieron. —Lo sé —me adelanto a Nicolas y le agarro la mano. Juntos salimos al patio trasero y pasamos por el invernadero para ir directo a la barbacoa. —¿Ya te los había mostrado? —se detiene y abre la puerta de madera y vinilo, para que entremos. —Hace unos días —tomo la iniciativa y me abro paso por el lugar lleno rosas y flores de e
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