NICOLAS Me estiro en la cama y de a poco voy abriendo los ojos. Me desperezo, me despabilo y vuelvo a cerrarlos. Pongo las manos en mi nuca y me quedo quieto un momento. La alarma todavía no suena, eso quiere decir que tengo un rato más para estar acostado. La cabeza me duele un poco. Anoche se me fue la mano con el trago. Fui al club por unas cervezas y terminé bebiéndome un sinfín de Manhattan. —¡Demonios! —se me escapa un gruñido cuando sus manos recorren mi pecho. Tibias, suaves y traviesas manos que empiezan acariciando mis pectorales, bajan por mis abdominales y se detienen en mi pelvis. —Te despertaste temprano —susurra con su boca contra mi cuello. Sonrío y muevo la cabeza a un costado para darle espacio a sus deliciosos besos. —Tengo un asunto importante que atend