La noche que nos dejo Ignacio

732 Words
Corría junio en aquel pequeño pueblo de América, el invierno se había adelantado, la lluvia golpeaba con fuerza las aceras, ya había anochecido. El viejo Hogar de adolescentes se preparaba para la cena, los jóvenes se duchaban en la planta alta acompañados de dos educadores, mientras en la vieja cocina se cocía a fuego lento un guiso de lentejas. En el comedor se preparaban las mesas para la cena, ese día había transcurrido tranquilo, había unos veinte jóvenes, algunos ya tenían una permanencia, pero la mayoría eran ingresos de esta última semana. El grupo se componía de jóvenes en situación de calle, y algunos por situaciones familiares difíciles, y todos  venían de hogares muy desestructurados, con mucho maltrato, drogas, y todo tipo de abusos. Era un hogar de varones. Era un trabajo muy estresante, se presentía el dolor en aquellos ojos tristes. Las historias eran variadas, pero aquella noche iba a ser peor. Luego del baño bajaron todos a cenar, en un buen ambiente se terminó la cena, fue entonces que surgió aquella charla que me marcaria para siempre. Ignacio un joven de catorce años, alto, flaco, con una mirada triste, que trataba de disimular permanentemente, haciendo payasadas típicas de su edad, se acercó a mi como era habitual en él, para preguntar si me podía ayudar en algo. Yo me encontraba escribiendo el parte diario como era costumbre, fue entonces que recordé que había visto a su abuela en la sala de la Asistente Social tuvimos un breve saludo, en ese momento pensé que se lo llevaría a pasar el fin de semana con ella. -Pregunte ¿Qué paso que no te fuiste con tu abuela? Note que una sombra de tristeza en su mirada y me respondió -Esta semana no quiso llevarme, dice que tiene mucho que hacer y que no puede cuidarme, sabes, yo se lo pedí especialmente, hoy tenía muchas ganas de irme, anoche soñé que mi mama venía a buscarme, se le entrecorto la voz y vi en el brillo de sus ojos una lágrima asomar. Aquel joven había perdido a su madre, hacia un tiempo, se quedó a cargo de una abuela anciana, que poco entendía de la adolescencia, que no pudo ver todo el sufrimiento de aquel joven,  ya había pasado su tiempo de criar, de amar, y, digo amar porque amando podría haberlo entendido. Ignacio termina entonces en aquel hogar “De Los Ojos tristes” como yo solía decirle, junto a otros jóvenes de su misma edad pero de muy diferentes situaciones. La adolescencia es una etapa muy difícil, necesitan toda la atención de un adulto, pero también todo el respeto, están aprendiendo a sentirse más independientes. Aquella noche que transcurría tan bien de pronto todo cambio, la lluvia que era tan fuerte tapo los desagües, y la casa se empezó a inundar. Corrimos desesperados a tratar de destapar A esas horas de la noche no había servicio de urgencias de oficial sanitario para que viniera a destapar. Corrimos por unas varillas que había de una obra que se estaba haciendo para intentar destapar aquel caño. Cuando llegamos al lugar uno de los jóvenes pequeño se había metido dentro del desagüe, le pedimos que saliera fue entonces que Ignacio lo saco y se metió el nos dijo; -Dejen que yo ayudo y fue colocando aquella varilla con tan mala suerte que una punta se enganchó en un portalámparas que estaba sin bombita e hizo una descarga eléctrica que alcanzo a Ignacio. Nada se pudo hacer estuvieron largo tiempo tratando de reanimarlo, inclusive hubo un momento que volvió en sí pero no lo logro. Nuestro corazón se rompió y el de todos los jóvenes especialmente el del pequeño Carlos, le había salvado la vida. Ignacio ese joven que llego rebelde, enojado con la vida que le había quitado lo más importante su madre, se había integrado muy bien gracias a todos los que de una manera u otra habían intervenido en el hogar para apoyarlo, entenderlo, e integrarlo. Ahí quedaba el con toda sus bondad, con su compañerismo, con el  dolor de no haber salido el fin de semana. Fue entonces que comprendí aquello que me conto que soñó….su madre lo vino a buscar y una paz cubrió nuestro corazón ante tanta pena. Algún joven lo trajo a memoria y juntos comprendimos que el destino tiene formas inesperadas para reunirnos con los seres queridos.
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