Ava sintió su corazón latir con fuerza y volteó a ver para todos lados con desesperación, se levantó de la mesa para comenzar a caminar a paso ligero, mientras las miradas de las sirvientas la seguían hasta que desapareció de sus vistas. El corazón de Ava latía con fuerza mientras corría por el gran apartamento en busca de un escondite. No entendía por qué tenía que esconderse de la madre de Daniel, pero el temor la impulsaba a obedecer. Finalmente, encontró un pequeño vestidor en el que podría refugiarse sin ser vista… o eso esperaba. Daniel, por su parte, se acomodó el saco, carraspeó y así se dirigió a la puerta para recibir a su madre, con una expresión de seriedad en su rostro. La voz de doña Daniela resonó en el apartamento, llena de autoridad y exigencia. Ni siquiera se tomó la