A medida que el sol comenzaba a filtrarse por las cortinas, Ava se despertó lentamente, con una sensación reconfortante en su pecho. Debía reconocer que había dormido plácidamente, aun no sabía el por qué, si su mente se sentía tan abrumada al comenzar a conciliar el sueño. Parpadeó con pesadez y se restregó los ojos, disfrutando la suavidad de las olorosas sábanas y de la cama que la rodeaba. Un delicioso aroma a rosas llenaba el aire, y cuando giró la cabeza hacia su mesa de noche, quedó asombrada por lo que divisó. Ante sus ojos un enorme jarrón adornado con rosas de todos los colores imaginables se alzaba frente a ella. Las flores parecían brillar bajo la luz de la mañana, y el vibrante espectáculo de colores y aromas llenó la habitación. Ava no podía creer lo que estaba viendo, y un