Ava observaba cómo la limusina de Daniel se alejaba de la majestuosa Mansión Busch. Por un lado, sentía un alivio profundo al saber que no tendría que enfrentar a doña Daniela en un buen tiempo. Suspiró aliviada y su mente divagó hacia su hogar. Finalmente, la hipoteca estaba en proceso de ser saldada, y Ava tenía la sensación de que el sol comenzaría a brillar con el paso del tiempo. Daniel, complacido, la felicitó con un profundo beso que le robó el aliento. Ava sonrió, porque de alguna manera, al verlo feliz, ella también se sentía bien, y viceversa. ¿Cómo era posible que estuvieran comenzando a conectar en un nivel más profundo? ¿Por qué sentía que poco a poco se estaba abriendo a él emocionalmente? Por Dios... esos gestos comenzaban a hacerle efecto, él en serio comenzaba a ganarse